por Fabián Casas
Hace unos días leí una nota del El Gran Diario Argento, en la página de cultura, donde Juan Martini –como único foco- se quejaba y pataleaba porque a Osvaldo Soriano no lo reconocían dos o tres personas de Puán. En vez de dedicar ese espacio a contar un perfil del escritor o a decir por qué para él era un escritor necesario, la nota, llorona, iba, dale que dale, a dar sobre el muro de los lamentos. Tuve la sensación de que si bajaba un marciano justo ese día a nuestro país y compraba el diario para ver cómo éramos los argentinos, leyendo a Martini podría inferir que Soriano fue un escritor apedreado por sus pares, exiliado, enmudecido y repudiado o hasta lapidado y obligado a vivir en un sótano, como el pobre Kaspar Hauser. Todo una vida, pobre, sin conseguir un puto lector. ¿O tal vez Martini estaba hablando de él, ventrilocuando a Soriano? No sé.
En ese mismo diario me pidieron una opinión sobre Soriano. Les dije que no tenía ninguna. Me contraatacaron: bueno, por lo menos podés dar cuenta de esa incomodidad.
¿Qué incomodidad? Yo leí dos libros de Soriano cuando era chico. Me parecieron bien escritos. Y ahora ni me va ni me viene. Hay un montón de escritores que están para uno en un limbo impreciso. Por ejemplo, en mi caso, Soriano, Geno Diaz, Dal Masetto, Rabanal, Poldi Bird y Vicente Batista –para nombrar sólo unos pocos- forman una escudería que, no sabría justificar por qué, va de la mano. Seguro que son diferentes, disímiles, pero los pongo, como diría mi vieja profesora de matemática, dentro del Conjunto A. También existe otro conjunto de escritores que intuyo, sin leerlos aún, que pueden ser geniales. Formarían el Conjunto B. O acaso en el Conjunto A exista un escritor que en el futuro me parta la cabeza. Soy de los que se ponen contento cuando descubren un nuevo escritor, como si fuera un nuevo planeta, tenga la edad que tenga y ocupe el lugar que ocupe.
Los mísiticos dicen que el espíritu humano es infinito. Pero la mente y la atención tienen un límite. No se puede leer todo y opinar sobre todo. Aunque exista la Facultad de Todología. Sin embargo, lo que es sintomático del caso Soriano, es la encarnizada defensa de sus admiradores y amigos. Ellos, por algún motivo, no descansan en paz.
5 comentarios:
Adhiero. No consigo terminar el Radar del domingo porque es imposible leerlo de un tirón... empalaga. Hay poca literatura en tanto panegírico. Sirven para confirmar que Soriano era un tipo encantador (nada nuevo, por cierto), pero se avanza más bien poco en su análisis crítico. Slds.
literatura en todos lados
qué bueno
Soriano es del conjunto SL como mariano grondona valeria maza mr.cheek titinelli romero feris vos yo
Acá hay otra opinión sobre el mismo tema: http://afiebrados.blogspot.com/2007/02/queramos-tanto-al-gordo.html .
Le podemos dar una vuelta de rosca más al poema de T.S. Eliot:
¿Dónde está la vida que hemos perdido en vivir?
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?
"¿Dónde la información que hemos perdido en opinión?"
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