26 de noviembre de 2011

Día hábil


Pedro Mairal

La distancia entre las generaciones es insalvable. Creés que hablás cara a cara con tu hijo, pero te separan treinta años, estás a tres décadas de distancia de él, aunque lo estés mirando a los ojos. Los años son como kilómetros. La risa puede ser simultánea, pero él se ríe en su infancia y vos en tu adultez. Si tratás de pensar en tu propia infancia y sentís lo lejos que queda todo, esa decoloración de las fotos, el recuerdo borroneado, el eco al fondo del pasillo de la década en que naciste, la ropa extraña que se usaba, los peinados, los modelos de los autos, la publicidad de ese tiempo, la política, los dibujitos animados cuando faltabas al colegio, la televisión de entonces, allá lejos... Esa es la distancia a la que está tu hijo de vos, la perspectiva desde donde te mira. Está viviendo su infancia. Esto que sucede ahora, el kirchnerismo, los Wachiturros, YouTube, Cuevana, la crisis europea, Messi; todo eso no es la actualidad, es la infancia de él y de muchos, es decir, el pasado. Todo esto sucedió hace treinta años, cuando todavía había dos Beatles vivos que venían a tocar a la Argentina de vez en cuando. Tu hijo te llega al hombro, cierra ventanas de Internet cuando te acercás, te dice: “¿qué pasa, pa?” como esperando que despejes la zona, tiene sus propias claves, su propio tiempo, ya le empieza a incomodar cruzar la calle de la mano con vos. Dentro de poco va a empezar el secundario y va entrar en la nebulosa del sueño largo, la fiaca profunda, el estanque privado de su cuarto donde se va a sumergir, protegido por su música y su puerta.

Me acuerdo que, cuando empecé a ir a la facultad, mi padre todavía entraba a mi cuarto para saludarme a la mañana antes de irse a trabajar. Entraba como un terremoto. Petrus, me decía, se acercaba, me agarraba un pie y salía diciendo: ¡Día hábil, día hábil! Me agarraba un pie porque siempre le costó demostrar afecto físicamente; hacerme un cariño en la cabeza hubiera sido demasiado y ya más abajo todo era comprometido para su fobia física, demasiado cargado de tensión erótica, además en la penumbra no se sabe bien en qué posición está el que duerme, dónde tiene el brazo, el hombro, lo único que quedaba librado de toda duda era el pie, y en su apuro matinal mi pie sería seguramente lo que estaba más cerca de la puerta. Así que entraba de golpe, decía Petrus, me agarraba un pie y se alejaba diciendo “día hábil” porque yo iba a la facultad a la tarde y supongo que no le gustaba saber que iba a quedarme durmiendo toda la mañana. Un día me cansé de que me despertara y trabé la puerta. Temprano lo escuché acercarse con esas zancadas largas que heredé y que retumbaban en el suelo. Agarró el picaporte, pero no cedió; volvió a probar. Hizo una pausa. Yo me senté en la cama. Después escuché los pasos que se alejaban. Esa pausa me hizo arrepentirme de haberle cerrado. A partir de ese día y hasta que me fui a vivir solo, aunque nadie tocó jamás el tema, siempre dejé la puerta sin traba, pero él nunca más volvió a entrar a la mañana a saludarme.

Perfil, 26 de noviembre de 20011

29 de octubre de 2011

Buscar la poesía

Pedro Mairal

Mañana voy a buscar los libros de poesía que me dejó. Repartió su biblioteca entre sus discípulos, sus amigos. Los libros de filosofía y ensayos a S., la narrativa a G., a mí la poesía. Tengo que ir a su departamento vacío y llevarme los libros. Los tengo vistos: Vallejo, Neruda, Giannuzzi, Dylan Thomas... Es un estante largo. Deben estar también mis libros de poemas ahí. Uno con la contratapa firmada por él. La última vez que lo fui a ver ya no podía hablar, así que hablé yo durante cinco minutos, que era el tiempo que él había adjudicado a las visitas. Le hablé de la efectividad de algunos ejercicios suyos en mi taller, como esa consigna que dice: por suerte, el viaje era muy largo. Le hablé de cómo va el trabajo de recopilación de la obra de César Mermet, le hablé de Entre Ríos, de la mejoría en la salud de un amigo en común y de otras cosas. Fueron siete minutos en realidad. El apenas acotó algunas palabras sin sonido en la voz, me dijo gracias, le agarré la mano y nos despedimos.

Me acuerdo de que ese día me había mentalizado para verlo así, tan horizontal, entonces yo estaba muy vertical, me sentía más alto que de costumbre, más sano y dinámico. Hasta me sentía atractivo, lindo. No sé cómo explicarlo bien, queda medio ridículo decirlo. Pero fue como una defensa. Me convertí en el Pedro más alto para aguantar. Salí de su casa y caminé, alto y hermoso. Mi amigo y maestro se estaba muriendo. Así que yo le tenía que mostrar toda mi fuerza. ¿Sería eso? Le tenía que mostrar que en mí, como en lo otros, algo de él iba seguir en la luz. Sin melancolía. Y es cierto. Incluso ahora que me volví a encorvar, ahora que me siento medio monstruoso y apaleado como un Ricardo III planeando cosas horrendas, ahora digo, algo de él va conmigo, en el envión del castellano, en la manera de sacarle el jugo verbal a lo estático y lo sucedido, la manera de rodear la experiencia hasta hacerla decir cómo fue, qué pasó, cómo era estar ahí en ese instante y metido en la totalidad del tiempo vivo. Se fue sin hacer escándalo, sin hacer bache en la reunión de amigos. En su despedida, se bebió, se fumó y, como corresponde, se habló mal de él durante un rato largo.

Perfil, 29-10-11


9 de octubre de 2011

Llega el pubis

Pedro Mairal

Parece que esta semana apareció un pubis femenino en televisión abierta y provocó gran conmoción. Después de años de bikinis encogiéndose hasta la histeria del hilo dental, finalmente llegó el pubis a todos los hogares argentinos. Tardó en llegar pero llegó. Venía de lejos, desde el fondo del tiempo, primero tapado por una hoja de parra y por puntas de mantos y harapos flameando convenientemente en los cuadros y los frescos. En Oriente ya había aparecido en grabados japoneses, pero en Occidente apareció quizá por primera vez en La maja desnuda en 1790. Courbet lo patentó el siglo siguiente, ya librado de la tiranía del rostro, en El origen del mundo, un pubis protagónico, hirsuto y alarmante. Después, Gauguin lo pintó exótico y polinesio; Toulouse Lautrec lo retrató prostibulario; Klimt, pelirrojo y Egon Schiele, por fin, dibujó el pubis trágico y erótico. Pelos, sombra sexual. Era todavía el pubis europeo de barba freudiana, tupido y poderoso. Hasta que el avance de la cultura playera, el salto a la fotografía, la masificación de las revistas de desnudos le infundieron pudor y ganas de acicalarse, y el pubis empezó a aparecer ya más prolijo, en gran abanico triangular, el pubis sesentoso, presente y arbustivo. En los ochenta, quizá el nuevo cavado de las mallas fucsias lo obligó a agudizarse y se fue angostando en su ve corta hasta quedar reducido a un bigotito Führer. Así entró en los 90, casi como postizo, una ceja vertical que en el cambio de milenio desapareció por completo y dio paso al pubis koyak, brasilero, desanimalizado, lampiño, impuesto así por la moda dominante del porno que, al considerar que el vello tapa lo esencial, desmalezó por completo el famoso Monte de Venus. La desaparición del pubis, esa nueva forma de calvicie, duró menos de una década, y el pubis se volvió a dibujar en el ideal de la intimidad sexy, la pelambre incesante volvió a ganar la partida hacia un pubis muy apocado, controlado, tapado apenas de la mirada del gran ojo de la televisión por microtangas casi simbólicas. Ahí estaba el pubis esperando en las bambalinas del canal después de recorrer todo ese camino de eclipses y ocultamientos pudorosos, quería por fin llegar a la sobremesa familiar y entrar para siempre en los hogares. Y finalmente apareció: un piolín de bikini que se desató por contrato y el pubis saludó a la teleaudiencia. ¡Buenas noches familia! Duró pocos segundos. El conductor tapó la pantalla, el canal ahora tiene que pagar una multa millonaria, pero el pubis llegó a las casas. Fue un hecho histórico.


Perfil, 8 de octubre de 2011

2 de octubre de 2011

Canciones - Dentro del poema

Construcción

Chico Buarque

Amó aquella vez como si fuese última
Besó a su mujer como si fuese última

Y a cada hijo suyo cual si fuese el único

Y atravesó la calle con su paso tímido

Subió a la construcción como si fuese máquina
Alzó en el balcón cuatro paredes sólidas

Ladrillo con ladrillo en un diseño mágico
Sus ojos embotados de cemento y lágrimas

Sentóse a descansar como si fuese sábado
Comió su pan con queso cual si fuese un príncipe
Bebió y sollozó como si fuese un náufrago
Danzó y se rió como si oyese música
Y tropezó en el cielo con su paso alcohólico
Y flotó por el aire cual si fuese un pájaro
Y terminó en el suelo como un bulto fláccido
Y agonizó en el medio del paseo público
Murió a contramano entorpeciendo el tránsito

Amó aquella vez como si fuese el último
Besó a su mujer como si fuese única
Y a cada hijo suyo cual si fuese el pródigo
Y atravesó la calle con su paso alcohólico
Subió a la construcción como si fuese sólida
Alzó en el balcón cuatro paredes mágicas
Ladrillo con ladrillo en un diseño lógico
Sus ojos embotados de cemento y tránsito
Sentóse a descansar como si fuese un príncipe
Comió su pan con queso cual si fuese el máximo
Bebió y sollozó como si fuese máquina
Danzó y se rió como si fuese el próximo
Y tropezó en el cielo cual si oyese música
Y flotó por el aire cual si fuese sábado
Y terminó en el suelo como un bulto tímido
Agonizó en el medio del paseo náufrago
Murió a contramano entorpeciendo el público

Amó aquella vez como si fuese máquina
Besó a su mujer como si fuese lógico
Alzó en el balcón cuatro paredes flácidas
Sentóse a descansar como si fuese un pájaro
Y flotó en el aire cual si fuese un príncipe
Y terminó en el suelo como un bulto alcohólico
Murió a contramano entorpeciendo el sábado.

Por ese pan de comer y el suelo para dormir
Registro para nacer, permiso para reír
Por dejarme respirar y por dejarme existir
Dios le pague

Por esa capa de grasa que tenemos que beber
Por ese humo desgracia que tenemos que toser
Por los andamios de gente para subir y caer
Dios le pague

Por esas vidas que un día nos van a escupir

y por las moscas y besos que nos vendrán a cubrir

y por la calma postrera que al fin nos va a redimir

Dios le pague




Chico Buarque

Amou daquela vez como se fosse a última
beijou sua mulher como se fosse a última
e cada filho seu como se fosse o único
e atravessou a rua com seu passo tímido
subiu a construção como se fosse máquina
ergueu no patamar quatro paredes sólidas

tijolo com tijolo num desenho mágico

seus olhos embotados de cimento e lágrima


sentou pra descansar como se fosse sábado

comeu feijão com arroz como se fosse um príncipe

bebeu e soluçou como se fosse um náufrago

dançou e gargalhou como se ouvisse música

e tropeçou no céu como se fosse um bêbado

e flutuou no ar como se fosse um pássaro

e se acabou no chão feito um pacote flácido

agonizou no meio do passeio público

morreu na contramão atrapalhando o tráfego


Amou daquela vez como se fosse o último

beijou sua mulher como se fosse a única

e cada filho como se fosse o pródigo

e atravessou a rua com seu passo bêbado

subiu a construção como se fosse sólido

ergueu no patamar quatro paredes mágicas

tijolo com tijolo num desenho lógico

seus olhos embotados de cimento e tráfego

sentou pra descansar como se fosse um príncipe

comeu feijão com arroz como se fosse o máximo

bebeu e soluçou como se fosse máquina

dançou e gargalhou como se fosse o próximo

e tropeçou no céu como se ouvisse música

e flutuou no ar como se fosse sábado

e se acabou no chão feito um pacote tímido

agonizou no meio do passeio náufrago

morreu na contramão atrapalhando o público


Amou daquela vez como se fosse máquina

beijou sua mulher como se fosse lógico

ergueu no patamar quatro paredes flácidas

sentou pra descansar como se fosse um pássaro

e flutuou no ar como se fosse um príncipe

e se acabou no chão feito um pacote bêbado

morreu na contra-mão atrapalhando o sábado.





Cuarteto de Nos

Ya tuve que ir obligado a misa,
ya toque en el piano "Para Elisa"
ya aprendí a falsear mi sonrisa,
ya caminé por la cornisa.

Ya cambié de lugar mi cama,
ya hice comedia ya hice drama
fui concreto y me fui por las ramas,
ya me hice el bueno y tuve mala fama.

Ya fui ético, y fui errático,
ya fui escéptico y fui fanático
ya fui abúlico, fui metódico,
ya fui impúdico y fui caótico.

Ya leí Arthur Conan Doyle,
ya me pasé de nafta a gas oil.
Ya leí a Bretón y a Moliere,
ya dormí en colchon y en somier.

Ya me cambié el pelo de color,
ya estuve en contra y estuve a favor
lo que me daba placer ahora me da dolor,
ya estuve al otro lado del mostrador.

Y oigo una voz que dice sin razón
"Vos siempre cambiando, ya no cambiás más"
y yo estoy cada vez más igual
Ya no sé que hacer conmigo.

Ya me ahogué en un vaso de agua,
ya planté café en Nicaragua
ya me fui a probar suerte a USA,
ya jugué a la ruleta rusa.

Ya creí en los marcianos,
ya fui ovo lacto vegetariano.
Sano, fui quieto y fui gitano,
ya estuve tranqui y estuve hasta las manos.

Hice el curso de mitología
pero de mí los dioses se reían.
orfebrería lo salvé raspando
y ritmología aquí la estoy aplicando.

Ya probé, ya fumé, ya tomé,
ya dejé, ya firmé, ya viajé, ya pegué.
Ya sufrí, ya eludí, ya huí, ya asumí,
ya me fuí, ya volví, ya fingí, ya mentí.

Y entre tantas falsedades
muchas de mis mentiras ya son verdades
hice fácil adversidades,
y me compliqué en las nimiedades.

Y oigo una voz que dice con razón
"Vos siempre cambiando, ya no cambiás más"
y yo estoy cada vez más igual
Ya no sé que hacer conmigo.

Ya me hice un lifting
me puse un piercing,
fui a ver al Dream Team
y no hubo feeling

Me tatué al Che en una nalga,
arriba de mami para que no se salga.
Ya me reí y me importó un bledo
de cosas y gente que ahora me dan miedo.

Ayuné por causas al pedo,
ya me empaché con pollo al spiedo.
Ya fui psicólogo, fui al teólogo,
fui al astrólogo, fui al enólogo

ya fui alcoholico y fui lambeta,
ya fui anonimo y ya hice dieta.
Ya lancé piedras y escupitajos,
al lugar donde ahora trabajo
y mi legajo cuenta a destajo,
que me porté bien y que armé relajo.

Y oigo una voz que dice sin razón
"Vos siempre cambiando, ya no cambiás más"
y yo estoy cada vez más igual
Ya no se que hacer conmigo.





Violeta Parra

Me han preguntádico varias persónicas 

si peligrósicas para las másicas 

son las canciónicas agitadóricas. 

¡ay que pregúntica más infantílica! 

Sólo un piñúflico la formulárica, 

p'a mis adéntricos yo comentárica. 


Le he contestádico yo al preguntónico: 

"Cuando la guática pide comídica, 

pone al cristiánico firme y guerrérico 

por sus poróticos y sus cebóllicas. 

No hay regimiéntico que los deténguica 

si tienen hámbrica los populáricos".

Preguntadónicos partidirísticos 

disimuládicos y muy malúlicos 

son peligrósicos más que los vérsicos, 

más que las huélguicas y los desfílicos. 

Bajito cuérdica firman papélicos, 

lavan sus mánicos como Piláticos.

Caballeríticos almidonádicos, 

almibarádicos, miniminimini... 

le echan carbónico al inocéntico 

arrellenádicos en los sillónicos. 

Cuentan los muérticos de los encuéntricos
como frivólicos y bataclánicos.

Varias matáncicas tiene la histórica 

en sus pagínicas bien imprentádicas. 

Para montárlicas no hicieron fáltica 

las refalósicas revoluciónicas. 

El juraméntico jamás cumplídico 

es el causántico del desconténtico.


Ni los obréricos 
ni los paquíticos 

tienen la cúlpica, señor fiscálico.


Lo que yo cántico es una respuéstica
a una pregúntica de unos graciósicos, 

y más no cántico porque no quiérico; 

tengo flojérica en los zapáticos, 

en los cabéllicos, en el vestídico, 

en los riñónicos y en el corpíñico.




The Beatles

Ah, look at all the lonely people
Ah, look at all the lonely people

Eleanor Rigby
picks up the rice in the church
where a wedding has been,
Lives in a dream
Waits at the window,
wearing the face that she keeps
in a jar by the door
Who is it for?

All the lonely people
Where do they all come from?
All the lonely people
Where do they all belong?

Father Mckenzie
writing the words of a sermon
that no one will hear
No one comes near.
Look at him working,
darning his socks in the night
when there's nobody there
What does he care?

All the lonely people
Where do they all come from?
All the lonely people
Where do they all belong?

Ah, look at all the lonely people
Ah, look at all the lonely people

Eleanor Rigby
died in the church
and was buried along with her name
Nobody came
Father Mckenzie
wiping the dirt from his hands
as he walks from the grave
No one was saved

All the lonely people
Where do they all come from?
All the lonely people
Where do they all belong





Miren a toda la gente sola. 
Eleanor Rigby 
junta el arroz en la iglesia 
donde hubo un casamiento. 
Vive en un sueño, 
espera en la ventana 
usando la cara que guarda
en un jarro junto a la puerta. 
¿Para quién será? 
Toda la gente sola. 
¿De dónde viene? 
Toda esa gente sola. 
¿De dónde es? 

El padre Mckenzie 
escribe las palabras de un sermón 
que nadie va a oír. 
Nadie se acerca. 
Mírenlo trabajar, 
remendando sus medias 
a la noche cuando no hay nadie. 
¡Qué le importa! 
Toda la gente sola. 
¿De dónde viene? 
Toda esa gente sola. 
¿De dónde es? 
Miren a toda la gente sola. 
Eleanor Rigby murió en la iglesia 
y fue enterrada con su nombre. 
No vino nadie. 
El padre Mckenzie 
se limpia la tierra de las manos 
mientras se aleja de la tumba. 
Nadie se salvó. 
Toda la gente sola. 
¿De dónde viene? 
Toda esa gente sola. 
¿De dónde es?





Spinetta – Almendra


Muchacha ojos de papel
Adonde vas
Quédate hasta el alba
Muchacha pequeños pies
No corras más
Quédate hasta el alba.


Sueña un sueño despacito entre mis manos
Hasta que por la ventana suba el sol
Muchacha piel de rayón
No corras mas
Tu tiempo es hoy

Y no hables más muchacha
Corazón de tiza
Cuando todos duerman
Te robare un color

Muchacha voz de gorrión
Adonde vas
Quédate hasta el día
Muchacha pechos de miel
No corras más
Quédate hasta el día

Duerme un poco y yo entre tanto construiré
Un castillo con tu vientre hasta que el sol
Muchacha te haga reír
Hasta llorar
Hasta llorar

Y no hables más muchacha
Corazón de tiza
Cuando todos duerman
Te robare un color



Luis Alberto Spinetta

Siéntate a ver el día
mira que gusto da, ver el rayo justo
donde empieza la avenida
Descálzate en el aire... para ir
No lleves ni papeles
hay tanta gloria allí, que al final
nadie tiene un sueño sin laureles
Que tu cuerpo, al menos esté limpio... para ir
Córrete hasta el espacio
quiero que sepan hoy, qué color es
el que robé cuando dormías
Ya, móntate en el rayo... para ir.





Charly García

Por favor, 
no hagas promesas sobre el bidet
por favor, 
no me abras más los sobres.
Por favor, 
yo te prometo te esperaré 
si es que para de correr. 

Por favor, 
sigue la sombra de mi bebé,
por favor, 
no bebas más, no llores.
Por favor, 
yo te prometo te escribiré 
si es que para de llover. 

Porque me tratas tan bien, me tratas tan mal 

sabes que no aprendí a vivir. 

A veces estoy tan bien, estoy tan down. 

Calambres en el alma, 

cada cual tiene un trip en el bocho 

difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo.


Luca Prodan – Sumo

Mañana de sol,
bajo por el ascensor,
calle con árboles,
chica pasa con temor.

No tengas miedo, no,
me pelé por mi trabajo,
las lentes son para el sol
y para la gente que me da asco.

No vayas a la escuela
por que San Martín te espera,
estás todo el día sola
y mirás mi campera.

Tomates podridos
por las calles del Abasto,
podridos por el sol
que quiebra las calles del Abasto.

Hombre sentado ahí,
con su botella de Resero,
los bares tristes vacíos ya,
por la clausura del Abasto.

José Luis y su novia
se besan por ahí en el Abasto,
yo paso y me saludan
bajo la sombra del Abasto.

Parada Carlos Gardel,
es la estación del Abasto,
Sergio trabaja en el bar
en la estación del Abasto,
piensa siempre más y más,
será por el aburrimiento.

Subte Línea B
y yo me alejo más del suelo,
y yo me alejo más del cielo también,
ahí escucho el tren,
ahí escucho el tren,
estoy en el subsuelo,
estoy en el subsuelo.





Leo Masliah

En Montevideo hay poetas poetas poetas
que sin bombos ni trompetas trompetas trompetas
van saliendo de recónditos altillos altillos altillos
de paredes de silencios de redonda con puntillo.

Salen de agujeros mal tapados tapados tapados
y proyectos no alcanzados cansados cansados
que regresan en fantasmas de colores colores colores
a pintarte las ojeras y pedirte que no llores.

Tienen ilusiones compartidas partidas partidas
pesadillas adheridas heridas heridas
cañerías de palabras confundidas fundidas fundidas
a su triste paso lento por las calles y avenidas.

No pretenden glorias ni laureles, laureles, laureles
solo pasan a papeles, papeles, papeles,
experiencias totalmente personales, zonales, zonales
elementos muy parciales que juntados no son tales.

Hablan de la aurora hasta cansarse, cansarse, cansarse
sin tener miedo a plagiarse, plagiarse, plagiarse
nada de eso importa ya mientras escriban, escriban, escriban
su manía su locura su neurosis obsesiva.

Andan por las calles los poetas poetas poetas
como si fueran cometas, cometas, cometas
en un denso cielo de metal fundido, fundido, fundido
impenetrable, desastroso, lamentable y aburrido.

En Montevideo hay biromes, biromes, biromes
desangradas en renglones, renglones, renglones
de palabras retorciéndose confusas, confusas, confusas
en delgadas servilletas como alcohólicas reclusas.

Andan por las calles escribiendo y viendo y viendo
lo que ven lo van diciendo y siendo y siendo
ellos poetas a la vez que se pasean, pasean, pasean
van contando lo que ven, y lo que no, lo fantasean.

Miran para el cielo los poetas, poetas, poetas
como si fueran saetas, saetas, saetas
arrojadas al espacio que un rodeo, rodeo, rodeo
hiciera regresar para clavarlas en Montevideo.






Miguel Hernández- Joan Manuel Serrat

Por fin trajo el verde Mayo
correhuelas y albahacas
a la entrada de la aldea
y al umbral de las ventanas.

Al verlo venir se han puesto
cintas de amor las guitarras,
celos de amor las clavijas,
las cuerdas lazos de rabia,
y relinchan impacientes
por salir de serenata.

En los templados establos
donde el amor huele a paja,
a honrado estiércol y a leche,
hay un estruendo de vacas
que se enamoran a solas
y a solas rumian y braman.

La cabra cambia de pelo,
cambia la oveja de lana,
cambia de color el lobo
y de raíces la grama.

Son otras las intenciones
y son otras las palabras
en la frente y en la lengua
de la juventud temprana.

Van los asnos suspirando
reciamente por las asnas.
Con luna y aves, las noches
son vidrio de puro claras;
las tardes, de puro verdes,
de puro azul, esmeraldas;
plata pura, las auroras
parecen de puro blancas
y las mañanas son miel
de puro y puro doradas.

Campea Mayo amoroso;
que el amor ronda majadas,
ronda establos y pastores,
ronda puertas, ronda camas,
ronda mozas en el baile
y el en aire ronda faldas.





Joaquín Sabina


Ella le pidió que la llevara al fin de mundo,
Él puso a su nombre todas las olas del mar.
Se miraron un segundo
Como dos desconocidos.

Todas las ciudades eran pocas a sus ojos,
Ella quiso barcos y él no supo qué pescar.
Y al final números rojos
En la cueva del olvido,
Y hubo tanto ruido
Que al final llegó el final.

Mucho, mucho ruido,
Ruido de ventanas,
Nidos de manzanas
Que se acaban por pudrir.
Mucho, mucho ruido,
Tanto, tanto ruido,
Tanto ruido y al final
Por fin el fin.
Tanto ruido y al final...

Hubo un accidente, se perdieron las postales,
Quiso carnavales y encontró fatalidad.
Porque todos los finales
Son el mismo repetido
Y con tanto ruido
No escucharon el final.

Descubrieron que los besos no sabían a nada,
Hubo una epidemia de tristeza en la ciudad.
Se borraron las pisadas,
Se apagaron los latidos,
Y con tanto ruido
No se oyó el ruido del mar.

Mucho, mucho ruido,
Ruido de tijeras,
Ruido de escaleras
Que se acaban por bajar.
Mucho, mucho ruido,
Tanto, tanto ruido.

Tanto ruido y al final...
Tanto ruido y al final...
Tanto ruido y al final
La soledad.

Ruido de tenazas,
Ruido de estaciones,
Ruido de amenazas,
Ruido de escorpiones.
Tanto, tanto ruido.

Ruido de abogados,
Ruido compartido,
Ruido envenenado,
Demasiado ruido.
Ruido platos rotos,
Ruido años perdidos,
Ruido viejas fotos,
Ruido empedernido.

Ruido de cristales,
Ruido de gemidos,
Ruidos animales,
Contagioso ruido.

Ruido mentiroso,
Ruido entrometido,
Ruido escandaloso,
Silencioso ruido.

Ruido acomplejado,
Ruido introvertido,
Ruido del pasado,
Descastado ruido.
Ruido de conjuros,
Ruido malnacido,
Ruido tan oscuro
Puro y duro ruido.

Ruido qué me has hecho,
Ruido yo no he sido,
Ruido insatisfecho,
Ruido a qué has venido.

Ruido como sables,
Ruido enloquecido,
Ruido intolerable,
Ruido incomprendido.

Ruido de frenazos,
Ruido sin sentido,
Ruido de arañazos,
Ruido, ruido, ruido.




Sara Hebe


No puedo sacarme tu olor ay! que dolor ay! que olor a tu sabor.
Espero que no te quedes con rencor ya sabes que lo mio
es puro amor hoy te fuiste y llueve tristemente la rima
rima con el nombre del dia jueves y con el dia que te vi que era numero 9
Y milagrosamente caia nieve no te olvides de mi nombre
Sara Hebe ay como me duele ay, como me duele
Dejaste tus aromas tan crueles
Por eso yo, por eso yo, por eso hoy yo yo yo
Tuve que quemar la cama
Tuve que quemar la sabana
Tuve que quemar la almohada
Tuve que quemar la foto de mi mama na na na na
Tuve que prender fuego el balcon
Tuve que quemar la cupula del congreso de la nacion
Yo! Tuve que quemar el meesenger
Tuve que quemar todo el ayer y el anteayer
Tuve que prender el gas
Tuve que explotar el balcon, el de atras
Tuve que quemar la planta
Tuve que quemar las plantas
Tuve que quemar
Quiero quemar, quiero quemar,
Quiero quemar, quiero quemar,
Quiero quemar, quiero quemar,
Quiero quemar, quiero que venga un amigo
Quiero que venga a quemar conmigo
Para olvidar y ayudarme a quemar el alcolchado
Tengo que quemar el departamento de al lado
Tengo que quemar todo lo que dejaste perfumado
Quemo quemo quemo y los labios me muerdo
Esto parece el infierno
Voy a quemar mi cuaderno
No tiene sentido lo que escribo
No tiene sentido lo que digo
Voy a quemarme, lo tengo decidido
Sigo, sigo, sigo si consigo
Quiero quemarme contigo
Tuve que quemar, tuve que quemar
Tuve que quemar
Yo! Tuve que quemar
Tuve que quemar, tuve que quemar,
Tuve que quemar, tuve que quemar,
Tuve que quemar, tuve que quemar,
Tuve que quemar, tuve que quemar,
Tuve que quemar, tuve que quemar
Yo! Tuve que quemar
Tuve que quemar a mi amigo
Tuve que quemar a los expertos
que me quisieron tratar
Tuve que quemar, tuve que quemar,
Tuve que quemar, tuve que quemar
Desgaste tu desodorante
Aprieto, sale el liquido que me hace recordarte
Me parte la mente
Como el encendedor y le doy fuerte
Quemo, quemo, quemo, olor a muerte
Quemo la mala suerte de no tenerte
Ay, que mala suerte la de no tenerte
Que mala suerte, que mala suerte
Olor a muerte, olor a muerte
Tuve que quemar, tuve que quemar,
Tuve que quemar, tuve que quemar
Yo! Tuve que quemar
Tuve que quemar las cortinas
Tuve que quemar a los tipos con gominas
Tuve que quemar a todas las minas
Tuve que quemar la lampara
Tuve que quemar este amor que me desampara
Tuve que quemar las preguntas
"como", "donde" y "Para que? se invento el amor?"
Para quemarte, para quemarte para quemarte
Tuve que quemar (Voy a quemar)
Tuve que quemar (Voy a quemar)
Tengo que quemar (Voy a quemar)
Tengo que quemar (Voy a quemar)
Tengo que quemar los parlantes
Tengo que quemar el tiempo, diamante
Los diamantes
Tengo que quemar el micrófono.
Tengo que quemar para no llamarte mas, el teléfono
Tengo que llamar a todos los que quieran quemar
vamos que vamos. Vamos a quemar
Vamos a quemar, vamos a quemar
Vengan a quemar
Tuve que quemar, tuve que quemar
Tuve que quemar, tuve que quemar
Voy a quemar
Y no! Y no te olvides de mi nombre
No te olvides de mi nombre
No te olvides de mi nombre
No te olvides de mi nombre, Sara He-be
No te olvides de tu nombre
No te olvides de su nombre
Tuve que quemar
Tuve que quemar
Tuve que quemar.


23 de septiembre de 2011

Subirse al pony




Nadie me avisó que había ganado un premio Perfil. Recibí un mail que decía: Te avisaron que ganaste el premio a la mejor columna de escritores? No. ¿Qué tengo que hacer? Nada, la entrega fue el martes pasado, te lo vamos a mandar esta semana en un taxi. Así que unos días después me tocaron el timbre y no era un taxista, era un motoquero, muy parecido a mi amigo el Lagarto, de esos flacos de voz gruesa, con traje de agua amarillo de motoquero en día de lluvia. Me entregó la bolsa trasparente donde venía el premio, poniendo cara de "and the winner is", con gran sonrisa y levantando las cejas... Yo lo agarré, lo alcé en el aire en plena vereda y agradecí con una mini reverencia. Todos los premios deberían ser así, dártelos tiempo después, en la calle, con un motoquero buena onda, para que no te subas al pony. Sin fiesta ni aplauso. Tengo que decir que, más allá del ceremonial, me pone muy contento el premio. Vengo escribiendo esta columna todos los sábados desde abril del 2008. El jurado era Guillermo Piro, Daniel Link y Beatriz Sarlo. Les agradecí con un mail. La placa en la base dice: "Premios Perfil 2010-2011 Mejor nota de escritores". La columna se llamaba Taxidermia.

12 de septiembre de 2011

La muerte de un galeno


Pedro Mairal

No me acuerdo qué hospital era, pero era en el Conurbano. Llegué en el Falcon que había sido de mi abuelo, que tragaba nafta que daba miedo. En recepción pregunté por el Dr. X y lo llamaron por altoparlante. Me había mandado una orientadora vocacional cuando, después de varias consultas, yo dije que quería estudiar Medicina. Así que me hizo el contacto con su cuñado que era capo de algo en ese hospital. Lo esperé en el hall pero no aparecía. Después me hicieron esperarlo en uno de los consultorios. Al rato apareció, abrió la puerta y disimuló una media sonrisa. Yo me vi: pelo largo por los hombros, remera negra de Pink Floyd, 19 años y cara de 14. El, de guardapolvo abierto, bigote tabacoso y mano pesada. Un Rodolfo Ranni de la medicina. ¿Por qué querés ser médico vos? Quiero curar, le dije. Nosotros no curamos, el cuerpo se cura solo, a veces lo ayudamos un poco. La cosa había empezado mal. ¿A vos qué te gusta hacer, de verdad? Escribo poesía, pensé, pero no lo dije. Me pareció que se iba a enojar, como si le mostrara que podía levitar y él me bajara al suelo de un cachetazo. No sé, le contesté. Te voy a hacer una ronda por el hospital, me dijo y me empezó a mostrar las distintas áreas. Los terminales, me decía y me metía en una sala de fantasmas de carne y hueso. Yo me hacía el no impresionado, le ponía cara de nada. Me metió en una sala donde había un tipo esposado a la cama. Me hizo mirar por una ventana alta cómo operaban a alguien, pero no se veía mucho, apenas unas grampas abriendo algo que parecían dos costillas. Insistí con mi cara de póker. Buscó algo durante un rato hasta que destapó una camilla y había una vieja desnuda. ¿Habías visto un muerto alguna vez? Sí, le mentí. Después se empezó a cansar. En un pasillo del tercer piso se cruzó con colegas que le preguntaron algo y se demoró hablando. Al fondo había un balcón y afuera un tipo en pijama fumando. Me asomé por la baranda. Era el mediodía, había sol. ¿Venís a ver a un familiar? No, le dije. Y me dieron ganas de mostrarle que yo podía volar por encima de las copas de los árboles.


Perfil, 10 de sept de 2011


10 de septiembre de 2011

Últimos años de Samuel Timorato


(traducción de Charly Feiling de un poema de Ogden Nash, publicado en Amor a Roma. Con este poema Luis Chitarroni terminó ayer su conferencia de apertura del Filba 2011
)


Aunque el control nunca pierda,
de mi suerte no hago alarde.
Ahora llegan los besos, demasiados demasiado tarde.
Vosotras decidme, Parcas,
y ya no molesto más,
¿dónde estaban estos besos tres décadas atrás?
Chicas había a montones,
refresco o cerveza, chicas,
alegremente casadas o estudiosas y tozudas,
las novias de mis amigos
o esposas de mis amigos,
algunas bien asentadas y algunas de escaso tino,
chicas tristes y serenas,
agitadas, turbulentas,
en debut cosmopolita o matronas suculentas,
todas ellas tan amables,
todas ellas tan cordiales,
inocentes excitando mis instintos primordiales.
Pero aunque no todavía
salud o plata en exceso
había perdido, ninguna,
ni siquiera Jenny,
me dio un beso.
Esas mismísimas chicas
conmigo se han vuelto viejas,
la cabeza sobre mi hombro apoyan para sus quejas,
y ahora llegan los besos,
un diluvio que se expande,
vanos besos insensatos, demasiados demasiado tarde.
Me besan al saludarme,
me besan al despedirse,
si yo les ofrezco fuego, tienen un beso que darme.
Me besan en casamientos,
me besan en funerales,
no tardan para besarme ni segundos decimales.
Me besan cuando hay un cocktail
o cuando al bridge me desquito,
y es todo tan automático como matar un mosquito.
El sonido de sus besos
retumba ya en mis oídos
como manga de langosta que destruye los cultivos.

Tengo dispepsia, artritis,
una úlcera en camino,
y me cansa ser besado por hábito compulsivo.
Si mis queridas me internan
hoy con demencia senil,
será de besos vacíos, sin consecuencia ni fin.
Vosotras decidme, Parcas,
y ya no molesto más,
¿dónde estaban estos besos tres décadas atrás?

*

[ACÁ LEÍDO POR NASH EN YOUTUBE]

The sunset years of Samuel Shy, Ogden Nash:

Master I may be, /But not of my fate./ Now come the kisses, too many too late./ Tell me, O Parcae, / For fain would I know,/ Where were these kisses three decades ago?/ Girls there were plenty,/ Mint julep girls, beer girls,/ Gay younger married and headstrong career girls,/ The girls of my friends/ And the wives of my friends,/ Some smugly settled and some at loose ends,/ Sad girls, serene girls,/ Girls breathless and turbulent,/ Debs cosmopolitan, matrons suburbulent,/ All of them amiable,/ All of them cordial,/ Innocent rousers of instincts primordial,/ But even though health and wealth/ Hadn't yet missed me,/ None of them,/ Not even Jenny,/ Once kissed me.// These very same girls/ Who with me have grown older/ Now freely relax with a head on my shoulder,/ And now come the kisses,/ A flood in full spate, /The meaningless kisses, too many too late. /They kiss me hello, /They kiss me goodbye,/ Should I offer a light, there's a kiss for reply./ They kiss me at weddings,/ They kiss me at wakes,/ The drop of a hat is less than it takes./ They kiss me at cocktails,/ They kiss me at bridge,/ It's all automatic, like slapping a midge./ The sound of their kisses/ Is loud in my ears/ Like the locusts that swarm every seventeen years.// I'm arthritic, dyspeptic,/ Potentially ulcery,/ And weary of kisses by custom compulsory./ Should my dear ones commit me/ As senile demential,/ It's from kisses perfunctory, inconsequential./ Answer, O Parcae,/ For fain would I know,/ Where were these kisses three decades ago?


5 de septiembre de 2011

Salta la púa

Pedro Mairal

Cómo envejecen tus divas a pesar del Fotoshop, cómo el tiempo ya hizo estragos en tus musas eróticas y tus galanes contemporáneos encanecieron a la par con el espejo. ¿En qué momento sucedió ese cataclismo, en qué momento tu mundo se desplazó veinte años más allá, adentro de la falla del olvido? De pronto los taxistas y los médicos de guardia son más jóvenes que vos y cuando das clases, tus referentes no encuentran ninguna adherencia en los cerebros veinteañeros. En sus imaginarios resbalan a la nada tus ejemplos setentosos: decir que en esa parte del texto es como que salta la púa es una frase que deja a todos perplejos, ni siquiera podés decir que salta el compact, los noventas tampoco se entienden demasiado, quizá podés decir el texto en esa parte hace un poco de ruido, eso quizás se entienda. El habla popular avanza como una ola de la que ya sos apenas la resaca. La expresión “no le sube el agua al tanque” quizá podría reemplazarse por “se le cortó el wi-fi”, pero ya en unos años tampoco se va a entender.

No queda más remedio que seguir atrapados en la caducidad del lenguaje, entregarse al resbalar del mundo en su eterna destrucción y tratar de ir dejando algunas cosas asentadas como si fuéramos arqueólogos del presente, sabiendo que las alumnas angelicales ya no serán Lolita en el 2020, que toda esta actualidad es también basura cósmica y tecnológica, habrá dentro de poco montañas de Ipads y Tablets y Kindles descartados como hay ahora montañas de monitores de PC. Tus personajes actuales hablan de internet pero eso sonará algún día como los personajes de la literatura de 1940, cuando dicen que van al biógrafo o al cinematógrafo, con la diferencia de que el envejecimiento del lenguaje ahora es más veloz, porque en tres años todo intento por hacerse el teky desemboca en papelón anacrónico. Quizá la única salvación sea mirar el presente como si ya hubieran pasado muchos años, cargar a las estrellas pop con su transformación futura, como si hubiéramos podido adivinar a la rapada monstruosa y drogada pegando paraguazos a los fotógrafos en la dulce teen Britney Spears de 1999. Ver el Increíble Hulk que todo el mundo lleva dentro, calarle el Elvis obeso y enpastillado que oculta Justin Beiber.

No es sólo amargura, no es tanto pensar en la flor seca cuando recién está floreciendo, ni gratuitamente envejecer lo que se mira, aunque sea un buen ejercicio, sino pensar en la carga temporal que tienen las cosas y la gente, y sobre todo lo mediático, las generaciones de Batman, por ejemplo, desde el cómic y el Batman televisivo y psicodélico con onomatopeyas de golpes en cada puñetazo, pasando por los Batman oscuros del cine, hasta los futuros Batman que vaya a saber uno cómo serán. Cada generación tendrá su Batman, y así sus demás referentes. Tener hijos ayuda a renovar esos referentes pero igual mejor no tratar de estar al día. Porque todo se mueve muy rápido. Cual la generación de las hojas, así la de los hombres, dice Homero, y eso no envejeció. Pero el pop se pudre rápido. Cuanto más te metés en el río del pop más fuerte es la correntada que te desplaza en el tiempo.


Perfil, 3 de septiembre de 2011

28 de agosto de 2011

Boquitas pintadas

Estuvimos siguiendo los rastros de Puig en General Villegas. El cine donde iba

sus cartas

las revistas de su infancia, donde desfilan sus personajes

la gente que lo estudia y cuida su recuerdo, como Patricia Bargero

el cementerio
su casa natal
El capítulo de Boquitas pintadas de Impreso en Argentina probablemente salga el día de la primavera



8 de agosto de 2011

Después de acabar

Pedro Mairal

Después de acabar quedó boca arriba en la cama con los ojos cerrados, haciendo la plancha sobre las endorfinas, hamacada en la beatitud de un lento ritmo marino, porque cada respiración era como una ola serena que venía de lejos y la levantaba hasta que se llenaba de aire y volvía a bajar exhalando todo el suspiro que al irse se mezclaba con la llegada de la otra ola calma del diafragma que empujaba hacia abajo haciendo que se volvieran a llenar arriba los pulmones, se le ensanchaba de luz el pecho, las costillas se estiraban en la cresta y otra vez abajo, siempre conectada a ese vaivén del movimiento constante más allá de lo vivo, el impulso del planeta, una fuerza tremendamente suave indetenible, una corriente cálida, buscando arriba el aire y resbalando acostada así en la cama hasta que abrió después los ojos y susurró qué buena paja.



2 de agosto de 2011

Rayuela - Miércoles 3 de agosto




Este miércoles 3 de agosto vuelve la segunda temporada de Impreso en Argentina con Rayuela de Cortázar. Los entrevistados son Sylvia Iparraguirre, Anibal Jarkowsky y Fabián Casas. Por canal Encuentro.

Nuevos horarios: miércoles a las 18:30.
Repeticiones: Jueves 14:30, Viernes 10:00, Sábados 09:00


Siguientes capítulos:
Capítulo 5.- Rayuela
Capítulo 6.- Misteriosa Buenos Aires
Capítulo 7.- Cuentos de amor de locura y de muerte
Capítulo 8.- La Furia
Capítulo 9.- El Entenado
Capítulo 10.- Adán Buenosayres
Capítulo 11: Los Pichiciegos
Capítulo 12.- El túnel
Capítulo 13.- Boquitas pintadas

1 de agosto de 2011

Zambra en Irockuptibles

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En el número de agosto de Irockuptibles sale una nota que hice sobre Formas de volver a casa. Acá va un falso arranque que al final no quedó:

Zambra fumando apoyado en una máquina expendedora roja en la estación de trenes de Marsella. Zambra fumando en un puente sobre el Ródano en Lyon. Zambra con un cigarrillo en la boca tocando en la guitarra una canción de Georges Brassens. Zambra riéndose en mi casa en Buenos Aires con un cigarrillo encendido en la mano. No tengo ni una foto de Zambra libre de humo. Me lo crucé en congresos literarios en Bogotá en el 2007, en Francia en el 2009 y en Argentina en 2011. Nos vemos los años impares. En Francia quedamos atrapados en un congreso itinerante que recorría todo el país, al ritmo de una ciudad por día; en Marsella, al ver el Meditarráneo, nos escapamos. Foto de Zambra fumando en el puerto. En Lyon fuimos a lavar ropa a una lavandería automática. Me acuerdo que caminábamos por una de esas calles angostas europeas y yo revoleaba mi bolsa de ropa sucia bien alto y la volvía a atajar. Ese recuerdo de la bolsa en el aire me trae de vuelta una sensación de mucha felicidad. Zambra fumando sentado en el cordón de la lavandería mientras se secaban nuestros calzones. Está el Zambra que conozco y está también el Zambra que leo en sus novelas. Lo raro es que su literatura tiene un tono tan sincero y abierto que estoy seguro de conocerlo más por haber leído sus libros que por haber viajado con él.

p.mairal

10 de julio de 2011

Luz de julio


Pedro Mairal

Algo pasa con la luz de la ciudad en julio. No es esa resolana atómica de enero que enceguece, tampoco es la luz nítida de septiembre. En julio hay una luz amarilla, un sol oblicuo, que cae en ángulo de 45 grados y rebota en la vereda. Un contraluz constante, sin vertical de sol, sin cenit. Los rayos vienen hacia uno atravesando a los demás peatones, las mujeres tienen un aura rojiza y largan humo de frío, no se ven bien las caras cuando pasan. No hay mediodía, el sol está trepando o cayendo. Amanece de golpe y no deja de amanecer hasta que se hizo tarde y uno sale del trabajo y es de noche. El día se hace breve pero vale la pena la luz dorada de julio.

La vi por Reconquista, fui atravesando un río de gente inundada de luz, y atrás se veía la Torre de los Ingleses, al fondo, en Retiro. Esa torre aparece en las películas de Gardel, en Cuesta abajo, por ejemplo, cuando quieren mostrar que el personaje está de vuelta en Buenos Aires. Porque el Obelisco no existía en esa época. Gardel nunca vio el Obelisco.

Ahí estaba la torre y yo tenía que ir a grabar, para un programa, la celebración de la defensa de Buenos Aires durante las Invasiones Inglesas que el Regimiento de Patricios hace cada 5 de julio en el Convento de Santa Catalina. Aparecieron los soldados con uniformes antiguos. Tocó la banda. Dentro de la iglesia se narraron los hechos: las tropas avanzando, los ingleses que tomaron el convento, la reconquista.

Durante el café en el patio, ya fuera del ceremonial, saqué un par de fotos: un patricio hablando por celular, la luz atravesando las plumas de las galeras. Esa luz que atraviesa la historia, los períodos, los monumentos, las jefaturas. Nada la eclipsa. La luz de julio va a seguir estando.


(Perfil, 9 de julio de 2011)

8 de junio de 2011

Teatro, estreno este sábado 11 de junio

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"Como en Chéjov, la alta burguesía configurando y defendiendo su identidad aunque se acabe el mundo".

2 de junio de 2011

El kimono

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José Watanabe



Mi padre y mi madre eran sombras
dispares
que ahora, muertas, acaso se encuentran
más.
Yo recuerdo: él le regaló un kimono
y ella lloró en silencio
porque una gracia así
no concordaba
con su amor tan austero.

En la espalda del kimono
saltaba un salmón rojo.
Sobre los hombros de mi madre, el pez
parecía subir por la cascada de sus cabellos,
hermosisímos y azulados cabellos
de mestiza:
Una bella imagen que ella no podía ver.
Dígasela usted, padre,
para que deje de llorar.
.

29 de mayo de 2011

Meses difíciles

Pedro Mairal

Cuidado con mayo y junio. Son meses de renuncias, no tanto políticas, sino más bien personales. Mayo y junio son los meses del ultimátum íntimo, inconfesado. A principio de año empezaste clases de actuación o te anotaste en sociología, en percusión, en el gimnasio, en pileta, pensando que este año finalmente ibas a lograrlo, este año iba a ser distinto, todo vos ibas a ser un súper vos, más alto, parado más derecho, más flaco, comiendo menos y mejor, te ibas a poner las pilas, este año ibas a terminar la tesis, o el quincho de atrás, este año ibas a cuidar bien el jardín, a pintar, a pasarte en limpio, a sacar la bici, a encarar el trabajo con más ganas, más organizado, más eficiente. Y el comienzo de año ayudó: los meses nuevos, la compu nueva, las caras renovadas en la clase de yoga, el buen clima del fin del verano... Pero algo se cansó, quizá no vos sino las semanas mismas se cansaron, faltó la chica linda que iba a yoga, faltaron otros, una mañana quedaste sólo vos con la profe resfriada, en el trabajo no te aumentaron y te dio bronca ser más organizado y se acumularon los informes sin hacer, llovió mucho en abril y no pudiste pintar ni sacar la bici que ahora está pinchada, te ganó el yuyal, el quincho quedó en planes porque resultó muy caro, la tesis mejor terminarla en verano cuando puedas leer más, el papel de la dieta quedó crucificado con dos imanes en la heladera porque leíste que el yogur diet es cancerígeno, faltaste a pileta por el frío, el profe de percusión era medio mala onda, la sociología no es lo tuyo, en teatro francamente no te ves. Qué lindo renunciar, coronarse con el aura del derrotado, desertar, no ir más, saber que igual la vida empieza a cada rato.

Perfil, 28 de mayo de 2011

26 de mayo de 2011

Epifanía del perro

.
César Mermet



Repentino, veloz y sucesivo
terrestre colibrí, cuadrúpedo versátil,
con el vidente hocico el perro
persigue abecedarios dislocados en árboles y muros,
restituye en lecturas instantáneas
un fragmentario texto, evanescentes testimonios
de ausentes persistentes,
descifrando en el aire un palimpsesto,
la pululante estela, la saga tumultuosa
en volvedor olvido,
del numeroso clan que el mundo orina
delectación, saludo, reencuentro a pata alzada
y siembra de aquí estuve,
en numinosos sitios convocantes.

Remonta el perro difusos parentescos,
el linaje, la crónica, el ácido mensaje
de olores solidarios y entusiastas.
Tenaz, certero, el perro sigue
contradictorios rumbos, inspiraciones diagonales;
pero actuando conjura el habitado tiempo,
teje y reintegra una coral figura,
leva un urgente censo
de espectros fraternales que invoca remedando,
y puntualiza, suma, funda especie,
el júbilo en la especie,
y él es la especie rescatada,
toda la tribu, la memoria entera;
y en temblorosa epifanía,
él es total, el uno en muchos
y todos los transitivos en el uno.

Ahora el perro, sentado, se relame.
Altiva la cabeza, rotunda, convencida, iluminada;
magnánima, la sabia lengua pende, rezumando,
y su mirada abarca nada y todo
cielo y perro.
Entronizado el perro en perro,
jadea en plenitud, reposa, lacrimoso,
en la certeza estólida de ser la olida suma,
miríada de olfatos, moviendo las orejas.
Transeúntes, peregrinos,
efímeros, constantes, devocionales perros
en la tarea solemne de dejar anales, memorables zócalos,
patéticas señales, humedades,
en herrumbres, ladrillos y maderas.
Constelación de perros, todos en él, actuales,
todos los obsedidos corredores, presos
en laberintos del olor del aire;
de tensa cola a índigo hociqueo
dorsal flecha lanzada a la pregunta interminable
de ser o de no ser perro en los perros;
apaciguado finalmente, confirmado
en el espejo beato de su olfato crédulo.

He aquí el can ejemplar
que cree que existe por sus semejantes;
por quienes fueron, no fueron, fueron también
confusa dispersión, ávida pista, vehemente inquisición,
hallazgo y gloria;
con húmeda nariz ambulatoria,
a ijares quejumbrosos, trotaron indagando
su secreto nombre en el público olor de los sumandos;
husmeando, de piedra en árbol,
de columna en umbral y de yuyal en derrumbada rueda,
perseveraron, encontraron, fueron
la cierta, la instituida
revelación del cabal perro,
el impetrado en aspersiones, uno
que se conoce perro entre los perros.


10 de junio de 1975