Estoy almorzando en un boliche de San Martín y Paraguay que tiene butacas altas y una barra contra la ventana. El lugar te deja medio en vidriera pero podés comer solo con bastante dignidad, sin ese aire triste del que almuerza con su alma en una mesa vacía como un jugador de ping pong listo para sacar pero sin contrincante enfrente.
Afuera están trabajando unos tipos de telefónica. Uno está metido hasta la cintura en un pozo cuadrado en el asfalto. Me gusta mirar los trabajos en la calle; a veces me dan ganas de participar, arremangarme, levantar esas tapas de hierro fundido y cambiar una pieza de algo, cambiar cables, morder con la llave inglesa una tuerca grande hasta hacerla aflojar, un trabajo que se vea, sin dudas existenciales ni influencias del campito intelectual.
El tipo que está metido en el pozo -gordito de flequillo morocho, como un nene de cuarenta años- me ve comiendo mi sándwich. Pasa una mina. El tipo me hace cara de “mirá esa mina”, señalándola con la mirada y volviendo a mirarme. Miro a la mina. Le pongo cara de “bastante bien”. Medio que se ríe. Al rato una vieja platinada, un loro viejo hiperbaqueta, horrible pero con actitud, se para cerca para esperar un taxi. Cuando el tipo me mira, se la señalo con los ojos. La mira y, cuando la ve, me mira y nos reímos.
Empiezo a pensar en escribir esto, postearlo. De pronto pasa Saccomano caminando. De verdad. Esas pavadas que suceden. Cruza la calle super serio, da un paso largo para no pisar el rollo de cables. Pienso “Qué raro. Pasa Sacomano por el medio de este post. Aunque sea poco creíble lo incluyo. Si pasó pasó.” El tipo me señala un par de minas más. Desde ahí abajo tiene mejor ángulo que yo. Termino de comer y salgo. Le digo:
-No te gustó la vieja que te mostré.
-La vieja no -me dice-. Yo te busqué unas bastante buenas.
-Sí, bastante bien -le digo-. Bueno... Chau che.
-Chau- me dice.
Me cierro la campera y vuelvo al edificio calefaccionado donde trabajo leyendo textos y apretando teclitas.
Afuera están trabajando unos tipos de telefónica. Uno está metido hasta la cintura en un pozo cuadrado en el asfalto. Me gusta mirar los trabajos en la calle; a veces me dan ganas de participar, arremangarme, levantar esas tapas de hierro fundido y cambiar una pieza de algo, cambiar cables, morder con la llave inglesa una tuerca grande hasta hacerla aflojar, un trabajo que se vea, sin dudas existenciales ni influencias del campito intelectual.
El tipo que está metido en el pozo -gordito de flequillo morocho, como un nene de cuarenta años- me ve comiendo mi sándwich. Pasa una mina. El tipo me hace cara de “mirá esa mina”, señalándola con la mirada y volviendo a mirarme. Miro a la mina. Le pongo cara de “bastante bien”. Medio que se ríe. Al rato una vieja platinada, un loro viejo hiperbaqueta, horrible pero con actitud, se para cerca para esperar un taxi. Cuando el tipo me mira, se la señalo con los ojos. La mira y, cuando la ve, me mira y nos reímos.
Empiezo a pensar en escribir esto, postearlo. De pronto pasa Saccomano caminando. De verdad. Esas pavadas que suceden. Cruza la calle super serio, da un paso largo para no pisar el rollo de cables. Pienso “Qué raro. Pasa Sacomano por el medio de este post. Aunque sea poco creíble lo incluyo. Si pasó pasó.” El tipo me señala un par de minas más. Desde ahí abajo tiene mejor ángulo que yo. Termino de comer y salgo. Le digo:
-No te gustó la vieja que te mostré.
-La vieja no -me dice-. Yo te busqué unas bastante buenas.
-Sí, bastante bien -le digo-. Bueno... Chau che.
-Chau- me dice.
Me cierro la campera y vuelvo al edificio calefaccionado donde trabajo leyendo textos y apretando teclitas.
6 comentarios:
yo paso siempre por esa esquina (roja con letras blancas, no?)
y ahora que leo este post pienso que seguro que Saccomanno no soy, pero que no me gustaría ser el loro viejo hiperbaqueta.
y me río de solo pensarlo.
Lo que pasa es que estaban "sacando mano".
Muy bueno!
El post, claro; pero sobre todo esos momentos de complicidad, o por llamarlo de alguna otra manera, de "comunión" con gente desconocida.
Ahora, qué misterio la aparición de Saccomano. Me han dicho que lo vieron en tres o cuatro lugares a la vez, que puede llegar a ser omnipresente, como Dios. Habrá que investigar.
El texto, hermoso.
El estigma del "almorzador solitario", todo un tema. Un libro a mano siempre salva.
cuando escribo un comentario en un post pasado me pregunto si el due�o de casa va a enterarse alg�n d�a que le escrib� un comentario en su post pasado...pero es que me gust� me re� bastante...aunque no tengo la suerte de saber qui�n es saccomano...dicen que la distancia es el olvido...
Publicar un comentario