“Trato de pensar una escritura que preste atención a los matices”
Ganador del prestigioso premio Herralde con su novela El Pasado, estudioso del diario íntimo como género literario, sensible guionista argentino, Alan Pauls vuelve a su infancia con un libro que toca la autobiografía y avanza hipótesis sobre la playa como objeto de estudio. Explicaciones de un yo entre el mito, el ensayo y la utilidad de la privación.
Juan Terranova
Alan Pauls se presta para la sesión de fotos con una paciencia innegable. Su estudio es una salón vacío con un escritorio y un par de bibliotecas en una esquina. En ese lugar escribió El Pasado, la novela que en el 2003 ganó el premio Herralde de la editorial española Anagrama. Aunque hace frío y la mesa es larga y también está vacía, la tranquilidad con la que Pauls escucha, piensa y formula sus respuestas podría considerarse una rara forma de confort. En estos días, se distribuye La vida descalzo, un libro breve, lleno de reflexiones y apuntes autobiográficos sobre la playa.
¿A qué género pertenece La vida descalzo? ¿Cómo surgió la idea de hacer un libro así?
Surge como un encargo de la editorial Sudamericana para la colección In Situ y para mí es un ensayo. Un ensayo tal como lo entiendo yo, a partir de algunos textos muy puntuales. Todo lo que escribo dentro del género sale de las cinco o seis páginas de Roberto Arlt, yo mismo de Oscar Massotta. Aunque también están en Martínez Estrada, en Carlos Correas o en María Moreno. Es un uso que potencia al máximo la condición polimorfa del género, capaz de surfear registros tan antagónicos como la primera persona y un registro más teórico, analítico, ir de lo más frívolo a lo más serio. Y permite una cierta libertad para declinar un mismo objeto, un mismo tema, y modularlo de formas variadas y producir un libro que sea, al mismo tiempo, muy estrábico sin apartarse del tema sobre el cual gira.
¿Hay ficción en el libro?
El libro tiene vísperas de ficción. La ficción es un poco el horizonte del libro. Pero la ficción lo seduce al libro desde afuera. Como si el libro fuera hacia la ficción pero no se convirtiera en ficción nunca. El ensayo del escritor es más libre, por ejemplo, que el del ensayo académico, contiene un uso, digamos, más dandy. Al mismo tiempo no deja de ser fiel al género. Hoy me siento cómodo en ese género.
¿Cómo es la historia de las fotos que hay en el libro?
Son fotos recolectadas, de mi archivo de mi padre, de mi archivo personal. Cuando escribía el texto, intercalaba fotos. Pero eran fotos ligadas a la parte pop del libro. Eran fotos que bajaba de Internet. Me servían para imaginarme un libro ilustrado. Por ejemplo, Ursula Andrews saliendo del agua en El satánico Dr. No. Después, me di cuenta que no quería escenas que graficaran tan explícitamente. Y entonces hice una especie de casting de fotos mías. Fotos que describieran una playa sin arte. Me cuesta mucho pensar mi infancia fuera de la playa.
¿El libro es en algún punto el desmontaje de un mito?
De montaje, más bien.
Pero el mito erótico de la playa aparece revisado...
Bueno, eso sí. Pensar ciertos mitos de la experiencia playera, como el mito del desenfreno sexual, eso sí. Pero, por otro, me hubiera gustado contribuido a consolidar el mito de la playa en sí.
En ese sentido, creo que hay un refinamiento del mito.
Me gusta mucho trabajar con objetos comunes y me gustan muchos los matices. Lo que trato de hacer cuando escribo ensayos trato de pensar una escritura preste atención a los matices. Me interesan, en general, más las pequeñas diferencias que las grandes. Tengo la impresión de que de las grandes diferencias se ocupan los diarios, la televisión, los diarios, el espectáculo en general. Hay un terreno que es el terreno de las diferencias mínimas, del grado, del acento, de la modulación. Son diferencias que hacen sentido y al mismo tiempo son diferencias de las que puede dar cuenta una escritura como la del ensayo o la ficción.
Intimidad y tecnología. El género diario íntimo ocupó en varias ocasiones la atención crítica de Pauls. En uno de sus ensayos, El fondo de los fondos, donde los diarios de Pizarnik se cruzan con Ignacio de Loyola, se mencionan al pasar los weblogs, definiéndolos como “esos diarios en vivo que funden en un mismo espacio, el de la pantalla, el momento de la escritura con el de la lectura, el ensimismamiento y la exhibición”.
¿Leés weblogs?
No, no mucho.
¿Lo considerás un género?
Sí, supongo que es un género de la cultura electrónica. Me despierta interés, pero no deseo. Me despierta un interés de civilización. Quizás para que me despierten deseo alguien tendría que poner ese corpus en un libro. Habría que sacarlo un poco de su contexto. Lo que me abruma del weblog es el contexto. Abrir un weblog y te darte cuenta que hay mil millones.
¿Es una sensación de vértigo?
Más que vértigo, yo diría indiferenciación. Hay un umbral entre el interés cultural y el deseo, que ya es ganas de apropiarse un objeto, de escribir sobre él, de pensarlo, de practicarlo. El deseo lo genera algo que te parece diferente por alguna razón. Al blog lo veo demasiado indifrenciado.
¿Lo ves enfrentado al diario íntimo?
No, para nada, lo veo como una excresencia, una prótesis, una ciberversión. Lo que sí creo es que esa marca que yo señalaba, el momento de la exhibción y la contemplación, son el mismo momento: eso constituye una diferencia radical, entre el weblog y el diario íntimo. En el diario íntimo por ínfima que sea la diferencia en el momento en que el diarista escribe y otro lo lee, como en Lolita, que Humbert Humerbt escribe y acto seguido la madre de Lolita lo lee, por ínfima que sea esa diferencia de tiempo que hay entre el momento de escribir y el momento de leer es fundamnental para el género. En cambio en el weblog no. Ahí hay algo del orden del vivo, hay algo que es performático.
Hablemos de El pasado. Para Pauls enfrentarse a los lectores españoles fue como “entrar en un cuarto oscuro y lleno de gente que uno no conoce”. Pese a ser un libro voluminoso que revuelve diferente formas de la desdicha, El pasado logró una repercusión inusual tanto en España como en Argentina. La historia gira alrededor de dos personas que formaron una pareja perfecta, Rímini y Sofía, pero empieza cuando la unión se rompe y un período de indeterminación obsesiva se abre paso y licúa todo vestigio de felicidad standard.
¿A qué le atribuís el éxito que tuvo El Pasado?
Creo que la novela se mete en serio con algo. Eso se aprecia en el libro. Toma un objeto, en este caso la experiencia amorosa, e incluso a riesgo de ser grave, de ser pesado, tortuoso. En ese sentido, toma un riesgo importante y produce un mundo interesante. Un libro obsesivo, un libro que cava siempre el mismo pozo.
Rímini, el protagonista masculino de El Pasado, experimenta sutilmente algunos placeres masoquistas. En un momento de La vida descalzo te confesás como un sigiloso discípulo de Sacher Masoch. ¿Hasta que punto esto es así?
No lo sé. Para mí que en tanto escritor, y sólo puedo responder desde ese lugar ya extraño de enunciación de una experiencia personal, hay algo del orden de la privación que me resulta útil. Podría decir que gozo con la privación. En La vida descalzo hablo de la experiencia de extraordinaria felicidad que es resulta para un chico quedarse en casa, enfermo, cuando todos están en la playa. Todos se van a la playa menos él y él se queda solo y lee. Creo que escribí el libro para escribir esa escena. Y también me funcionan bien las reglas. Soy, en ese sentido, contractualista y eso me lleva a Masoch. Ahora, no podría decir que me gusta el dolor físico.
¿Escribirías algo que pudiera ser subtitulado “novela política”?
No. Escribiría algo que pudiera titularse “política”. O sea, me gustaría que cuando la política entre en lo que yo escribo, y creo que algo así está pasando, me gustaría que eso fuera el título, no el subtítulo. Una de las cosas más horribles que le pasa a la política, cuando se cruza con la literatura, es eso, que siempre va a la subtítulo. Y me parece que la política es más interesante que eso. A Lamborghini jamás se le hubiera ocurrido subtitular El Fiord “relato político”.
¿Qué tiene que tener una novela para despertar su interés?
Tiene que tener lo mismo que tiene que tener cualquier objeto artístico: plantearme problemas, desconcertarme, no tiene que ratificar lo que pienso sobre las cosas, más bien lo contrario. Me tiene que desafiar. Sigo siendo muy sensible al desafío artístico.
***
Cuando se le pregunta por la película que Héctor Babenco se está rodando sobre su novela El Pasado, Alan Pauls exhibe una mezcla de resignación e inteligencia. Autor de una larga lista de películas realizadas, entre ellas la excelente La era del ñandú, un documental apócrifo dirigido por Carlos Sorín, y El Censor, inspirada en el censor de la dictadura Miguel Paulino Tato y dirigida por Eduardo Calcgano, Pauls admite que no tiene una relación simple con las adaptaciones.
¿Cómo te imaginás la película que se está haciendo con El Pasado?
No me la puedo imaginar. Los lectores me preguntan a veces si yo lo veía a Gael (Garcia Bernal) como Rímini y la verdad es que yo cuando escribo no imagino, no tengo referentes físicos de mis personajes. Pueden tener marcas, un lunar, rengear un poco de la pierna derecha, pero no me los imagino de manera fílmica.
¿Y cómo te imaginás, entonces, la escena de Alan Pauls yendo a ver la pelícual?
Traumática. Pero eso no tiene que ver con la película, más bien tiene que ver conmigo.
El Pasado tendrá a la estrella mexicana de Y tu mamá también, Amores perros y Diarios de motocicleta en el protagónico y estará acompañado por Analía Couceyro como Sofía. El guió pertenece al mismo Babenco y al joven dramaturgo y puestista argentino Federico León.
Hoja de vida
Alan Pauls Nació el 22 de abril de 1959 en Buenos Aires, Argentina, en el barrio de Colegiales.
En 1983, escribe el guión de la película Los enemigos, dirigida por Eduardo Calcagno y protagonizada por Ulises Dumont y Nelly Prono. Al año siguiente, se publica su primera novela "El pudor del pornógrafo".
En 1990 se publica su segunda novela "El coloquio". Dos años más tarde, es invitado por la Maison des Écrivains Étrangers et des Traducteurs a residir dos meses en el puerto francés de Saint Nazaire. Como secuela de esta hospitalidad surge su novela "Wasabi", que se publicará en 1994.
En 1996, aparece en Buenos Aires la antología "Cómo se escribe. El diario íntimo".
En el 2003, Anagrama publica la novela "El pasado", ganadora del Premio Herralde de Novela.
(Entrevista publicada en el suplemento Cultura de Perfil, el 30 de julio de 2006.)
7 comentarios:
Favor de darme una direccion profesional para el Sr. Alan Pauls. Un grupo de estudiantes de postgrado de la U de Illinois-Chicago quisiera contactarlo.
Enviar direcction al blog de "nadia-intercambios"
Gracias.
La foto que ilustra la entrevista a Alan Pauls fue tomada por Andrea Stefanoni para la Playboy México.
La foto que ilustra la entrevista a Alan Pauls fue tomada por Andrea Stefanoni para la Playboy México.
soy escritor, tengo treinta años y soy inedito, curso la lic de letras modernas y he terminado luego de seis años mi primera novela. deseo contactarme con Alan Pauls. para mostrarle mi obra, ya que creo que hay verdaderos puntos en comun, y como miramos la lit, aun asi, me considero un escritor en formacion. mi novela se titula el Amanuense y es un omenaje doble. por un lado en la primera parte se hace alucion a los escritores de boom y en la segunda parte a la nueva narativa latinoamericana. pero finalmente la trama la construye un AMANUENSE: ¿acaso todo no se condensa en Borges?
¿Algún consejo para conseguir que me envíen por correo "cómo se escribe. el diario íntimo" de pauls...
no lo encuentro por ninguna parte...
contestar en mi blog, por favor
gracias, saludos
Alan Pauls- ¿Còmo hacer para obtener su emails?
desde Rìo negro agradecerè informaciòn.
Gracias
Avísenle al Escritor Martín Carvajal que "homenaje" va con H. Corre riesgos de recibir una bofetada de Alan Pauls si persiste en su errata.
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