por Santiago Llach
Así como muchas de las mejores novelas argentinas de los años noventa fueron libros y libritos de poemas (de Martín Gambarotta, Fabián Casas, Cecilia Pavón, Martín Rodríguez), ahora lo mejor que le pasa a la poesía argentina lo hacen blogueras (como Fille Putain), fotógrafos (como Mariano Blatt, que diseña afiches con leyendas y los sube a su fotolog) y narradores (como Leonardo Oyola). Siempre lo más interesante que pasa con un arte son los elementos nuevos que el artista trae del afuera para mezclar con lo viejo, con la tradición.
En la era del dólar ultrabajo, mientras el mercado interno se achicaba, la política venía mal cortada y los jóvenes de clase media viajaban por el mundo, un arte de las catacumbas como la poesía, que camina siempre con un pie afuera del mercado, fue la sede que encontraron los hijos del rock y las utopías setentistas para contar sus mejores historias. El modelo argentino se convirtió pronto en una feria artesanal de poetas latinoamericanos que iban y venían por el patio trasero de USA con sus libros objeto y sus papeles fotocopiados.
Los narradores de la era de la soja kirchnerista, de la época en que el 24 de marzo se convirtió en un feriado más, en cambio, tienen acceso inmediato a la publicación. Mientras ellos cocinan su poética a la vista de todos (los viejos dinosaurios editoriales les abren la puerta con antologías, y los medios los saludan desde la tapa de los suplementos), los formatos ofrecidos por Google Inc y sus competidores van reconfigurando las formas literarias. ¿Dónde están los mejores poemas actuales? Posiblemente, en breves posts en prosa que se descubren saltando por los blogs, en los párrafos que los nuevos narradores prolijos dejan afuera de su angustia publicadora, en la crítica cultural instantánea de los hijos de la educación humanística masiva y a la bartola volcados a la ficción: ahora la que viene mal cortada es la poesía.
(publicado en Crítica, 21 de marzo de 2008)
4 comentarios:
Basta de la mentira Fille Putain.
Vos no debías vivir mal en los 90. Tu viejo ya cumplía tareas en el gobierno de Carlos I y mal no le iba.
Basta de escupir al cielo, caraduras-
¿Mal cortada? Eso significaría que alguien la está estirando con alguna mierda, pero veamos: ¿estamos buscando de la pura o qué? ¿Dónde está la poesía que nos va a poner al palo? Fin de la era del verso: los géneros literarios están viviendo su fiesta transexual.
Aca está la poesia que nos va a poner al palo, entre nosotros.
Pasen y vean.
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