15 de abril de 2008

Desde pequeño?

p.mairal
Este jueves 17 de abril a las 19hs voy a estar en el ciclo "Un autor y sus tres libros" en la librería Eterna Cadencia hablando con Alejandra Laurencich. La gacetilla dice: "El diálogo abordará la relación del narrador con los libros que rodearon su vida desde pequeño hasta la actualidad y cómo influyeron en su proceso creativo".
Haré lo que pueda y un poco más.
La entrada es libre y gratuita. Es en Honduras 5574

12 de abril de 2008

Asado Masoquismo

por Pedro Mairal


Volvió la carne. Volvieron las vacas al matadero de Echeverría. Antes eran para el Restaurador, ahora son para el restaurante. Volvió el bramido, el martillazo neumático en la frente, los grandes faenadores de botas blancas de goma, los camiones frigoríficos, el peón distribuidor hombreando la media res hasta los ganchos de las carnicerías. Las asociaciones de consumidores piden que la gente se abstenga de comprar carne hasta que bajen los precios, pero es imposible. Una semana de góndolas vacías les bajó la presión a varios.

¿Cómo aguantarse? El asado se salteó un fin de semana. Las parrillas familiares quedaron inactivas. El domingo hubo una dispersión abúlica en la familia, un guiso o un arroz que llevó al silencio y al plato individual frente a la tele. Pero algo se acumuló durante esos días. Una química extraña. Un ácido empezó a correr en las muelas, se afilaron los caninos. El carnívoro argentino se empezaba a impacientar.

Si no hay carne, no hay diálogo, no hay reunión, ni vino, ni tarde, ni solcito. No hay discusión. Porque en este país, como dice el poeta César Mermet, el verbo no se hizo carne sino que la carne se hizo verbo. Por unos días las carnicerías quedaron mudas.

Ahora, con la entrada de la hacienda en los corrales, el orden se reestablece. Los consumidores avanzan con carritos hacia las góndolas llenas o entran aliviados a las carnicerías. El ama de casa tímida y recatada vuelve a temblar cuando el carnicero con sus manazas casi le salpica de sangre la musculosa lila azotando el churrasco jugoso contra el mostrador. “¿Cuánto llevás, nena?”

Todos salen sopesando las bolsas, sonriendo, hinchados de orgullo, palpando el kilo de nalga, los dos kilos de cuadril, revoleando la costeleta. Quieren hundir el tramontina en el bife de chorizo, cortar tendones, grasa, fibra muscular, tejido conectivo, hueso. Los carniceros embalados afilan las cuchillas, con el tánatos a full. No dan abasto.

El asador promedio compra varios cortes, contento, segregando saliva; está más caro, no importa, le duele el bolsillo pero goza con todo su ser nacional. Volvamos al asado, al asado masoquismo, volvamos a reventar, a morir al sol con tinto y achuras chisporrotenantes. Volvamos a pelearnos con el cuñado blandiendo un ojo de bife bien cocido, a atorarnos con el vacío justo a punto, a avergonzar a la prima adolescente con los chistes de doble sentido que sugieren las morcillas, los chorizos, las salchichas parrilleras. Que el humo blanco del sacrificio se eleve nuevamente para calmar a los dioses.
Diario Perfil, 12 de abril de 2008

5 de abril de 2008

Canal Volver

por Pedro Mairal

Los diarios de la semana pasada, que parecían históricos, ya están en la pila que va a la basura. Esto se mueve muy rápido pero dentro de un ciclo de repeticiones, o de simultaneidades. El descubridor de los agujeros negros, John Wheeler, dijo que el tiempo es la manera en que la naturaleza evita que todo suceda de golpe. En la Argentina todo sucede de golpe. No hay tiempo o hay un tiempo ovillado, superpuesto, no lineal. La voz del discurso de la presidenta Cristina Fernández en la plaza, sonando desde el televisor del vecino, tenía el mismo tono que la voz de Eva en los documentales. Ese tono finito, omnipresente, de altoparlante emotivo. Sonaba en blanco y negro. Y sorprendían las reacciones en general: unos, que nunca antes habían manifestado sus ideas políticas, se hicieron militantes instantáneos de una especie de peronismo electrónico, vía mail; otros empezaron a hacer karaoke de la Revolución Libertadora. A gran velocidad, gente que se conoce y se quiere pasó a despreciarse, como si se hubiera despertado algo latente. No podían dialogar: se interrumpían, se pisaban la lengua, se derrocaban. La gente tomó partido, escribió, opinó, generó frases. La guerra de eslóganes fue reveladora y, por ahora, la ganó el Gobierno, con esa lógica casi escolar del peronismo, tan efectiva. Difícil superar eso de los “piquetes de la abundancia”. Al campo le faltaron frases. Recién en los discursos del 2 de abril en Gualeguaychú aparecieron algunas respuestas bien acuñadas. Antes de eso, la única frase filosa, que -aunque irrespetuosa y machista- jugaba en el mismo plano, fue la de un gaucheto que en el segundo cacerolazo llevaba un papel que decía: “Tranquila Cristina. Nadie te quiere voltear.”
(Perfil, 6 de abril de 2008)

2 de abril de 2008

Un sueño

por Adriana Battu
Doy el curso de redacción pero, en vez de ser para estudiantes en una clase, es para padres que están en un salón de juego en un cumpleaños de los hijos, un salón con pelotero. Levanto la voz, digo esas cosas como "estamos en la página 16, ¿lo encontraron? a ver quién quiere leer?" y hay un par de madres que tratan de seguirme a pesar de los chicos, tratan de leer mientras le atan la zapatilla al hijo, y el material que entregué está desperdigado por ahí. Un par de padres fuman un pucho a un costado, hablando bajito entre sí, ya totalmente desinteresados. Unos nenes se llevaron algunas hojas al pelotero y las leen en burla. Yo sigo con histrionismo deambulando entre la gente, dando el curso, explicando en voz alta. Me acerco al tipo de la cochera (ahora estamos en una cochera) y le pregunto si me sigue, al que está en la ventanilla, y me dice: "Sí, querida, pero fijate que tengo que seguir atendiendo a la gente". Doy el curso para los empleados de la cochera y para los clientes que se quedan, pero deambulan y sólo hay uno que me escucha pero no me sigue, no entiende nada, hace un esfuerzo. Los autos que entran y salen pisan las hojas tiradas.

31 de marzo de 2008

Conducta en los cócteles

por Pedro Mairal


La actividad de los cócteles es similar a la actividad molecular o celular donde hay una voluntad orgánica de la cual uno puede participar ya sea intentando en vano controlar la situación o entregándose a la imparable fluidez biótica del ambiente.

Hay personalidades fuertes o elementos aglutinantes, a los cuales les basta con quedarse fijos en un lugar y tener un recambio constante de elementos o individuos que se acercan. Forman grupitos de tres o cuatro; uno se va, viene otro, así sucesivamente. Pero se conserva el elemento aglutinante, que mira con soberbia al frente, perdiendo la mirada, sin evidenciar una mirada ávida de búsqueda por ver quién vino. No. Mira al frente con una leve sonrisa constante y cuando le hablan inclina un poco la cabeza acercando su oído, pero tiende a no mirar a sus interlocutores.

Por otro lado están los impares, los que buscan solos. Por ejemplo, se encuentran A y B y se ponen a hablar. Uno de los dos ve a un tercero, C, que se acerca y lo saluda. Entonces mientras hablan A y C, B se siente excluido y se escurre en otra dirección. Esto puede suceder repetidamente, como una pareja de baile que va teniendo un constante relevamiento de ambos miembros.

Los individuos y los grupos tienen valencias inestables (valencia: número de enlaces con que puede combinarse un átomo o radical). Un grupo de tres puede tener una valencia negativa y atraer a un cuarto elemento. Pero de pronto se produce la división celular cuando el grupo de cuatro se divide en dos conversaciones y se corta al medio. Después de un rato, la división puede blanquearse si uno de los dos pares se aleja, sin necesidad de disimularlo.

El grupo de dos, o par, se puede dividir, pero para eso necesita una energía mayor que la necesaria para dividir a un grupo de más de dos. Una violencia. Hay que tener una excusa muy buena y el rupturista tiene que tener en menos al abandonado y en más al próximo interlocutor. Se lo abandona con un "me voy a buscar algo de tomar" o un más honesto "disculpame, voy a saludar a alguien", o para que quede más claro que no interesa más la charla "bueno, me alegro de verte".

En los márgenes, en la periferia, suelen estar los satélites, un sobrante de impares, que buscan o simplemente se autoexcluyen un poco. Cuando se juntan dos de estos, al margen, suelen formar un semicírculo abierto hacia el polo de atracción. Nunca dan la espalda al centro.

El polo de atracción suele estar cerca del centro, donde están los organizadores del evento, el anfitrión y las dos o tres mujeres más lindas y más arregladas del cóctel.

Los individuos magnéticos, o que tienen una valencia muy alta, no pueden desplazarse sin ser interceptados constantemente en breves charlas y deben esforzarse mucho por avanzar.

Cada individuo pierde y gana valencias y magnetismos a lo largo del cóctel. Cada individuo actúa sin demasiado control casi todos estos papeles en una sola velada. Si nos quedamos lo suficiente, a lo largo de un solo cóctel podemos estar tanto en la cima como en lo más bajo.

Para sumarse a un grupo hay que ir con la suficiente energía como para cortar, irrumpir, con un "perdón, te vengo a saludar porque..." o "te ví de lejos y no estaba seguro si eras vos", o un simpático "permiso, permiso". Entonces, una vez adentro, hay que tratar de no fracturar del todo lo que se estaba dando entre A y B, por ejemplo, no incautar al interlocutor A que nos interesaba, sino tratar de sumarse. A veces A, el interrumpido, es hábil y dice "le estaba diciendo a B que..." Si no, otra posibilidad es saludar a B, el excluido, y presentarse, nombre, ocupación, "ah... claro, vos estuviste en X s.a.", etc. El peligro de eso es que si se establece demasiado vínculo o charla con B, entonces A, que era nuestro objetivo, se nos puede escapar, agradeciendo a Dios que llegamos a tiempo para sacarle de encima al plomo de B, y entonces quedamos nosotros pegados al plomo de B y entendemos porqué A salió huyendo.

También puede suceder que una vez que quedamos solos con el plomo de B, el plomo de B decida usar la energía necesaria para romper la charla de dos con un "disculpame" y por un momento caemos una categoría más abajo que B, que ya estaba bastante en el fondo. Somos el rebotado del rebotado, y entonces hay que moverse un poco por la órbita para despejarse, olvidarse, cargarse de valencias, con roces fugaces, ir al baño o tomar otra copa y reintegrarse después desde otra posición.

Lo positivo de tener una copa en la mano es que, a la hora de integrarse a un grupo, da un aire de "la estoy pasando muy bien y vengo a compartirlo con vos". En cambio, entrar con las manos vacías da un aire de sobriedad y a la vez un aire de sobreinterés y oportunismo. El que viene con las manos vacías o escondidas algo viene a pedir.

Hay una habilidad que consiste en caminar de costado en los cócteles, caminar con gracia, hacer de golpe una posición de jeroglífico con las manos alzadas, para pasar entre medio de los grupos, y atravesar lo más tupido de la reunión. Hay gente que lo sabe hacer muy bien, incluso con una copa.

Quien pretenda moverse por el cóctel hacia un interlocutor sin ser interrumpido, debe hacerlo con decisión, con firmeza, sin buscar miradas con los ojos, sin mirar a las caras con actitud de "si encuentro algo mejor lo agarro", sino con la vista en el horizonte, como un valiente.

Siempre está el audaz que prueba su magnetismo pasivo, sin hacer nada por atraer pares, quedándose solo, al margen, con una copa y recibiendo a veces a un interlocutor y luego a otro, hasta generar un reunión de cuatro o más, todo con su propio poder. Por supuesto, eso tiene sus riesgos, hay que estar en un buen día para hacerlo, y no hay que dejarse tentar por la exaltación espiritual que provocan un par de copas en ayunas.

La cantidad de ruido de los cócteles altera la calidad de los grupos. En un cóctel muy ruidoso, por ejemplo, difícilmente se arme un grupo de más de cuatro. Los grupos tienden a perder compresión o hermetismo en los cócteles ruidosos porque los individuos tienen que acercarse mucho para entenderse y termina rompiéndose, por ejemplo, la conversación de cuatro en pares que parecen secretearse cosas a los gritos.

Las mujeres lindas suelen estar en el medio, paradas sobre el polo de atracción, por más de que no sean conocidas del anfitrión, porque siempre algún hombre que pretende ostentar sus influencias les dice "¿lo conocés a J (anfitrión)?" "No", dice ella. "Ah... vení que te lo presento." Entonces la toma de la mano y la lleva al medio, lugar donde ella permanecerá lo que dure el cóctel.

Al retirarse de un cóctel conviene no saludar. Puede uno despedirse del último interlocutor y después retirarse en paz. Ir hasta el compacto corazón del cóctel para saludar al anfitrión, no solo sería trabajoso sino también incómodo para el anfitrión mismo, que puede hasta recibir con alarma (probablemente fingida) la noticia de nuestra partida. Esto sin contar con las múltiples posibles intercepciones en el trayecto, esa sucesión de diálogos breves, graciosos y disculpantes, como un viacrucis de simpatía, hasta llegar al centro. La situación incluso se podría repetir al hacer el camino inverso tratando de salir. Por eso lo mejor es irse con un decidido silencio, aplacar el yo y desaparecer, restarse importancia, regalar las valencias sobrantes, transparentarse un poco para irse, y aceptar, por fin, la soledad.

Quique's List


“…ha decidido hacer una parcial selección de los treinta mejores escritores vivos de la Argentina. Y dice que en la lista, por ejemplo, están: Piglia; Bizzio; Aira, seguro; Marcelo Cohen, seguro; Cucurto está; Fabián Casas, sin ninguna duda; Pablo de Santis no estaría en la lisa, pudo estar pero ya resignó esa posición; Guillermo Martínez no estaría en la lista; Rodrigo Fresán por ningún motivo; Federico Anahazi, jamás; Mairal, tampoco; Alan Pauls, quizá en lista de espera; Gonzalo Garcés, no, no aún; Alberto Laiseca, sí, seguro; Antonio Oviedo, de todas maneras; Andrés Rivera, con dudas, quizá porque tiene algunos cuentos buenos que escribió cuando era joven.
-¿Y Fogwill?
-Fogwill está seguro entre los treinta mejores.”

Fogwill en pelotas en una gran entrevista en C de Crítica (pagina 34)

23 de marzo de 2008

Poesía actual

por Santiago Llach
Así como muchas de las mejores novelas argentinas de los años noventa fueron libros y libritos de poemas (de Martín Gambarotta, Fabián Casas, Cecilia Pavón, Martín Rodríguez), ahora lo mejor que le pasa a la poesía argentina lo hacen blogueras (como Fille Putain), fotógrafos (como Mariano Blatt, que diseña afiches con leyendas y los sube a su fotolog) y narradores (como Leonardo Oyola). Siempre lo más interesante que pasa con un arte son los elementos nuevos que el artista trae del afuera para mezclar con lo viejo, con la tradición.

En la era del dólar ultrabajo, mientras el mercado interno se achicaba, la política venía mal cortada y los jóvenes de clase media viajaban por el mundo, un arte de las catacumbas como la poesía, que camina siempre con un pie afuera del mercado, fue la sede que encontraron los hijos del rock y las utopías setentistas para contar sus mejores historias. El modelo argentino se convirtió pronto en una feria artesanal de poetas latinoamericanos que iban y venían por el patio trasero de USA con sus libros objeto y sus papeles fotocopiados.

Los narradores de la era de la soja kirchnerista, de la época en que el 24 de marzo se convirtió en un feriado más, en cambio, tienen acceso inmediato a la publicación. Mientras ellos cocinan su poética a la vista de todos (los viejos dinosaurios editoriales les abren la puerta con antologías, y los medios los saludan desde la tapa de los suplementos), los formatos ofrecidos por Google Inc y sus competidores van reconfigurando las formas literarias. ¿Dónde están los mejores poemas actuales? Posiblemente, en breves posts en prosa que se descubren saltando por los blogs, en los párrafos que los nuevos narradores prolijos dejan afuera de su angustia publicadora, en la crítica cultural instantánea de los hijos de la educación humanística masiva y a la bartola volcados a la ficción: ahora la que viene mal cortada es la poesía.

18 de marzo de 2008

Very Important Loser





por Fabián Casas






La poesía de Charles Bukowski da pelea para no convertirse en un lugar común. Ahí están los miles de poemas que escribió casi sin preocupaciones formales, con pequeños estiletazos líricos que hacen que algunas de sus imágenes queden flotando en la mente y en el corazón de sus lectores. Pienso, por ejemplo, en el poema "Mellizos", donde termina en los últimos versos poniéndose el traje de su padre muerto. Un poema que lo muestra mucho más conciliador y tierno con su padre que en la feroz descripción que va a tener de éste en sus relatos posteriores.

Tal vez sin proponérselo programáticamente, Bukowski exportó el lado oscuro del sueño americano. De la noche a la mañana, leyendo sus novelas, muchos escritores del mundo -y músicos y lo que sea- se convirtieron en malditos. Su retórica también llegó al cine encarnada en Mike Rouke a través de la película Barfly. En argentina, su influencia se metabolizó positivamente en el que quizá sea el mejor trabajo de Fito Páez: Ciudad de Pobres Corazones.Y en los relatos de Enrique Symns que por ese entonces dirigía la gran Cerdos y Peces.

De pronto, con la explosión anagramática de los relatos del viejo indecente, muchos querían dejar de ser VIP para convertirse en VIL: Very Important Loser. Pero no todo es cotillón ni papel picado. Más allá de su pose antiintelectual, de peleador callejero y de bebedor y jugador compulsivo, late un corazón de escritor. De buen lector. Detrás de los libros de Hank -como lo llamaban sus amigos- están las voces poderosas de Lois Ferdinand Celine, Henry Miller, Hemingway y John Fante. Al lado de todos ellos, Charles Bukowski es un escritor menor. Sin que este adjetivo se vuelva peyorativo. De hecho, si repetimos la palabra menor varias veces, empieza a surgir la palabra Enorme. En realidad, todos los hombres son mortales, todos los escritores son menores. La larga saga que cuenta su vida: Cartero -para muchos su mejor libro-, Factotum , Mujeres y La Senda del Perdedor, son lo mejor de una cosecha añeja. La poesía de Bukowski, esa canción que pasan por la radio en las tardes melancólicas de domingo, está en estos relatos.

(publicado en Cultura, Perfil, domingo 16 de marzo de 2008)

[LEER EL POEMA "MELLIZOS"]

Tigre - Paso del Toro

17 de marzo de 2008

Mariposas


Ya vas a ver qué lindo vestido tiene hoy la mía, le dice Calderón a Gorriti, le queda tan bien con esos ojos almendrados, por el color, viste; y esos piecitos... Están junto al resto de los padres, esperan ansiosos la salida de sus hijos. Calderón habla pero Gorriti solo mira las puertas todavía cerradas. Vas a ver, dice Calderón, quedate acá, hay que quedarse cerca porque ya salen. ¿Y el tuyo cómo va? El otro hace un gesto de dolor y se señala los dientes. No me digas, dice Calderón. ¿Y le hiciste el cuento de los ratones...? Ah, no; con la mía no se puede, es demasiado inteligente. Gorriti mira el reloj. En cualquier momento se abren las puertas y los chicos salen disparados, riendo a gritos en un tumulto de colores, a veces manchados de témpera, o de chocolate. Pero por alguna razón, el timbre se retrasa. Los padres esperan. Una mariposa se posa en el brazo de Calderón, que se apura a atraparla. La mariposa lucha por escapar, pero él une las alas y la sostiene de las puntas. Aprieta fuerte para que no se le escape. Vas a ver cuando la vea, le dice a Gorriti sacudiéndola, le va a encantar. Pero aprieta tanto que empieza a sentir que las puntas se empastan. Entonces la sostiene con una mano, desliza los dedos hacia abajo y comprueba que la ha marcado. La mariposa intenta soltarse, se sacude y una de las alas se abre al medio como un papel. Calderón lo lamenta, intenta inmovilizarla para ver bien los daños, pero termina por quedarse con parte del ala pegada a uno de los dedos. Gorriti lo mira con asco y niega, le hace un gesto para que la tire. Calderón la suelta. La mariposa cae al piso. Se mueve con torpeza, intenta volar pero ya no puede. Al fin se queda quieta, sacude cada tanto una de sus alas, pero ya no intenta nada más. Gorriti le dice que termine con eso de una vez y él, por el propio bien de la mariposa por supuesto, la pisa con firmeza. No alcanza a apartar el pie cuando advierte que algo extraño sucede. Mira hacia las puertas y entonces, como si un viento repentino hubiese violado las cerraduras, las puertas se abren, y cientos de mariposas de todos los colores y tamaños se abalanzan sobre los padres que esperan. Piensa si irán a atacarlo, tal vez piensa que va a morir. Los otros padres no parecen asustarse; las mariposas sólo revolotean entre ellos. Una última cruza rezagada y se une al resto. Calderón se queda mirando las puertas abiertas, y tras los vidrios del hall central, las salas silenciosas. Algunos padres todavía se amontonan frente a las puertas y gritan los nombres de sus hijos. Entonces las mariposas, todas ellas en pocos segundos, se alejan volando en distintas direcciones. Los padres intentan atraparlas. Calderón, en cambio, permanece inmóvil. No se anima a apartar el pie de la que ha matado, teme, quizá, reconocer en sus alas muertas, los colores de la suya.

"Un clásico aguado"

No muy convencido, Quintín leyó "Salvatierra".

13 de marzo de 2008

Mairal está en la sopa

Me enfermé. Me simpsonicé de tanto hablar de mí. Battu, Migue, pónganse las pilas y escriban algo. Yo me tengo que callar.

12 de marzo de 2008

MALBA- miércoles

Papeles discontinuos
Circuitos y soportes de la poesía argentina contemporánea
Silvio Mattoni, Cecilia Pavón, Gustavo López y Pedro Mairal,
con la coordinación de Romina Freschi.
Miércoles 12 de marzo a las 19:30

11 de marzo de 2008

Botenstoffe

Berlín 2010

Estimados Señoras y Señores,

Argentina es este año invitada de honor en la Feria del Libro de Fráncfort. Un buen motivo para dirigir nuestra atención de antemano hacia algunas de las voces literarias más destacadas del país. Por ello, el Lettrétage de Berlín tiene el placer de informarle sobre las siguientes actividades:


El 25 y 26 de marzo de 2010 se celebrará en la casa de Literatura Lettrétage la primera conferencia de autores argentinos y alemanes bajo el título Botenstoffe. La inauguración oficial se realizará el 23 de marzo en el Instituto Cervantes. Cinco autores de Argentina se encontrarán con cinco autores alemanes y discutirán acerca de las similitudes, los rasgos en común y las interferencias en la literatura en Argentina y Alemania. Además de lecturas, se organizarán mesas redondas en las que se tratará de aclarar cuáles son las tendencias actuales y las motivaciones para escribir.


Las lecturas se realizarán en lengua alemana y española. Más información acerca del proyecto y los autores la encuentran a continuación.
Agradeciendo de antemano su apoyo en la difusión de este evento,

reciban un cordial saludo,



Fabienne Fontaine/Lettrétage e.V.


Autores y autoras participantes:

Laura Alcoba
Lola Arias
Félix Bruzzone
Sergio Raimondi
Pablo Ramos
Nora Bossong
Daniel Falb
Juliane Liebert
Tilman Rammstedt
Julia Zange




Botenstoffe:

El 25 y 26 de marzo se celebrará en la casa de Literatura Lettrétage la primera conferencia de autores argentinos y alemanes bajo el título Botenstoffe. La inauguración oficial se realizará el 23 de marzo en el Instituto Cervantes. Cinco autores de Argentina se encontrarán con cinco autores alemanes y discutirán acerca de las similitudes, los rasgos en común y las interferencias en la literatura en Argentina y Alemania. Además de lecturas, se organizarán mesas redondas en las que se tratará de aclarar cuáles son las tendencias actuales y las motivaciones para escribir.

Botenstoffe pretende impulsar el diálogo entre autores, lectores y editoriales a ambos lados del Atlántico. En la conferencia se plantearán tres cuestiones principales:

  • En tiempos en los que se refuerza el intercambio cultural y se forma una “global literature”, ¿en qué consiste la capacidad de los estilos para conectar más allá de las fronteras nacionales y culturales?
  • ¿Cuál es el papel de lo político en la literatura? ¿Existe a pesar del fin de las utopías la posibilidad de un renacimiento de lo político en la poesía y en la novela?
  • ¿Dónde comienza el plagio y dónde termina la adaptación, dónde se encuentra en este complejo lo propio y lo ajeno de cada autor?


_Botenstoffe ha sido organizado por Timo Berger (Latinale) y Tom Bresemann (S³ LiteraturWerke, Lettrétage)

Los autores de Argentina

Pablo Ramos_*1967

Músico y escritor, con sus poesías y narraciones ha obtenido importantes distinciones literarias en Latinoamérica. “El origen de la tristeza” (publicada por la editorial alemana Suhrkamp) es el título de su primera novela.

Sergio Raimondi_*1968

En alemán se ha editado “Zivilpoesie/Poesía civil” (Wissenschaftlicher Verlag Berlin, 2005). “Para un diccionario crítico de la lengua” saldrá a finales de 2010 en luxbooks.

Lola Arias_*1976

Trabaja como escritora, directora de teatro, actriz y compositora de música. Sus obras de teatro han sido traducidas al alemán, inglés y francés, y han sido publicadas en Alemania por la editorial Verlag der Autoren. También ha publicado poemas y relatos cortos.

Felix Bruzzone_*1976

Su primera novela “Los topos” salió al mercado en 2009. En alemán se editarán en primavera de 2010 el relato “Unimog” en una antología de narraciones argentinas (Wagenbach) y en otoño de 2010 el libro de cuentos “1976” (Berenberg Verlag).

Laura Alcoba_*1968

Su novela “La casa de los conejos” se publicará en 2010 en alemán en Suhrkamp bajo el título “Das Kaninchenhaus”. En 2009, la editorial Gallimard publicó su segunda novela „Jardin blanc“.

Los autores de Alemania

Juliane Liebert_*1987

Hasta ahora no cuenta con ninguna publicación propia. En 2009 ganó el premio promocional Wolfgang Weyhrauch y trabaja como redactora en la revista VICE.

Julia Zange_*1983

En 2008 publicó Suhrkamp su primera novela „Die Anstalt der besseren Mädchen“ (La institución de las mejores niñas). Actualmente trabaja en un libro de poemas y en el guión de una película.

Nora Bossong_*1982

Su debut novelístico fue en 2006 con “Gegend” (Zona), publicado por Frankfurter Verlagsanstalt, al que siguió la colección poética “Reglose Jagd“ (Caza inerte). En 2009 se editó su segunda novela „Webers Protokoll“ (El protocolo de Weber) (FVA).

Daniel Falb_*1977

En 2003 publicó su colección poética “die räumung dieser parks” (El despeje de estos parques) en kookbooks, seguido en 2009 de su segundo libro “bancor”, también en kookbooks.

Tilman Rammstedt_*1975

En 2003 se publicó su primer libro „Erledigungen vor der Feier“ (Cumplimientos antes de la fiesta), en 2005 su novela „Wir bleiben in der Nähe“ (Nos quedamos cerca), seguida en 2008 de „Der Kaiser von China“ (todos por DuMont). Por este último, publicado en España por El Aleph Editores bajo el título „Un cuento chino“, obtuvo el premio Bachman.


Patrocinadores/Socios

Hauptstadtkulturfonds

Cofra

Embajada Argentina en Alemania

Ministerio de las Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Presidencia de la Nación Argentina
Lettrétage
Latinale
S3-Literaturwerke

Instituto Cervantes

Promovido por

Freitag

Lugar de la conferencia:

El Lettrétage en Berlín es por la orientación de su programación, centrada por un lado en literatura de habla alemana y por otro en clásicos y nuevos descubrimientos de la literatura latinoamericana, ideal como espacio de conferencias y como institución acompañante de actividades literarias.

Grilla de actividades:


Martes, 23 de marzo de 2010
19:30 horas – Entrada: 3/ 5.-€ – Acto inaugural en el Instituto Cervantes

con Sergio Raimondi, Felix Bruzzone, Julia Zange y Daniel Falb
(Moderación: Rike Bolte, Universidad Libre de Berlín)


Jueves, 25 de marzo de 2010
10:00 -13:00 horas y 14:00-18:00 horas – Conferencia (acto no abierto al público)
19:30 horas – Entrada: 5.-€ – Lectura/charla en el Lettrétage

con Sergio Raimondi, Nora Bossong, Laura Alcoba y Felix Bruzzone
(Moderación: Kathrina Deloglu, Lettrétage)


Viernes, 26 de marzo de 2010
10:00 -13:00 horas y 14:00-18:00 horas – Conferencia (acto no abierto al público)
19:30 horas – Entrada: 5.-€ – Lectura/charla en el Lettrétage

con Pablo Ramos, Lola Arias, Juliane Liebert y Tilman Rammstedt
(Moderación: Johanna Richter, Universidad Potsdam)


Aviso a los medios:

Con gusto podemos proporcionarles una acreditación para las conferencias de ambos días. Les rogamos nos envíen su inscripción antes del jueves 18 de marzo, puesto que contamos con un número restringido de plazas para asegurar un ambiente distendido en el que los autores puedan trabajar con tranquilidad.

Lettrétage

www.lettretage.de

Methfesselstraße 23
10965 Berlin
030 6924538

Vease:

www.botenstoffe.wordpress.com

10 de marzo de 2008

El martes presentamos:

Martes 11 de marzo
Presentación del libro
Pétalos y otras historias incómodas, de Guadalupe Nettel
La autora dialogará con Rep y Pedro Mairal
Boutique del Libro, Thames 1762, 19:30hs.

26 de febrero de 2008

Sandías amarillas

Párrafos de novelas inexistentes

También me dijo que ella a veces ponía debajo de la pila –y no encima- el plato que acababa de limpiar y secar. Para no usar siempre el mismo. Así los iba rotando. Y que cuando se acordaba de hacer eso se sentía muy sola, muy sola, pero a la vez orgullosa de su soledad, como si hubiera un dios de la soledad que la felicitaba por eso, por no gastar siempre el mismo plato, por saber sobrevivir a la repetición de los días. Y me dijo que le impresionaba tener ochenta años y tener todavía un cuerpo. ¿Vos viste alguna cosa que tenga ochenta años?, me dijo, Pensá, algún juguete de 1928, algún libro de 1928… Están hechos pedazos. Oxidados, deshojados. Se te deshacen en las manos. Y mirá el cuerpo cómo aguanta. El cuerpo es una cosa. Pero debe cambiar todo el tiempo, ¿no? Se renueva como un árbol. Por eso debe ser.
p.mairal

18 de febrero de 2008

Todavía cantamos

Taller de escritura
Coordina Santiago Llach
Empieza el 10 de marzo,
antes de que estalle la próxima burbuja.

17 de febrero de 2008

Problema

por Rodrigo (de Fideos con manteca)

Me dijo que le rompió la cabeza cuando iba en la bici. Ella iba con la espalda derechita como una tabla de planchar. Le gritó algo por piola, pero no lo escuchó. Se colgó mirando como quien mira a una hoja en blanco. La sacó a los dos días. Ella era la piba que laburaba en Tercera Docena, pero no tuvo que comerse más de media docena de empanadas; sólo un sábado, nada más que un sábado para ganársela. Yo estuve ahí con él y me reía también de las giladas que decía, campeón. Primero le dijo algo sobre el afiche de Tercera Docena -casi dos metros de afiche, luces de laboratorio- de un pibe que masticaba también una empanada. Él hacía gestos. Ella respondía. Se hablaban con la unidimencionalidad con la que un tipo entiende a una stripper que se saca la ropa, pero sin que corra el dinero [SIGUE ACÁ]

8 de febrero de 2008

El culo de una arquitecta

(Quizá para equilibrar aquel ensayo sobre las tetas, ahora me pidieron uno sobre el culo femenino para la revista Soho de Colombia. Lo escribí con mucha ayuda de mi amigo Ramón).

por Pedro Mairal
.

No suelo concordar con el prójimo varón sobre cuál es el mejor culo. Noto un gusto general por el culito escuálido de las modelos flacas. A mí me gustan grandes, hospitalarios, macizos. Me gusta el culo balcón, que sobresale y se autosustenta como un milagro de ingeniería. El culo bien latino, rappero, reggaetón, de doble pompa viva y prodigiosa.

Me salen versos cuando hablo de culos. Quizá porque en los culos hay algo más antiguo y atávico que en las tetas, que en realidad son una intelectualización. Las tetas son renacentistas, pero el culo es primitivo, neanderthaliano. Con su poder de atracción inequívoca, su convergencia invitadora, es un hit prehistórico. Despierta nuestro costado más bestial: el del acoplamiento en cuatro patas. Las tetas son un invento más reciente, son prosaicas. El culo, en cambio, es lírico, musical, cadencioso, indiscernible del meneo de caderas, del ritmo, la batida de la bossa que retrata a la garota que se aleja en Ipanema [SIGUE ACÁ].

6 de febrero de 2008

Jueves a la noche

Metáforas

Hablo con una amiga que se peleó con el novio. Me dice: "Yo veía Lost con él y ahora que no estamos juntos no la quiero ver más". Es decir que para ella todos esos personajes se quedan para siempre en esa isla, varados, inconclusos, irresueltos. La interrupción de Lost es su metáfora.

3 de febrero de 2008

Las fotos de Daniel Mordzinski

Cuando las fans descubrieron que no eran los auténticos Soda Stereo sino imitadores, les empezaron a arrojar piedras.
*
Las estadísticas indican que, de cada tres autores argentinos, uno tira para adelante y los demás se dejan llevar.

La nota en La Nación
Fotos de Daniel Mordzinski

31 de enero de 2008

Avión

por Pedro Mairal

Antes de encontrarme en Cartagena con Mr.U., me pasó algo raro en el avión...

Me quedo

Hasta que no termine de aprender a bailar más o menos salsa no vuelvo. Hasta que no empiece a entender a las mujeres de tierra caliente me quedo acá. Cambié el pasaje y lo dejé abierto, por un plus que me dolió pero que vale la pena cada segundo del caribe cartagenero. Y que me vengan a sacar con los bomberos voluntarios.
miguel u

19 de enero de 2008

Una chica de provincia - Entrevista a Selva Almada

“Una provincia, en un país como el nuestro, es bastante más que la división geopolítica de un territorio. Es una cierta manera de entender el mundo y un lugar desde donde mirarlo.
Cuando vine a vivir a Buenos Aires empecé a darme cuenta de que soy una escritora de provincia. Acá comencé a escribir de allá. Y no arrastrada por la nostalgia sino, tal vez, asombrada por el universo tan particular que, por ser de allá, podía reescribir, ficcionalizar, refundar desde acá. Acá siempre es la literatura, vaya adonde vaya.
Una chica de provincia reúne tres libros de relatos que son mi trilogía de Entre Ríos. Los dos primeros –Niños y Chicas lindas- narran historias iniciáticas. Los primeros careos con la muerte: la curiosidad que provoca ver el primer cadáver de nuestras vidas; el dolor por la muerte de animales queridos; la muerte de otro niño como la revelación de una verdad espantosa: los chicos también pueden morirse; la crónica del asesinato impune de una adolescente pueblerina. El último –En familia- es el relato de un suicidio.
Supongo que no es casual que la muerte sea el gran tema de esta trilogía. Después de todo, en los ríos de mi provincia se ha lavado la sangre de batallas históricas. Tampoco ha de ser casualidad que su accidente geográfico característico sean las cuchillas”.

Selva Almada
(contratapa de Una chica de provincia, Gárgola, 2007)


La solapa dice que Selva Almada nació en Entre Ríos en 1973, que publicó sus primeros relatos en el Semanario Análisis de Paraná, donde dirigió la revista Caelum Blue. En 2003 editó Mal de muñecas y Niños en 2005. Uno de sus relatos integra la antología Una terraza propia editado por Norma.
Yo la conocí a Selva Almada el año pasado, cuando nos cruzamos en la radio, en el programa de Edwards y Grecco, una noche en que ella fue con otros integrantes de la editorial Carne Argentina a presentar los nuevos libros. Ese encuentro llevó a su vez a las lecturas en el Mantis, donde las veces que hablamos fue entre el ruido, la multitud y los amigos. Eso y la timidez mutua hicieron que siempre habláramos poco y entrecortado. Por eso, ahora que leí Una chica de provincia, aprovecho el blog para hacerle algunas preguntas.

p.mairal

Como decís en la contratapa, es cierto que el tema central de Una chica de provincia es la muerte, pero a la vez este no es para nada un libro oscuro. Quizá sí lo sea la última parte, pero los primeros dos -la infancia y la adolescencia- me parecen luminosos, llenos de sensualidad.
La muerte es un tema recurrente en el libro, pero es verdad que tiene un tono distinto en Niños y Chicas lindas. Supongo que tiene que ver con que estos son relatos de iniciación, de descubrimiento... [SIGUE ACÁ].

9 de enero de 2008

Trauma

por Ignacio Molina

Dejo a mi hijo jugando en el balcón y camino hasta el baño para sacarme la mermelada que me pegoteó en los dedos. Prendo la luz, abro la canilla, y mientras me enjabono las manos, moviéndome un paso hacia atrás, alcanzo a verme los pies en el espejo. En el reflejo se ven un poco menos anchos, pienso. Al mismo tiempo, me acuerdo del profesor particular de física que hace muchos años me explicó por qué en los espejos, aunque no lleguen hasta el piso, podés mirarte los zapatos. Hicimos la prueba cuando bajamos en el ascensor. Termino de secarme las manos, apago la luz y cierro la puerta. Voy a la cocina a hacerme un café. Dicen que el café es bueno para el calor. Pongo dos cucharadas en una taza, y mientras veo girar el agua en el microondas pienso en una entrevista que hace unos meses un periodista de Clarín le hizo al líder de las FARC. Debe estar cansadico y con calor, le dijo el guerrillero al recibirlo en un bunker de la selva, ahorita le preparamos un buen café. Me pregunto si a los rehenes también les hablará con diminutivos. Sólo cuando escucho el llanto del nene dejo de pensar en la selva colombiana. El microondas suena; pasaron dos minutos y cuarenta y cinco segundos desde que puse la taza. Mi hijo sigue llorando; imagino que está luchando contra la ropa limpia que se seca en el balcón. Vuelco el agua caliente sobre el polvo, y mientras bato con la cucharita voy a ver por qué el nene sigue protestando. En el balcón no hay nadie; durante un par de segundos veo nublado, y tengo que hacer un esfuerzo para que no se me caiga la taza. Los gritos vienen desde más lejos. Suenan furiosos y apagados. Dejo el café en un estante de la biblioteca y me doy cuenta de todo. El nene se quedó encerrado en el baño; entró sin que yo me diera cuenta mientras me lavaba las manos, hace como seis o siete minutos. Abro la puerta y lo veo transpirado, lleno de mocos y de lágrimas. Me mira a los ojos y abre la boca sin sonido, como si se estuviera ahogando, o como si estuviera tomando aire para volver gritar. No sé qué hacer. O sí sé qué hacer: lo levanto, lo abrazo y le beso el cuello, pero sin saber cómo darle a entender que no lo dejé encerrado a propósito. Tardo media hora en calmarlo. En el resto de la mañana, cada vez que me vuelve la culpa y le pido perdón, él vuelve a llorar y a golpearme la cara con los puños. Pienso que podría sacarme el trauma poniéndome a escribir, o preguntándome de dónde saldrán esos recuerdos que se cuelan todo el tiempo por las ranuras de la vida cotidiana. Pienso en los rehenes de las FARC, en la selva colombiana y en el profesor de física, un jubilado que hoy tendría como noventa años y que vivía con su mujer en mi mismo edificio. Como me daba vergüenza decirle que éramos tan vecinos, cuando me pidió mis datos le di cualquier dirección. Cada vez que terminaba una clase y bajaba a abrirme la puerta, yo lo saludaba, daba una vuelta manzana y volvía a abrir con mi llave. Por suerte nunca nos cruzamos fuera de ese horario.

8 de enero de 2008

"1999"

1999 es la obra poética reunida de Cucurto. Incluye Zelarayán, La máquina de hacer paraguayitos, La fotocopiadora, Hatuchay, Como un paraguayo ebrio y celoso de su hermana, y una cantidad de poemas inéditos y fotos personales. Son 209 páginas. Editado por Eloísa Cartonera. Cuesta 8 pesos. Sale como trompada.




Una imagen que me puede arruinar el día...

por Adriana Battu

En Bogotá 20 días por laburo (quizá posteo algo de eso). El título de Miguel, Enero en Bs As, me hace acordar a esa imagen en la tele cuando ponen algo así como Estalló el Verano y se ve un velerito en medio del mar, y el plano se va abriendo, el velero se achica, se abre más el plano en panorámica, aparece la orilla con la gente metida en el mar, después ya la multitud en la arena, la rambla, la gente que saluda a cámara con un cartel que dice "San Luis presente".

Enero en Buenos Aires

por miguel u

No tengo banda ancha en el nuevo depto. Una vez cada varias horas me conecto con dial up, que hace ese ruido antiguo biiiiiiiii-grrrrrrrr-boing boing boing-grrrrrrr. Y reviso mails que no contesto. Me encerré a escribir un guión que debía hace tiempo. No levanto la persiana. Dejo el aire prendido. Escribo parte de una escena y después disparo las flechas con sopapita que le regalé a mi hijo para cuando viene a casa. Disparo al vidrio, tres flechas. Trato de acertarle al blanco que dibujamos ayer con marcador. Algunas se pegan, otras no. Escribo otro pedazo de una escena. Me levanto, despego las flechas, me vuelvo a sentar. Escribo. No estoy en Buenos Aires (estoy pero no estoy). En enero se puede no estar. Es el mejor mes. Se puede ser como Wakefield. Pareciera que uno se puede mudar a la vuelta de su casa y no volver nunca más. De pronto a las 2 de la mañana tengo el cerebro quemado. Salgo a la calle. Esquivo los charcos de los aire acondicionados. Compro agua en el kiosko. Soy feliz. Cuando soy invisible no me cambio por nadie.

tutti cuanti

Dalla generazione degli anni '70 istantanee di vita argentina

2 de enero de 2008

El almuerzo desnudo


por Fabián Casas

Fui invitado por periodistas de La Mano para participar de un reality que se desarrolla con cada aparición de un nuevo trabajo del Indio Solari. Se trata de la escucha del disco nuevo y el posterior reportaje con el ex cantante de Los Redondos... [SIGUE EN MALELEMENTO]

28 de diciembre de 2007

Coger en castellano

Pedro Mairal
(cuento publicado en la antología "En celo", editorial Mondadori, Bs. As., 2007)

No están desnudas. Pero casi. Algunas sonriendo, o serias en pose hot, o con anteojos de sol, boca abajo en la cama, casi pegándose el culo con los talones, mostrando las marcas del bronceado, o con bombachas de corazones rojos o de estrellitas, en esos cuartos que todavía tienen las cortinas rosas elegidas por la madre. A veces están en el baño, de frente al espejo, o se sacan la foto por sobre el hombro, de espaldas al espejo, mostrando el culo para ver cómo les queda de atrás la bikini nueva. Me gustan todas. Deben tener entre 16 y 19 años, no más. Y así, descalzas en sus casas, tienen una sinceridad, un grado de realidad, que no encuentro a mi alrededor. Están posando, jugando a posar, probando su sensualidad, viendo si son capaces de calentar, como preguntando: ¿Te caliento? Yo susurro, les contesto, a todas, a nadie.
No puedo cerrar con traba la puerta del escritorio. Sería demasiado sospechoso para Sharon. A veces, a pesar de su Alprazolam y su Prozac, se despierta de golpe paranoica preguntando si cerré la puerta del garaje: “Did you close the garage door, Gus?”. Le contesto que sí, que tengo un poco de trabajo atrasado (“paperwork”, le digo) y se vuelve a dormir. Escucho que entra al cuarto de los chicos para ver si están bien tapados y después se vuelve a la cama.
La mesa con la computadora está de frente a la puerta, la pantalla no se ve y me cubre un poco. Es verdad que a veces me quedo hasta tarde preparando un informe, pero siempre termino entrando en la página de fotos. Las mandan ellas mismas para ver si los operadores de la página las cuelgan. Las mandan para probar. Hay un desafío en eso. Algo que me fascina, porque están paradas desnudas, casi desnudas, en medio de esos ambientes decorados, posando en bolas en medio de esa pretensión social de la familia, desnudándose de eso, de esos muebles, de esos adornos. Están como pisoteando todo, sobresaliendo por encima de los cachivaches del orgullo familiar, enrostrando su recién descubierta individualidad, porque se saben únicas y sexys y saben que están fuertes. Así me gustan. En esa pose de “miren en qué me convertí, ahora tengo poder, puedo seducir, tengo esto, soy esto; mamá, papá, ya no soy una nena, ahora tengo tetas, buen culo, y caliento a los hombres, soy superpoderosa y me saco fotos en bolas en medio del living de casa”.
Miro los detalles al fondo de esas habitaciones de chicas porteñas o cordobesas o rosarinas. Están en tanga y musculosa, con una mano en la cintura, la otra en la nuca, revolviéndose el pelo, tan posadas como si estuvieran delante de un fotógrafo profesional, pero posando delante de la cámara con disparador automático en sus propios cuartos, dejando ver detrás esos detalles que me llevan de vuelta: los empapelados descoloridos, la pared con los arreglos sin revocar o sin pintar, las soluciones eléctricas de emergencia que quedan así durante años, cables colgando en diagonal, los estampados del cubrecama, los muebles de imitación caña, las repisas con muñequitos, el elefante arriba de la heladera con un billete atado a la trompa. Puedo volver a través de esos detalles: los peluches, la foto grupal de egresados en la nieve, las paredes de machimbre barnizado, y los patios con mangueras tiradas, las piletas pelopincho en el jardín a media tarde con el agua ya a la sombra de la casa de al lado.
En esos escenarios aparecen, tremendas, levantándose apenas el vestido de algodón, dejando sobresalir los cachetes redondísimos del culo, porque son tan nuevas, tan esféricas. Y parecen tan suaves y ariscas a la vez, que habría que acercárseles despacio para que no se espanten. Pero están solas o con una amiga, o quizá alguna posando delante del novio. Pero casi todas solas como invitándote, mostrando cómo les queda esa mini tan corta o su jean preferido, sin nada más, tapándose las tetas sólo con los brazos, las tetas rebalsando por los antebrazos, esa foto sacada para registrar ese día en que se sienten flacas y divinas. Y se paran delante de la cámara, de espaldas, algunas con pudor, sin mostrar la cara, en su cuarto, con las persianas a medio bajar. Así las veo, las encuentro, las busco, y casi puedo entrar en esas casas en las que siento que estuve alguna vez, puedo sentir los cerámicos grises y frescos bajo los pies, el olor a espiral para los mosquitos, el ruido cuando arrastran una de esas sillas del juego de comedor barato de caño esmaltado en negro y asiento floreado. Puedo estar casi ahí, sintiendo que el azúcar volcada en el mantel de plástico me pincha los brazos después de tomar mate, alguien tose, dos hermanas se pelean, alguien ve televisión en otro cuarto, o no hay nadie en la casa, salieron todos y ella se encierra con la cámara, se siente bien, tiene una ansiedad, una fuerza nueva, quiere verse recién despierta de la siesta, mostrando el culo tembloroso, la cintura arqueada, boca abajo sobre la cama, escondiendo la cara entre las sábanas como esperando a un hombre, levantando el culo duro, toda tirante, y ya respiro mal, y en el pantalón la pija me ocupa espacio hacia un costado, contra la pierna, me la siento por afuera del pantalón, y ésa podría ser, así de espaldas, castaña, me quedo ahí, la nombro, la estoy buscando en todas esas siestas otra vez, es parecida, Chiara en su cuarto en verano con las cigarras afuera que hacían más pesada la tarde al sol, después de la pileta, los dos acostados, yo atrás de ella, en su cama, mordiéndonos, cogiendo sin forro en Caballito, en la calle Yerbal, un sábado sin sus padres que estaban en Lobos porque ella tenía que estudiar. Chiara conmigo, en cucharita, ella agarrándome la pija, frotándose la concha con mi pija. Chiara diciéndome: Tavo qué dura tenés la pija, dándose vuelta un segundo para mirarme de reojo, sin animarse a pedirme que se la meta y yo se la hundía toda de golpe, y me decía: despacio, boludo, y le encantaba. Yo le agarraba un cachete del culo y le daba toda la pija, le buscaba la boca con la mano y ella me chupaba los dedos, me los mordía mientras la cogía así, hasta que se daba vuelta porque queríamos besarnos, yo con la pija mojada hasta el tronco, los pelos mojados, antes de volver a metérsela, y era mucho mejor así de frente, se la hacía sentir adentro y ella me pedía: quedate ahí, quedate ahí, le tocaba con la punta de la pija al fondo, casi no quería que la bombeara, apenas que la empujara ahí, y me mordía, y yo le decía al oído estás toda mojada y no me animaba a decirle qué puta sos Chiara y bajaba un brazo para apretarle el culo, rodeándola, y le tocaba la concha mientras la bombeaba, y Chiara se arqueaba toda sofocada, sofocada, medio fucsia las mejillas con el pelo pegado, cogeme Tavo, cogeme, porque cogíamos en castellano, cojíamos así, con jota, con saliva argentina de pronunciar puteadas y ruegos. Nada de “Oh baby I love that”, ni “Carefull with the condom, Gus”, ni “Im cumming”. Todo en castellano, entre sus muebles, frente al ropero con recortes de revistas del Indio Solari, en castellano y en su cama o sobre el colchón que tenía para las amigas debajo de la cama, entre la ropa tirada, entre el temblequeo de los frascos de colonia y los souvenirs hechos de caracoles. Cogíamos en el calor de diciembre, antes de los exámenes, así, yo debajo de ella que me montaba y quería seguir y seguir y yo no aguantaba más, y me decía: no te vayas Tavo, no te vayas, y yo no sabía si ella estaba llorando o acabando, con las tetitas que le temblaban al lado de mi cara, no te vayas, y yo no sabía si me pedía que no acabara y aguantara más o me pedía que no me fuera, que no me fuera con mi familia, no te vayas Tavo. Pero yo me fui, nos fuimos, me mudé de país, de lengua, de hemisferio, y ahora cojo poco y callado, y me hago pajas tristes a la una de la mañana y, para no manchar la alfombra comprada en cuatro cuotas en Ikea, acabo en una hoja de rollo Paper Towel Extra Absorbent comprado en el Wal-Mart de Baron Drive, mientras afuera cae una nevada mortal como al comienzo de “El Eternauta” y me siento viejo y solo y lejos porque nunca nadie me volvió a abrazar así.

16 de diciembre de 2007

El compositor entrerriano

por Fabián Casas

Mateo es un peluquero joven del barrio de Monserrat. Una de sus obsesiones es poder dar un buen servicio a los clientes y que ese servicio se metabolice en un crecimiento de su negocio. También es fanático de los libros de autoyuda que te estimulan para potenciarte y “no decir sí cuando se quiere decir no”. Tiene mucho sentido del humor y chispa al hablar. Hace poco me dijo: “Todos las noches le pido a Dios que haga nacer pibes con dos cabezas”. Esa frase me hizo reir y después me dejó pensando.

Horacio Binnel fue un compañero del secundario. En ese entonces era un tipo horrible, con cara de rata, casi siempre enfundado en un blazer grueso que le quedaba grande y que le producía un sudor permanente que le mojaba el pelo. Como los jóvenes son crueles, le decían El Bicho y sólo lo tomaban en cuenta para hostigarlo. El, como única defensa para sobrevivir, se expresaba solamente a través de refranes. Conocía millones de ellos y tenía uno para cada ocasión.

Mateo el peluquero me hace acordar a los personajes de Ricardo Zelarayán que suelen se creados por el lenguaje justo en ese momento en que el habla cotidiana sale del lugar común y produce un chispazo eléctrico que nos sacude de la modorra, como la piel sísmica del caballo se mueve para espantar a las moscas. El Bicho Binnel, en cambio, me recuerda la estrategia de escritura de Zelarayán con la que suelen empezar sus relatos, novelas o charlas: con refranes, con frases hechas modificadas, trastocadas. Una estrategia que pone en marcha la gran maquinaria zelarayanesca. Lata Peinada, Variación 2: “¡Atención a los colados que pueden ser más importantes que los invitados! ¡Atención al número cualquiera que puede ganarle a la larga al principal!¡Atención al huevo roto de la docena! ¡Atención al anónimo crecido en el viento negro de la miseria que puede ser el príncipe al final! ¡Ojo con el rengo que se agranda en la adversidad!”

Ricardo Zelarayán publicó muy pocos libros. Los poemas de La Obsesión del espacio, cuando ya tenía 40 años, La Piel de caballo –una novelita finita-, Roña Criolla –poemas repetitivos en clave musical- , un breve artículo crítico sobre Erik Satie, un librito de cuentos para chicos llamado Traveseando y ahora acaba de aparecer la mítica novela perdida y encontrada que según Zelarayán “se le había ido de las manos”: Lata Peinada. Desde las contratapas de los libros –escritas por él bajo el nombre de Odrazir Nayarales- Zelarayán preparó su mito: escribe mucho, pierde casi todo en sus incontables mudanzas por las pensiones y sólo logra publicar lo citado antes arriba. Dice que es entrerriano de nacimiento y salteño- tucumano por tradición. Se describe como un provinciano resentido exiliado en la capital, rodeado de porteños. También aclara que es sordo y músico frustrado. Lo de músico frutrado habría que reverlo. Porque lo primero que deja en claro la lectura de cualquier verso –ya sea bajo al respiración del poema o de la prosa- de Zelarayán, es que es un músico genial. Su intrumento, un pequeño aparatito que suele sacar del estuche para ponerse en la oreja: el audífono. Con él se convierte en “escuchón” y pasa al papel la música que produce la gente cuando se cruza en un bar o en las mateadas de amigos, los relatos orales que circulan de boca en boca y que se van enriqueciendo de acuerdo al talento del narrador de turno.
Zelarayán, como Joyce o César Vallejo , es difícil de traducir, con lo cual uno agradece haber nacido en su lengua. Sus relatos nos dicen dos cosas: que los géneros son convenciones tranquilizadoras que no sirven para nada y que un narrador que no lee poesía es un semianalfabeto. La Gran Salina, el poema que como un río atraviesa La Obsesión del espacio, el libro de poemas del 72, tiene sobre muchos de los buenos poetas jóvenes argentinos una influencia capital. La prosa de Zelarayán –siempre poesía- está hecha con violentos cambios de clima e imágenes dantescas del campo, pero no del campo idílico sino de la urbanización que crece en el medio de los pueblos, trayendo sus negocios, sus traficantes, sus autazos y sus machados, es decir toda la escoria de las ciudades que destruye a la naturaleza original que ya se ha perdido.
En la época de Dante, escribió T.S Elliot, los hombres todavía tenían visiones. Los relatos de Zelarayán también las tienen: un hombre perdido en medio de un arenal, unos policías en lancha surcando el Riachuelo tanteando el cuerpo de un muerto, o una pelea memorable entre dos tipos que apenas se ven por la oscuridad de la pieza de adobe donde tratan de matarse a palazos. Leer algunos tramos de Lata Peinada es similar a escuchar los grandes temas de Frank Zappa, sobre todo en esos momentos en los cuales el compositor bigotudo alterna disonancias molestas que preparan la irrupción de un fragmento lírico que pone la piel de gallina. Zelarayán en Lata Peinada describe a unas gordas que paren hijos al tuntún y que están bajo la protección de un puntero local, hasta que éste, de pronto, muere. Zelarayán arremete: “Los votos de las gordas se venden caro…hasta que un día los perros cimarrones empiezan a atacar, a perseguir a muerte a las gordas sueltas despavoridas (…) ahora los hijos de las gordas sueltas vuelven rapados del servicio militar y arrasan con todo como langostas . Y las gordas que se salvaron de los perros cimarrones tratan de cazarlos entre las piernas”.
Zelarayán solía acusar a Borges de “distanciador”. El prefería montar el caballo en pelo, sin la montura. Por eso se indignaba cuando se decía que La Metamorfosis de Kafka era literatura fantástica. Para comprender La Metamorfosis de manera cabal, Zelarayán proponía leerla como un relato realista. Desde este enclave, los niños de dos cabezas que pide el peluquero Mateo, son con dos cabezas de verdad. Pero esta postura vital no debería dejar de lado algo esencial: que para el compositor entrerriano los Cahiers de Paul Valery eran obras maestras de la literatura. En ellos, Valery no escribe poemas o prosa sino que reflexiona incansablemente sobre los mecanismos de la creación. Zelarayán contaba que sus amigos porteños lo llamaban , gastándolo, “el franchute”. Lo cierto es que este descendiente de indios analfabetos por el lado paterno habla inglés y francés a la perfección –de hecho se ganó la vida traduciendo- y, como el autor de El Cementerio Marino, gusta de reflexionar sobre los engranajes de sus textos. El posfacio de La Obsesión del espacio es claro: “En realidad no es obligatorio leer lo que estoy escribiendo. Nadie espere una explicación de este libro. Simplemente quiero agradecer y de paso…Pero por´ ai, y ese es el riesgo, lo que está adelante puede ser interpretado como el prólogo de esto, es decir que éste es el fondo de la cosa”. Lata Peinada también tiene violentas interrupciones donde el autor escribe dos o tres veces el mismo fragmento y le va aplicando pequeñas variaciones. También hay apuntes donde se bocetan posibles lineas argumentales y reflexiones sobre los personajes y sus destinos.

A Ricardo Zelarayán le gusta contar historias. Quienes lo tratamos cotidianamente en algún momento de nuestras vidas, conocemos la anécdota repetitiva sobre una pelea a piñas de Haroldo Conti con un tipo del que, después de los golpes, se hizo amigo. Le encantaba particularmente este combate donde los dos hombres primero se mataban a palos y después se curaban mutuamente las heridas y se perdonaban. La solía contar con variaciones, como lo hace en sus relatos. En una había un perro de Conti en el medio de la trifulca “¡Era el perro de Haroldo!”, gritaba debido a su sordera. En otra los hombres peleaban en un balcón y había un loro que los arengaba. Todas las versiones eran extraordinarias. Ahora llevo en mi memoria esa maravillosa música, la voz de Ricardo Zelarayán.

8 de diciembre de 2007

La austeridad

por Adriana Battu
Mi amiga M. conoció a un alemán. Es como un monje, me dijo, pero coge a lo loco. Gasta guita en forros, comida y hoteles. No tiene valija. Sólo una mochilita. Tiene una sola muda de ropa. La lava cuando se baña y la deja secando. Y está impecable siempre. Con una remera blanca y un jean. Es un chongazo. Guarda sus archivos en servers de internet, y su música también. No lleva libros, ni laptop, nada, tiene todo on line. Me contó que en europa no tiene casa, que alquila cuartos. Llega a dar la presentación con un pendrive y nada más. Y es millonario.

Mi amiga está en Recursos Humanos y se está comiendo a este recurso humano ario. El ario no usa traje ni corbata y a todo el ambiente empresarial le parece re cool su neo-austeridad. Va dando conferencias por el mundo de no sé qué cuestión estrambótica y técnica y apunta sus hormonas hacia cuanta profesional de tailleur le da su tarjetita. Las llama, las cita en el hotel… Mi amiga cayó chocha en la volteada.

A mí, más que los detalles de cómo el ario le hizo ver las estrellas, me interesó esa clase de persona, me dieron ganas de ser así, no necesitar nada, viajar con una muda. Pero después en Pueyrredón y Peña me compro unas sandalias que me tenían queinchi y eso me lleva a entrar en Farmacity a comprar separadores de deditos para pintarme las uñas de los pies, y entonces veo que la austeridad monacal va a tener que esperar un rato.

Llach se alejó un poco...

...y de lejos vio the big picture en "Kirchnerismo y literatura".

Domingo

LECTURA DE NARRADORES DE LA NUEVA NARRATIVA ARGENTINA
¿qué escriben los que nacieron después de 1960?
JUAN DIEGO INCARDONA
NATALIA MORET
Y bonus track intergeneracional:
ANIBAL JARKOWSKI Y CLAUDIA PIÑEIRO
Coordina ELSA DRUCAROFF
Domingo 9 de diciembre, 18 hs en
CasaBrandon - Luis Maria Drago 236
(a dos cuadras de Canning y Corrientes)
Parque Centenario