
13 de marzo de 2008
Mairal está en la sopa

12 de marzo de 2008
MALBA- miércoles
11 de marzo de 2008
Botenstoffe
Berlín 2010
Estimados Señoras y Señores,
Argentina es este año invitada de honor en la Feria del Libro de Fráncfort. Un buen motivo para dirigir nuestra atención de antemano hacia algunas de las voces literarias más destacadas del país. Por ello, el Lettrétage de Berlín tiene el placer de informarle sobre las siguientes actividades:
El 25 y 26 de marzo de 2010 se celebrará en la casa de Literatura Lettrétage la primera conferencia de autores argentinos y alemanes bajo el título Botenstoffe. La inauguración oficial se realizará el 23 de marzo en el Instituto Cervantes. Cinco autores de Argentina se encontrarán con cinco autores alemanes y discutirán acerca de las similitudes, los rasgos en común y las interferencias en la literatura en Argentina y Alemania. Además de lecturas, se organizarán mesas redondas en las que se tratará de aclarar cuáles son las tendencias actuales y las motivaciones para escribir.
Las lecturas se realizarán en lengua alemana y española. Más información acerca del proyecto y los autores la encuentran a continuación.
Agradeciendo de antemano su apoyo en la difusión de este evento,
reciban un cordial saludo,
Fabienne Fontaine/Lettrétage e.V.
Autores y autoras participantes:
Laura Alcoba
Lola Arias
Félix Bruzzone
Sergio Raimondi
Pablo Ramos
Nora Bossong
Daniel Falb
Juliane Liebert
Tilman Rammstedt
Julia Zange
Botenstoffe:
El 25 y 26 de marzo se celebrará en la casa de Literatura Lettrétage la primera conferencia de autores argentinos y alemanes bajo el título Botenstoffe. La inauguración oficial se realizará el 23 de marzo en el Instituto Cervantes. Cinco autores de Argentina se encontrarán con cinco autores alemanes y discutirán acerca de las similitudes, los rasgos en común y las interferencias en la literatura en Argentina y Alemania. Además de lecturas, se organizarán mesas redondas en las que se tratará de aclarar cuáles son las tendencias actuales y las motivaciones para escribir.
Botenstoffe pretende impulsar el diálogo entre autores, lectores y editoriales a ambos lados del Atlántico. En la conferencia se plantearán tres cuestiones principales:
- En tiempos en los que se refuerza el intercambio cultural y se forma una “global literature”, ¿en qué consiste la capacidad de los estilos para conectar más allá de las fronteras nacionales y culturales?
- ¿Cuál es el papel de lo político en la literatura? ¿Existe a pesar del fin de las utopías la posibilidad de un renacimiento de lo político en la poesía y en la novela?
- ¿Dónde comienza el plagio y dónde termina la adaptación, dónde se encuentra en este complejo lo propio y lo ajeno de cada autor?
_Botenstoffe ha sido organizado por Timo Berger (Latinale) y Tom Bresemann (S³ LiteraturWerke, Lettrétage)
Los autores de Argentina
Pablo Ramos_*1967
Músico y escritor, con sus poesías y narraciones ha obtenido importantes distinciones literarias en Latinoamérica. “El origen de la tristeza” (publicada por la editorial alemana Suhrkamp) es el título de su primera novela.
Sergio Raimondi_*1968
En alemán se ha editado “Zivilpoesie/Poesía civil” (Wissenschaftlicher Verlag Berlin, 2005). “Para un diccionario crítico de la lengua” saldrá a finales de 2010 en luxbooks.
Lola Arias_*1976
Trabaja como escritora, directora de teatro, actriz y compositora de música. Sus obras de teatro han sido traducidas al alemán, inglés y francés, y han sido publicadas en Alemania por la editorial Verlag der Autoren. También ha publicado poemas y relatos cortos.
Felix Bruzzone_*1976
Su primera novela “Los topos” salió al mercado en 2009. En alemán se editarán en primavera de 2010 el relato “Unimog” en una antología de narraciones argentinas (Wagenbach) y en otoño de 2010 el libro de cuentos “1976” (Berenberg Verlag).
Laura Alcoba_*1968
Su novela “La casa de los conejos” se publicará en 2010 en alemán en Suhrkamp bajo el título “Das Kaninchenhaus”. En 2009, la editorial Gallimard publicó su segunda novela „Jardin blanc“.
Los autores de Alemania
Juliane Liebert_*1987
Hasta ahora no cuenta con ninguna publicación propia. En 2009 ganó el premio promocional Wolfgang Weyhrauch y trabaja como redactora en la revista VICE.
Julia Zange_*1983
En 2008 publicó Suhrkamp su primera novela „Die Anstalt der besseren Mädchen“ (La institución de las mejores niñas). Actualmente trabaja en un libro de poemas y en el guión de una película.
Nora Bossong_*1982
Su debut novelístico fue en 2006 con “Gegend” (Zona), publicado por Frankfurter Verlagsanstalt, al que siguió la colección poética “Reglose Jagd“ (Caza inerte). En 2009 se editó su segunda novela „Webers Protokoll“ (El protocolo de Weber) (FVA).
Daniel Falb_*1977
En 2003 publicó su colección poética “die räumung dieser parks” (El despeje de estos parques) en kookbooks, seguido en 2009 de su segundo libro “bancor”, también en kookbooks.
Tilman Rammstedt_*1975
En 2003 se publicó su primer libro „Erledigungen vor der Feier“ (Cumplimientos antes de la fiesta), en 2005 su novela „Wir bleiben in der Nähe“ (Nos quedamos cerca), seguida en 2008 de „Der Kaiser von China“ (todos por DuMont). Por este último, publicado en España por El Aleph Editores bajo el título „Un cuento chino“, obtuvo el premio Bachman.
Patrocinadores/Socios
Hauptstadtkulturfonds
Cofra
Embajada Argentina en Alemania
Ministerio de las Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Presidencia de la Nación Argentina
Lettrétage
Latinale
S3-Literaturwerke
Instituto Cervantes
Promovido por
Freitag
Lugar de la conferencia:
El Lettrétage en Berlín es por la orientación de su programación, centrada por un lado en literatura de habla alemana y por otro en clásicos y nuevos descubrimientos de la literatura latinoamericana, ideal como espacio de conferencias y como institución acompañante de actividades literarias.
Grilla de actividades:
Martes, 23 de marzo de 2010
19:30 horas – Entrada: 3/ 5.-€ – Acto inaugural en el Instituto Cervantes
con Sergio Raimondi, Felix Bruzzone, Julia Zange y Daniel Falb
(Moderación: Rike Bolte, Universidad Libre de Berlín)
Jueves, 25 de marzo de 2010
10:00 -13:00 horas y 14:00-18:00 horas – Conferencia (acto no abierto al público)
19:30 horas – Entrada: 5.-€ – Lectura/charla en el Lettrétage
con Sergio Raimondi, Nora Bossong, Laura Alcoba y Felix Bruzzone
(Moderación: Kathrina Deloglu, Lettrétage)
Viernes, 26 de marzo de 2010
10:00 -13:00 horas y 14:00-18:00 horas – Conferencia (acto no abierto al público)
19:30 horas – Entrada: 5.-€ – Lectura/charla en el Lettrétage
con Pablo Ramos, Lola Arias, Juliane Liebert y Tilman Rammstedt
(Moderación: Johanna Richter, Universidad Potsdam)
Aviso a los medios:
Con gusto podemos proporcionarles una acreditación para las conferencias de ambos días. Les rogamos nos envíen su inscripción antes del jueves 18 de marzo, puesto que contamos con un número restringido de plazas para asegurar un ambiente distendido en el que los autores puedan trabajar con tranquilidad.
www.lettretage.de
Methfesselstraße 23
10965 Berlin
030 6924538
Vease:
10 de marzo de 2008
El martes presentamos:
8 de marzo de 2008
29 de febrero de 2008
26 de febrero de 2008
Párrafos de novelas inexistentes
19 de febrero de 2008
18 de febrero de 2008
Todavía cantamos
17 de febrero de 2008
Problema
11 de febrero de 2008
8 de febrero de 2008
El culo de una arquitecta

No suelo concordar con el prójimo varón sobre cuál es el mejor culo. Noto un gusto general por el culito escuálido de las modelos flacas. A mí me gustan grandes, hospitalarios, macizos. Me gusta el culo balcón, que sobresale y se autosustenta como un milagro de ingeniería. El culo bien latino, rappero, reggaetón, de doble pompa viva y prodigiosa.
Me salen versos cuando hablo de culos. Quizá porque en los culos hay algo más antiguo y atávico que en las tetas, que en realidad son una intelectualización. Las tetas son renacentistas, pero el culo es primitivo, neanderthaliano. Con su poder de atracción inequívoca, su convergencia invitadora, es un hit prehistórico. Despierta nuestro costado más bestial: el del acoplamiento en cuatro patas. Las tetas son un invento más reciente, son prosaicas. El culo, en cambio, es lírico, musical, cadencioso, indiscernible del meneo de caderas, del ritmo, la batida de la bossa que retrata a la garota que se aleja en Ipanema [SIGUE ACÁ].
6 de febrero de 2008
Metáforas
3 de febrero de 2008
Las fotos de Daniel Mordzinski


La nota en La Nación
Fotos de Daniel Mordzinski
31 de enero de 2008
Me quedo

22 de enero de 2008
19 de enero de 2008
Una chica de provincia - Entrevista a Selva Almada

Cuando vine a vivir a Buenos Aires empecé a darme cuenta de que soy una escritora de provincia. Acá comencé a escribir de allá. Y no arrastrada por la nostalgia sino, tal vez, asombrada por el universo tan particular que, por ser de allá, podía reescribir, ficcionalizar, refundar desde acá. Acá siempre es la literatura, vaya adonde vaya.
Una chica de provincia reúne tres libros de relatos que son mi trilogía de Entre Ríos. Los dos primeros –Niños y Chicas lindas- narran historias iniciáticas. Los primeros careos con la muerte: la curiosidad que provoca ver el primer cadáver de nuestras vidas; el dolor por la muerte de animales queridos; la muerte de otro niño como la revelación de una verdad espantosa: los chicos también pueden morirse; la crónica del asesinato impune de una adolescente pueblerina. El último –En familia- es el relato de un suicidio.
Supongo que no es casual que la muerte sea el gran tema de esta trilogía. Después de todo, en los ríos de mi provincia se ha lavado la sangre de batallas históricas. Tampoco ha de ser casualidad que su accidente geográfico característico sean las cuchillas”.
Selva Almada
(contratapa de Una chica de provincia, Gárgola, 2007)
La solapa dice que Selva Almada nació en Entre Ríos en 1973, que publicó sus primeros relatos en el Semanario Análisis de Paraná, donde dirigió la revista Caelum Blue. En 2003 editó Mal de muñecas y Niños en 2005. Uno de sus relatos integra la antología Una terraza propia editado por Norma.
p.mairal
Como decís en la contratapa, es cierto que el tema central de Una chica de provincia es la muerte, pero a la vez este no es para nada un libro oscuro. Quizá sí lo sea la última parte, pero los primeros dos -la infancia y la adolescencia- me parecen luminosos, llenos de sensualidad.
15 de enero de 2008
9 de enero de 2008
Trauma
Dejo a mi hijo jugando en el balcón y camino hasta el baño para sacarme la mermelada que me pegoteó en los dedos. Prendo la luz, abro la canilla, y mientras me enjabono las manos, moviéndome un paso hacia atrás, alcanzo a verme los pies en el espejo. En el reflejo se ven un poco menos anchos, pienso. Al mismo tiempo, me acuerdo del profesor particular de física que hace muchos años me explicó por qué en los espejos, aunque no lleguen hasta el piso, podés mirarte los zapatos. Hicimos la prueba cuando bajamos en el ascensor. Termino de secarme las manos, apago la luz y cierro la puerta. Voy a la cocina a hacerme un café. Dicen que el café es bueno para el calor. Pongo dos cucharadas en una taza, y mientras veo girar el agua en el microondas pienso en una entrevista que hace unos meses un periodista de Clarín le hizo al líder de las FARC. Debe estar cansadico y con calor, le dijo el guerrillero al recibirlo en un bunker de la selva, ahorita le preparamos un buen café. Me pregunto si a los rehenes también les hablará con diminutivos. Sólo cuando escucho el llanto del nene dejo de pensar en la selva colombiana. El microondas suena; pasaron dos minutos y cuarenta y cinco segundos desde que puse la taza. Mi hijo sigue llorando; imagino que está luchando contra la ropa limpia que se seca en el balcón. Vuelco el agua caliente sobre el polvo, y mientras bato con la cucharita voy a ver por qué el nene sigue protestando. En el balcón no hay nadie; durante un par de segundos veo nublado, y tengo que hacer un esfuerzo para que no se me caiga la taza. Los gritos vienen desde más lejos. Suenan furiosos y apagados. Dejo el café en un estante de la biblioteca y me doy cuenta de todo. El nene se quedó encerrado en el baño; entró sin que yo me diera cuenta mientras me lavaba las manos, hace como seis o siete minutos. Abro la puerta y lo veo transpirado, lleno de mocos y de lágrimas. Me mira a los ojos y abre la boca sin sonido, como si se estuviera ahogando, o como si estuviera tomando aire para volver gritar. No sé qué hacer. O sí sé qué hacer: lo levanto, lo abrazo y le beso el cuello, pero sin saber cómo darle a entender que no lo dejé encerrado a propósito. Tardo media hora en calmarlo. En el resto de la mañana, cada vez que me vuelve la culpa y le pido perdón, él vuelve a llorar y a golpearme la cara con los puños. Pienso que podría sacarme el trauma poniéndome a escribir, o preguntándome de dónde saldrán esos recuerdos que se cuelan todo el tiempo por las ranuras de la vida cotidiana. Pienso en los rehenes de las FARC, en la selva colombiana y en el profesor de física, un jubilado que hoy tendría como noventa años y que vivía con su mujer en mi mismo edificio. Como me daba vergüenza decirle que éramos tan vecinos, cuando me pidió mis datos le di cualquier dirección. Cada vez que terminaba una clase y bajaba a abrirme la puerta, yo lo saludaba, daba una vuelta manzana y volvía a abrir con mi llave. Por suerte nunca nos cruzamos fuera de ese horario.
8 de enero de 2008
"1999"

Una imagen que me puede arruinar el día...
En Bogotá 20 días por laburo (quizá posteo algo de eso). El título de Miguel, Enero en Bs As, me hace acordar a esa imagen en la tele cuando ponen algo así como Estalló el Verano y se ve un velerito en medio del mar, y el plano se va abriendo, el velero se achica, se abre más el plano en panorámica, aparece la orilla con la gente metida en el mar, después ya la multitud en la arena, la rambla, la gente que saluda a cámara con un cartel que dice "San Luis presente".
Enero en Buenos Aires
2 de enero de 2008
El almuerzo desnudo
Fui invitado por periodistas de La Mano para participar de un reality que se desarrolla con cada aparición de un nuevo trabajo del Indio Solari. Se trata de la escucha del disco nuevo y el posterior reportaje con el ex cantante de Los Redondos... [SIGUE EN MALELEMENTO]
28 de diciembre de 2007
Coger en castellano
No están desnudas. Pero casi. Algunas sonriendo, o serias en pose hot, o con anteojos de sol, boca abajo en la cama, casi pegándose el culo con los talones, mostrando las marcas del bronceado, o con bombachas de corazones rojos o de estrellitas, en esos cuartos que todavía tienen las cortinas rosas elegidas por la madre. A veces están en el baño, de frente al espejo, o se sacan la foto por sobre el hombro, de espaldas al espejo, mostrando el culo para ver cómo les queda de atrás la bikini nueva. Me gustan todas. Deben tener entre 16 y 19 años, no más. Y así, descalzas en sus casas, tienen una sinceridad, un grado de realidad, que no encuentro a mi alrededor. Están posando, jugando a posar, probando su sensualidad, viendo si son capaces de calentar, como preguntando: ¿Te caliento? Yo susurro, les contesto, a todas, a nadie.
No puedo cerrar con traba la puerta del escritorio. Sería demasiado sospechoso para Sharon. A veces, a pesar de su Alprazolam y su Prozac, se despierta de golpe paranoica preguntando si cerré la puerta del garaje: “Did you close the garage door, Gus?”. Le contesto que sí, que tengo un poco de trabajo atrasado (“paperwork”, le digo) y se vuelve a dormir. Escucho que entra al cuarto de los chicos para ver si están bien tapados y después se vuelve a la cama.
La mesa con la computadora está de frente a la puerta, la pantalla no se ve y me cubre un poco. Es verdad que a veces me quedo hasta tarde preparando un informe, pero siempre termino entrando en la página de fotos. Las mandan ellas mismas para ver si los operadores de la página las cuelgan. Las mandan para probar. Hay un desafío en eso. Algo que me fascina, porque están paradas desnudas, casi desnudas, en medio de esos ambientes decorados, posando en bolas en medio de esa pretensión social de la familia, desnudándose de eso, de esos muebles, de esos adornos. Están como pisoteando todo, sobresaliendo por encima de los cachivaches del orgullo familiar, enrostrando su recién descubierta individualidad, porque se saben únicas y sexys y saben que están fuertes. Así me gustan. En esa pose de “miren en qué me convertí, ahora tengo poder, puedo seducir, tengo esto, soy esto; mamá, papá, ya no soy una nena, ahora tengo tetas, buen culo, y caliento a los hombres, soy superpoderosa y me saco fotos en bolas en medio del living de casa”.
Miro los detalles al fondo de esas habitaciones de chicas porteñas o cordobesas o rosarinas. Están en tanga y musculosa, con una mano en la cintura, la otra en la nuca, revolviéndose el pelo, tan posadas como si estuvieran delante de un fotógrafo profesional, pero posando delante de la cámara con disparador automático en sus propios cuartos, dejando ver detrás esos detalles que me llevan de vuelta: los empapelados descoloridos, la pared con los arreglos sin revocar o sin pintar, las soluciones eléctricas de emergencia que quedan así durante años, cables colgando en diagonal, los estampados del cubrecama, los muebles de imitación caña, las repisas con muñequitos, el elefante arriba de la heladera con un billete atado a la trompa. Puedo volver a través de esos detalles: los peluches, la foto grupal de egresados en la nieve, las paredes de machimbre barnizado, y los patios con mangueras tiradas, las piletas pelopincho en el jardín a media tarde con el agua ya a la sombra de la casa de al lado.
En esos escenarios aparecen, tremendas, levantándose apenas el vestido de algodón, dejando sobresalir los cachetes redondísimos del culo, porque son tan nuevas, tan esféricas. Y parecen tan suaves y ariscas a la vez, que habría que acercárseles despacio para que no se espanten. Pero están solas o con una amiga, o quizá alguna posando delante del novio. Pero casi todas solas como invitándote, mostrando cómo les queda esa mini tan corta o su jean preferido, sin nada más, tapándose las tetas sólo con los brazos, las tetas rebalsando por los antebrazos, esa foto sacada para registrar ese día en que se sienten flacas y divinas. Y se paran delante de la cámara, de espaldas, algunas con pudor, sin mostrar la cara, en su cuarto, con las persianas a medio bajar. Así las veo, las encuentro, las busco, y casi puedo entrar en esas casas en las que siento que estuve alguna vez, puedo sentir los cerámicos grises y frescos bajo los pies, el olor a espiral para los mosquitos, el ruido cuando arrastran una de esas sillas del juego de comedor barato de caño esmaltado en negro y asiento floreado. Puedo estar casi ahí, sintiendo que el azúcar volcada en el mantel de plástico me pincha los brazos después de tomar mate, alguien tose, dos hermanas se pelean, alguien ve televisión en otro cuarto, o no hay nadie en la casa, salieron todos y ella se encierra con la cámara, se siente bien, tiene una ansiedad, una fuerza nueva, quiere verse recién despierta de la siesta, mostrando el culo tembloroso, la cintura arqueada, boca abajo sobre la cama, escondiendo la cara entre las sábanas como esperando a un hombre, levantando el culo duro, toda tirante, y ya respiro mal, y en el pantalón la pija me ocupa espacio hacia un costado, contra la pierna, me la siento por afuera del pantalón, y ésa podría ser, así de espaldas, castaña, me quedo ahí, la nombro, la estoy buscando en todas esas siestas otra vez, es parecida, Chiara en su cuarto en verano con las cigarras afuera que hacían más pesada la tarde al sol, después de la pileta, los dos acostados, yo atrás de ella, en su cama, mordiéndonos, cogiendo sin forro en Caballito, en la calle Yerbal, un sábado sin sus padres que estaban en Lobos porque ella tenía que estudiar. Chiara conmigo, en cucharita, ella agarrándome la pija, frotándose la concha con mi pija. Chiara diciéndome: Tavo qué dura tenés la pija, dándose vuelta un segundo para mirarme de reojo, sin animarse a pedirme que se la meta y yo se la hundía toda de golpe, y me decía: despacio, boludo, y le encantaba. Yo le agarraba un cachete del culo y le daba toda la pija, le buscaba la boca con la mano y ella me chupaba los dedos, me los mordía mientras la cogía así, hasta que se daba vuelta porque queríamos besarnos, yo con la pija mojada hasta el tronco, los pelos mojados, antes de volver a metérsela, y era mucho mejor así de frente, se la hacía sentir adentro y ella me pedía: quedate ahí, quedate ahí, le tocaba con la punta de la pija al fondo, casi no quería que la bombeara, apenas que la empujara ahí, y me mordía, y yo le decía al oído estás toda mojada y no me animaba a decirle qué puta sos Chiara y bajaba un brazo para apretarle el culo, rodeándola, y le tocaba la concha mientras la bombeaba, y Chiara se arqueaba toda sofocada, sofocada, medio fucsia las mejillas con el pelo pegado, cogeme Tavo, cogeme, porque cogíamos en castellano, cojíamos así, con jota, con saliva argentina de pronunciar puteadas y ruegos. Nada de “Oh baby I love that”, ni “Carefull with the condom, Gus”, ni “Im cumming”. Todo en castellano, entre sus muebles, frente al ropero con recortes de revistas del Indio Solari, en castellano y en su cama o sobre el colchón que tenía para las amigas debajo de la cama, entre la ropa tirada, entre el temblequeo de los frascos de colonia y los souvenirs hechos de caracoles. Cogíamos en el calor de diciembre, antes de los exámenes, así, yo debajo de ella que me montaba y quería seguir y seguir y yo no aguantaba más, y me decía: no te vayas Tavo, no te vayas, y yo no sabía si ella estaba llorando o acabando, con las tetitas que le temblaban al lado de mi cara, no te vayas, y yo no sabía si me pedía que no acabara y aguantara más o me pedía que no me fuera, que no me fuera con mi familia, no te vayas Tavo. Pero yo me fui, nos fuimos, me mudé de país, de lengua, de hemisferio, y ahora cojo poco y callado, y me hago pajas tristes a la una de la mañana y, para no manchar la alfombra comprada en cuatro cuotas en Ikea, acabo en una hoja de rollo Paper Towel Extra Absorbent comprado en el Wal-Mart de Baron Drive, mientras afuera cae una nevada mortal como al comienzo de “El Eternauta” y me siento viejo y solo y lejos porque nunca nadie me volvió a abrazar así.
21 de diciembre de 2007
17 de diciembre de 2007
16 de diciembre de 2007
El compositor entrerriano
Mateo es un peluquero joven del barrio de Monserrat. Una de sus obsesiones es poder dar un buen servicio a los clientes y que ese servicio se metabolice en un crecimiento de su negocio. También es fanático de los libros de autoyuda que te estimulan para potenciarte y “no decir sí cuando se quiere decir no”. Tiene mucho sentido del humor y chispa al hablar. Hace poco me dijo: “Todos las noches le pido a Dios que haga nacer pibes con dos cabezas”. Esa frase me hizo reir y después me dejó pensando.
Horacio Binnel fue un compañero del secundario. En ese entonces era un tipo horrible, con cara de rata, casi siempre enfundado en un blazer grueso que le quedaba grande y que le producía un sudor permanente que le mojaba el pelo. Como los jóvenes son crueles, le decían El Bicho y sólo lo tomaban en cuenta para hostigarlo. El, como única defensa para sobrevivir, se expresaba solamente a través de refranes. Conocía millones de ellos y tenía uno para cada ocasión.
Mateo el peluquero me hace acordar a los personajes de Ricardo Zelarayán que suelen se creados por el lenguaje justo en ese momento en que el habla cotidiana sale del lugar común y produce un chispazo eléctrico que nos sacude de la modorra, como la piel sísmica del caballo se mueve para espantar a las moscas. El Bicho Binnel, en cambio, me recuerda la estrategia de escritura de Zelarayán con la que suelen empezar sus relatos, novelas o charlas: con refranes, con frases hechas modificadas, trastocadas. Una estrategia que pone en marcha la gran maquinaria zelarayanesca. Lata Peinada, Variación 2: “¡Atención a los colados que pueden ser más importantes que los invitados! ¡Atención al número cualquiera que puede ganarle a la larga al principal!¡Atención al huevo roto de la docena! ¡Atención al anónimo crecido en el viento negro de la miseria que puede ser el príncipe al final! ¡Ojo con el rengo que se agranda en la adversidad!”
Ricardo Zelarayán publicó muy pocos libros. Los poemas de La Obsesión del espacio, cuando ya tenía 40 años, La Piel de caballo –una novelita finita-, Roña Criolla –poemas repetitivos en clave musical- , un breve artículo crítico sobre Erik Satie, un librito de cuentos para chicos llamado Traveseando y ahora acaba de aparecer la mítica novela perdida y encontrada que según Zelarayán “se le había ido de las manos”: Lata Peinada. Desde las contratapas de los libros –escritas por él bajo el nombre de Odrazir Nayarales- Zelarayán preparó su mito: escribe mucho, pierde casi todo en sus incontables mudanzas por las pensiones y sólo logra publicar lo citado antes arriba. Dice que es entrerriano de nacimiento y salteño- tucumano por tradición. Se describe como un provinciano resentido exiliado en la capital, rodeado de porteños. También aclara que es sordo y músico frustrado. Lo de músico frutrado habría que reverlo. Porque lo primero que deja en claro la lectura de cualquier verso –ya sea bajo al respiración del poema o de la prosa- de Zelarayán, es que es un músico genial. Su intrumento, un pequeño aparatito que suele sacar del estuche para ponerse en la oreja: el audífono. Con él se convierte en “escuchón” y pasa al papel la música que produce la gente cuando se cruza en un bar o en las mateadas de amigos, los relatos orales que circulan de boca en boca y que se van enriqueciendo de acuerdo al talento del narrador de turno.
A Ricardo Zelarayán le gusta contar historias. Quienes lo tratamos cotidianamente en algún momento de nuestras vidas, conocemos la anécdota repetitiva sobre una pelea a piñas de Haroldo Conti con un tipo del que, después de los golpes, se hizo amigo. Le encantaba particularmente este combate donde los dos hombres primero se mataban a palos y después se curaban mutuamente las heridas y se perdonaban. La solía contar con variaciones, como lo hace en sus relatos. En una había un perro de Conti en el medio de la trifulca “¡Era el perro de Haroldo!”, gritaba debido a su sordera. En otra los hombres peleaban en un balcón y había un loro que los arengaba. Todas las versiones eran extraordinarias. Ahora llevo en mi memoria esa maravillosa música, la voz de Ricardo Zelarayán.
8 de diciembre de 2007
La austeridad
Mi amiga está en Recursos Humanos y se está comiendo a este recurso humano ario. El ario no usa traje ni corbata y a todo el ambiente empresarial le parece re cool su neo-austeridad. Va dando conferencias por el mundo de no sé qué cuestión estrambótica y técnica y apunta sus hormonas hacia cuanta profesional de tailleur le da su tarjetita. Las llama, las cita en el hotel… Mi amiga cayó chocha en la volteada.
A mí, más que los detalles de cómo el ario le hizo ver las estrellas, me interesó esa clase de persona, me dieron ganas de ser así, no necesitar nada, viajar con una muda. Pero después en Pueyrredón y Peña me compro unas sandalias que me tenían queinchi y eso me lleva a entrar en Farmacity a comprar separadores de deditos para pintarme las uñas de los pies, y entonces veo que la austeridad monacal va a tener que esperar un rato.
Domingo
7 de diciembre de 2007
Guadalajara
5 de diciembre de 2007
IV)
Las luces de la casa se apagan de a una
Siguen un orden:
-living
-cocina
-comedor
El patio nunca se apaga
En la cocina quedan dos platos rotos
(es difícil reconstruir el motivo floreado
casi tanto como conservar los errores)
¿Y dónde quedaron las pretensiones
de integridad?
Los dos perros se disputan un hueso dulce
muestran los colmillos
los paladares negros
Alguna Biblia abierta
es la guía telefónica
Al camboyanito que cargamos
El cuadro negro de la vida
tambalea ante nuestras caras
Por favor, ocupate de las cuentas
*
(fragmento de Bache)
blog: Lengua nada crol
4 de diciembre de 2007
3 de diciembre de 2007
La canilla
Quiero describir cosas así sin que sean funcionales a nada. Estoy cansado de que las imágenes o las escenas tengan que encontrar un lugar en una novela alguna vez, que tengan que formar parte de una trama para existir. Por eso escribo poesía quizá. Porque no le encuentro un hilo narrativo a la vida. No sé qué quiere decir toda esta sucesión de imágenes y sueños, este desorden repleto de caras y palabras. De hecho no creo que quiera decir nada más que lo que es.
29 de noviembre de 2007
Los recuerdos
Cuando quisiste por fin enterarte de todo, te acercaste a mí con furia, los ojos salidos por la rabia y me preguntaste si me había acostado con él. Te dije que sí, y vos volviste a preguntarme si lo había hecho en tu cama y yo volví a decirte la verdad; y luego gritaste “cuántas veces, decime”, y me insultaste, “cuántas veces”. Entonces yo no pude responderte, no porque no supiera decir “muchas”, “lo suficiente” sino porque en ese momento fue como si me fuera a otro lado y me quedé pensando cómo podías preguntarte sólo eso, que no había sido lo más grave. Y mientras tu cara esperaba un número, un no sé qué, yo recordé su mirada el primer día que lo vi, sus ojos tentadores, las caricias en las manos, cuando aprendimos a tomar vino del mismo vaso, cuando me enseñó a fumar, el día que por primera vez me habló en otro idioma y me hizo cosquillas en la espalda. A vos voy a recordarte siempre con tu última cara de odio, y a tu marido, a través de algunos olores, de palabras que sólo yo oí, de algunos miedos confesados entre lágrimas, del aliento en la nuca para sorprenderme, de las cosas pequeñas que se hacen fuera de la cama.
***

27 de noviembre de 2007
Seres extravagantes
Washington Cucurten recomienda desde Berlín este video de Reinaldo Arenas, donde el cubano recita un poema y también se lo ve a Fidel denunciando un "fenomenito extraño" de las calles de La Habana. Y acá esta yapa donde Arenas empieza: "…los escritores estos de izquierda que viven en los paises capitalistas..."
La pelota
23 de noviembre de 2007
Ante la presión popular...
22 de noviembre de 2007
Cine y literatura
(…)
"Hablamos de Invasión: BIOY: «Uno de sus principales defectos son los parlamentos, demasiado concluidos, correctos, sentenciosos. En el próximo film, vas a tener que contenerte. Si no podés, lo escribimos como quieras y después lo corregimos; pero lo corregimos de un modo contrario al habitual: cortando y estropeando las frases que salieron demasiado bien». BORGES: «Shaw ha demostrado que el teatro tolera perfectamente largos monólogos... ». BIOY: «En primer lugar, el cine no es el teatro; después, buena parte de los parlamentos de Shaw tienen un tono menos impecablemente terminado que los tuyos». BORGES: «Parece que Shakespeare escribía dos textos para cada pieza; uno para darse el gusto de escritor y otro para la representación, el acting text; se cree que de Macbeth sólo sobrevive el acting text y de las demás piezas el primero, el literario. Por eso Macbeth es la mejor de sus piezas».
Como Borges es muy rápido para inventar y redactar, cuando aparece la ocasión de escribir un purple patch* me da mucho trabajo, porque ya acuña su frase memorable antes de que yo empiece a armar mi renga alternativa. Como por lo general consigue resultados brillantes, no sé bien cómo persuadirlo de que los sacrifique: parecería que prefiero mi frase imperfecta porque es mía; comparadas, ¿quién vacila entre una y otra?, pero no se trata de comparar las frases, sino de que sean aceptables en el drama. Me atrevo también a decirle que su milonga no debió cantarse íntegramente en el film: «Cuando empezaron a cantarla me conmoví; cuando acabaron ya estaba impaciente. En un film no hay que cantar una pieza entera; si cantan una pieza entera la escena se convierte en número, se distingue de la trama, la interrumpe. Por excelente que sea tu milonga, debieron interrumpirla sin lástima, dejarla inconclusa. Solamente en las operetas o films musicales puede un actor cantar impunemente una pieza íntegra». "
(Borges, Bioy Casares, Destino, página 1271)
*purple patch: fragmento de prosa muy adornada
16 de noviembre de 2007
Leído al recibir el premio "Anna Seghers"

Hace un tiempo atrás se me rompió un zapato. Me vi en problemas porque no recordaba una zapatería cerca de casa para poder arreglarlo. Sin embargo, salí a la calle y a las dos cuadras encontré una. Era un local viejo iluminado por una luz muy cálida. Había olor a cuero y una estufa daba un calor acojedor. Parecía una zapatería sacada de los cuentos infantiles. Detrás del mostrador, un hombre mayor trabajaba con un martillo y unos clavos. Tenía unos anteojos de esos que se usan para ver de cerca. Intercambiamos frases de cortesía y le pregunté si era nuevo en la zona, ya que yo –que había pasado infinidad de veces por ahí- no lo conocía. El hombre se sonrío y me dijo que hacía 20 años que estaba en el barrio. Que había visto crecer a varios de los chicos que antes jugaban en la vereda. Le dejé mis zapatos para que los arreglara, lo cual hizo de manera notable. Saqué una conclusión: hasta que no lo necesité, el zapatero había sido invisible. Saqué otra conclusión: todos los que hacen bien su trabajo son invisibles. De manera que, en una cultura que propicia la sobreexposición mediática, la invisibilidad es un don. Me di cuenta que también algo de ese espíritu estaba en los escritores que me gustan, esos que no salen a buscarte desde los desmesurados aparatos editoriales sino que se los encuentra irremediablemente cuando son necesarios.
El zapatero de mi cuadra hace zapatos, yo escribí algunos poemas. Y tengo hoy el inmenso honor de ser premiado con el galardón que lleva el nombre de una gran escritora. Me gustaría decirles que desde chico tuve la certeza de que la literatura no es algo individual, sino colectivo. Me siento parte de una larga lista de escritores, de todas las lenguas y de todos los tiempos. Por suerte el espíritu no tiene una sola dirección y sigue soplando donde quiere. No escribo poesía argentina, sino que formo parte de un territorio panlinguístico y mestizo donde se mezclan los dialectos y las costumbres de todos los seres que lo habitan. Escribamos o no, lo más importante es que todos nosotros somos narraciones de la vida. En cada bar, oficina, hotel o cualquier lugar donde la gente se junta, está alguien escribiendo el sermón de la montaña. Simplemente hay que ponerse en estado de atención para poder oirlo. Un joven, leyendo en el subte, está sosteniendo algo de lo mejor de nuestra civilización. Porque todo indica que los tiempos son oscuros. Que vivimos en una época de choque entre civilizaciones totalitarias, conducidas por puristas que sólo pueden engendrar horror y muerte. Si seguimos así, a todos nos va a tener que reconocer por la dentadura.
Lo cierto es que a la poesía no se la define, se la reconoce, dijo Alberto Girri, un gran poeta argentino. Así que no voy a cometer la estupidez de definir algo en lo que no se han puesto de acuerdo siglos y siglos de pensadores. Pero sí voy a nombrar algunas de las cosas en las que encuentro poesía: a veces en un animal, otras en el motor de un auto, en las largas vías del tren y en el silencio de los hospitales. En Johan Cruyff corriendo con su elegante camiseta naranja o en la construcción anónima de las catedrales. En el inferno de Dante, en el cerebro de Ugolino y en el sticker de la virgen pegado en el tablero del patrullero. La poesía siempre se encuentra en estado de pregunta. ¿Por qué estamos acá? ¿quiénes somos? ¿De dónde venimos? A veces, hasta nuestros seres queridos nos resultan extraños. Y sin embargo, la voluntad poética de habitar el mundo, es lo que todavía hace que la cosa valga la pena. Buenas noches, apúrense que vamos a cerrar, repite alguien desde hace años en uno de los versos de The Waste Land, buenas noches, buenas noches a todos. Mi nombre es Fabián Casas, pero en Alemania pueden decirme Kaspar Houses.
13 de noviembre de 2007
Madre e hijo - de Alexander Sokurov

p.mairal