2 de mayo de 2011

Hoy cometí todos los cliches de la paternidad contemporánea


Santiago Llach

Leí las secciones de política y economía de los diarios,
pasé a buscar a Fiona y a Benicio por lo de mi ex mujer,
tomé por asalto una colita de cuadril
y hurgué en el fondo de un pote de helado de Freddo
para contribuir así a la edificación de esta panza homérica,
dormí una siesta en medio del leve trajín pascual de una casa en Florida
y compré unos bonos externos
a bordo de un bote a pedal en un lago de Palermo.
Ahora los chicos se durmieron
y en la unidad básica de Talcahuano sordos ruidos se oyen
de motores y de acero:
son las huestes metalmecánicas del Novotel de al lado
que no regala ni banda ancha
ni un poco de paz en la noche del centro.
Nada. En el último partido del domingo
empatan Racing y Argentinos, y yo también.
Me libré de las garras del mal
pero no escribí la gran novela de la época.
De todas formas, dormir no está tan fácil.
Soy el guardaespaldas de mis guerras íntimas,
ya hubo muchas noches así, y vendrán otras tantas.