por Rodrigo (Fideos con manteca)
Pensando en un tema de Sepultura, alegrísimo por volver a casa, subí al 53 y en la mitad del camino, después de la general Paz e hipnotizado por el sonido del motor del colectivo, por la ventana, en un toque y en una esquina, vi un bardo de mujer enorme cargando bolsitas de supermercado chino, a cada paso inclinándose a golpecitos de un lado a otro y tratando de equilibrar la escena, y una bocha de críos corriendo unos metros adelante y volviendo en círculos a la madre y jugando a ver quién corre más, a quién grita más, a quién es más ninja y a quién algo más; ella era una vaca tratando moscas, un planeta llevando lunas, una suela levantando mierda de baldosa, una ranchera Ford y perros ladrando, vino acabando bolas de frailes y churros o morcilla y riñoncitos, Blanca nieves bailando cumbia con los siete enanitos, boca cochina babeando putas madres y ave marías; ella era un nombre propio, virgen y sagrado, chinísima hasta en las chinelas, una pollera azul escondiendo verdín, pullover negro con olor a caldito Knor verduras, evitando las miradas ociosas e hiperbólicas (esas que se compadecen pero ridiculizan o ridiculizan para no compadecer) llegando a casa y nada más.
Pensando en un tema de Sepultura, alegrísimo por volver a casa, subí al 53 y en la mitad del camino, después de la general Paz e hipnotizado por el sonido del motor del colectivo, por la ventana, en un toque y en una esquina, vi un bardo de mujer enorme cargando bolsitas de supermercado chino, a cada paso inclinándose a golpecitos de un lado a otro y tratando de equilibrar la escena, y una bocha de críos corriendo unos metros adelante y volviendo en círculos a la madre y jugando a ver quién corre más, a quién grita más, a quién es más ninja y a quién algo más; ella era una vaca tratando moscas, un planeta llevando lunas, una suela levantando mierda de baldosa, una ranchera Ford y perros ladrando, vino acabando bolas de frailes y churros o morcilla y riñoncitos, Blanca nieves bailando cumbia con los siete enanitos, boca cochina babeando putas madres y ave marías; ella era un nombre propio, virgen y sagrado, chinísima hasta en las chinelas, una pollera azul escondiendo verdín, pullover negro con olor a caldito Knor verduras, evitando las miradas ociosas e hiperbólicas (esas que se compadecen pero ridiculizan o ridiculizan para no compadecer) llegando a casa y nada más.
6 comentarios:
me encantó
¡Carajo hombre!, que sequedad con los chicuelos y la nodriza...¿No viste acaso a alguna de esas pelirrojas prietas de copa 36b?...
qué es pelirroja prieta de copa 36b?
Qué cuadro delicioso. La paciencia de una madre (como esa; otras tienen la mecha más corta) es infinita.
Esa es la imagen, hermoso, me encantó. También me gusta cuando se revolean unas cachetadas a la nuca (es que a mi me las dieron).
...bailando cumbia...
muy bueeee
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