Pedro Mairal
El sábado al mediodía Gustavo López me llevó a jugar al fútbol. Por las patas de palo que tengo de nacimiento, yo me había dado de baja del fútbol 5 el año pasado, pero él me obligó. El partido le hizo mucho mal a mi ego. Uno de mi equipo me apodó "Súper". "Che, Súper, cuando marques tratá de ponerte entre el jugador y el arco". Igual ganamos. Hice dos goles. No hay foto.
A la tarde, entre mates y tarta de manzana, hablamos de poesía con los poetas del proyecto Ruta 33 en la biblioteca del Club Bella Vista.
El mega poeta bahiense Sergio Raimondi nos paseó por Puerto Ing. White, por el muelle de Cerri, por una estación abandonada, por los cangrejales que le tragaron un caballo a Fabio Cáceres, por silos cerealeros, por petroquímicas, esos paisajes de su poesía.
A la noche leímos poesía en el Hostel Bahía con Nicolás Guglielmetti, Alejandra Larosa y Mario Ortiz (foto de Abel Escudero).
El domingo, mientras lo esperábamos a Raimondi en la plaza, la verdadera naturaleza de hombre orquesta de López se manifestó ante mis ojos cuando se volvió uno y trino.
El mega poeta bahiense Sergio Raimondi nos paseó por Puerto Ing. White, por el muelle de Cerri, por una estación abandonada, por los cangrejales que le tragaron un caballo a Fabio Cáceres, por silos cerealeros, por petroquímicas, esos paisajes de su poesía.
A la noche leímos poesía en el Hostel Bahía con Nicolás Guglielmetti, Alejandra Larosa y Mario Ortiz (foto de Abel Escudero).
A las once me tomé El Cóndor y amanecí el lunes cerca de Cañuelas.