3 de febrero de 2010
Poemas Municipales, Santiago Llach
por Santiago Llach
En una de nuestras últimas salidas,
Ana vino a visitarme a la casa municipal de mis padres.
La llevé a la heladería El Lido
y cucurucho en mano fuimos en su auto
a pasear por la costa.
Después agarramos la Panamericana
y la llevé a un telo,
el legendario Jardines de Babilonia.
Era un sábado y había media hora de espera.
Al final nos hicieron entrar a la suite Nueva York.
Dos pisos, hidromasaje
y una gigantesca vista de la Gran Manzana
en fibra sintética y papel cuatro colores plastificado.
Cogimos con un poco de violencia.
En el paseo de la costa nos cruzamos
con un pibe que iba con su chica
en un Fiat Spazio preparado.
Con Ana discutimos:
yo imaginaba un poema
en el que la pareja advertía el patetismo
de su ostentación fierrera
cuando apagaban el motor frente al río.
Ana, una chica de barrio, de Lanús,
decía que el pistero
nunca podía tomar conciencia de su ser pistero.
Ahora los poemas se escriben así,
a la que te tiraste.
*
(Poemas Municipales, Eloísa Cartonera, 2009)