por Pedro Mairal
Desde la cama la oigo que abre la ducha. Primero ese tamborileo parejo del agua que sale por los agujeritos y cae en hilos uniformes sobre el piso hueco de la bañadera. Como un redoblante. Después se le agrega el ruido de la cañería del agua que cae por el desagüe, un sonido más profundo, tubular, cavernoso. Después se empieza a hacer charquito en la bañadera y el agua golpea el agua, uno sonido más de lluvia fuerte, de chubasco, menos parejo que antes, menos industrial; un sonido que ya no se parece a los agujeritos de la flor de la ducha. Ahora los ruidos se vuelven ruidos de un ser vivo que obstruye el agua, salpica, se baña, ruido de que sin duda hay alguien ahí, bajo el chorro, y el agua cae en riachos, goterones a destiempo, cae de golpe mucha agua contra el agua quizá de una mano que hizo piletita un instante y la soltó toda de golpe. Y ahora el ruido se silencia como si hubiese cerrado la canilla pero es, en realidad, que puso toda la cabeza bajo el chorro y la mata de pelo amortiguó el sonido. Después vuelve la lluvia que suena pareja durante un momento quizá porque ella está quieta lavándose a un costado la cabeza, hasta que suenan unos chorros de mechones empapados y es varias veces y más pesado todavía, "plash, plash", como si el agua azotara contra el piso, agua jabonosa, pesada, con shampoo, cayendo en el clímax del baño matutino; la aceleración de los borbotones y las salpicadas, el momento de mayor actividad y empape entre los codazos del enjuague, hasta que de pronto se calla todo. Un silencio. Unos hilos últimos en la cañería. Silencio. Casi misterio. Y ella sale desnuda con un turbante de toalla.
Desde la cama la oigo que abre la ducha. Primero ese tamborileo parejo del agua que sale por los agujeritos y cae en hilos uniformes sobre el piso hueco de la bañadera. Como un redoblante. Después se le agrega el ruido de la cañería del agua que cae por el desagüe, un sonido más profundo, tubular, cavernoso. Después se empieza a hacer charquito en la bañadera y el agua golpea el agua, uno sonido más de lluvia fuerte, de chubasco, menos parejo que antes, menos industrial; un sonido que ya no se parece a los agujeritos de la flor de la ducha. Ahora los ruidos se vuelven ruidos de un ser vivo que obstruye el agua, salpica, se baña, ruido de que sin duda hay alguien ahí, bajo el chorro, y el agua cae en riachos, goterones a destiempo, cae de golpe mucha agua contra el agua quizá de una mano que hizo piletita un instante y la soltó toda de golpe. Y ahora el ruido se silencia como si hubiese cerrado la canilla pero es, en realidad, que puso toda la cabeza bajo el chorro y la mata de pelo amortiguó el sonido. Después vuelve la lluvia que suena pareja durante un momento quizá porque ella está quieta lavándose a un costado la cabeza, hasta que suenan unos chorros de mechones empapados y es varias veces y más pesado todavía, "plash, plash", como si el agua azotara contra el piso, agua jabonosa, pesada, con shampoo, cayendo en el clímax del baño matutino; la aceleración de los borbotones y las salpicadas, el momento de mayor actividad y empape entre los codazos del enjuague, hasta que de pronto se calla todo. Un silencio. Unos hilos últimos en la cañería. Silencio. Casi misterio. Y ella sale desnuda con un turbante de toalla.
6 comentarios:
(el perfume de aloe vera y el vapor saliendo del baño -el perfume primero, el vapor después, de golpe, explotando desde el baño- como preludiando a la figura romana que está llegando;
y que llega
caliente y nueva de no saber si abrir generosamente los brazos o chuparse los dedos una y otra vez)
Buen post pedro.
me sumo
muy bueno
...turbante que ha enroscado con ademán antiguo... ;-)
Beso!
tanto ruido y al final... ella, en lugar del fin.
la mujer que sale de todas las duchas!
Qué gran palabra "chubasco", viejo. Muy lindo texto, of cors.
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