11 de noviembre de 2007
No al cierre de Ciudad Abierta
10 de noviembre de 2007
Artículo sobre la novela de Damián Ríos "Habrá que poner la luz"

8 de noviembre de 2007
Terranova y las antologías
Grabando el programa de Horacio Quiroga
6 de noviembre de 2007
Salió

3 de noviembre de 2007
Bacanal
-Las malas pajas hartan hasta a las más mansas. ¡Basta ya!
Las palabras vagan y abrasan la sala. Agazapadas las ganas, larga la fanfarra. La palma ya rasa las mamas, la danza carnal saca llamas a la casa, al fanal, a la fachada. Cargan la jarana.Falda rayada, faja parda y casaca, gafas y gabán saltan a la tracalada. Manga atascada: Franz y Sandra trabajan, la agarran y la sacan. Franz, carnal vara parada. Sandra mana mar salada. Baba. Trasplantan la matanza a la cama. Sacan las sábanas, las mantas, las frazadas.
Mascan, amasan, hamacan, jalan. Tamaña salvajada va a dar charla a la mañana. La palanca garrafal al paladar. Sandra cata la salsa. Traga.
-¡Más masa, barragana!, brama Franz. -¡Mamá la caña, bagasa!
Franz ataca. Arranca las blancas bragas caladas, las traspasa. Batalla: brazadas, palmadas, trampas y añagazas.
Arrasa la matraca. Sandra alza las ancas y clama acalambrada,
-¡Franz, Franz, planta ya la calabaza!
La vara abalanzada rasga la raja. Gran cabalgata. Aplastan la faca, abarajan la faranga, aplazan la garrama. Apartan las garras, paran. Ancla varada nada la vasta playa. Caña a la cañada. Vaharadas. Zancadas. Alabanzas.
Franz y Sandra garchan. Acaban.Aclaran las albas. La mañana rasa la sala.
31 de octubre de 2007
24 de octubre de 2007
Cachiva
Va por el domingo a la mañana
como empujándose o empujando paisaje,
o sacudiéndose o sacudiendo calle,
o escuchándose pajarito
o escuchando pajaritos
pampeanos y suburbanos,
o picándole el sol en la cara
o cerrándose la cara
para picarse la transpiración que le sale del cráneo.
Viene silbando la canción de la alarma
de un auto que se despertó con los pajaritos
cuando un peugeot que venía de ramos
pasó pijudo y salivando por el regaeeeetón.
Si supiese jugar al ajedrez podría pensar que era un caballo movido, perdido entre otras jugadas, mirado desde arriba como el motín de coincidencias más trillado y violento de todos los tiempos. Y así entendería muchas cosas: los árboles gigantes, las pibas gritando con otro grupo de pibes canciones frescas que todos conocen, el ruido de una botella vacía como pedazo de oración en español reventándose en el cordón,
bocacalle, boca de tormenta, pasabobo, brea, poste de luz y cables tirados, chapas, charcos, perros con la sabiduría de un ángel juzgando y enumerando con el hocico a la basura en la calle: puchitos, carilinas, chapitas, ramitas, palitos, pastillitas, cigüeñales, arenita, plumas, cartones y pies con medias y zapatillas.
La sangre lo acompaña y lo trepa hasta la punta del pelo cuando se manda por el punte de la estación, y desde arriba,
casi tan arriba como Cristo,
ve cómo el sol se mueve sobre las vías y lo ve cómo se estanca en el techo recién pintado, en los colectivos que pasan insultando al domingo, en el puesto de diarios, en la niebla gris de allá al fondo y en un grupo de angelitos que van a misa porque -desde hace ya tres meses- se preparan para la primera comunión.
21 de octubre de 2007
Más inédito imposible

Reseña de la antología poética de César Mermet, por Rodolfo Edwards hoy en Página12:
Demasiado emocional para los postulados racionalistas de los poetas del cincuenta, muy tibio para los comprometidos sesenta, quizás fue acertada la decisión de Mermet de alojarse en ese silencio creativo, lleno de voces. En los enigmas y los vaivenes de la literatura argentina la poesía de Mermet ha sobrevivido sana y salva". [ACÁ LA NOTA COMPLETA]
15 de octubre de 2007
14 de octubre de 2007
Tocar a Gimena
Lo primero que me trae a la mente la palabra “tocar” es mi amiga Gimena, compañera de colegio, en el viaje de egresados, el último año de la secundaria. Y más específicamente el ómnibus que nos llevaba de vuelta al hotel, después de una excursión al Cerro Catedral. Mientras los demás se habían deslizado montaña abajo en unos trineos de plástico, los varones más escépticos nos habíamos escondido a fumar y a mear en la nieve, detrás de una cabaña de troncos. Yo fumaba y hacía como que vigilaba que no viniera un profesor, pero en realidad la miraba a Gimena que estaba con un suéter violeta, riéndose y sacándose fotos con las otras chicas.
Cuando nos hicieron subir de vuelta al ómnibus, logré sentarme en el fondo. No la vi venir. La vi cuando me pasó por arriba de las rodillas y se sentó a mi lado, contra la ventana. Me pasó por arriba, de frente, agarrándome fuerte del pelo, con saña y con cariño. Acá tengo que aclarar que Gimena había estado de novia con uno de mis amigos y por eso mismo estaba prohibida para mí. Nos tocábamos muy casualmente, sólo como amigos, pasándonos un brazo sobre el hombro alguna vez, cuando caminábamos todos juntos. Y uno de los últimos días de clase, cuando varones y mujeres cambiamos ropa para salir travestidos al patio, yo cambié ropa con ella. Mis pantalones grises le marcaban el culo redondo y mi corbata le caía en diagonal por la pendiente de sus tetas.
Gimena se desplomó a mi lado. El cotorreo en el ómnibus duró poco. Ya estaba oscureciendo y nadie había dormido más de cuatro horas la noche anterior. Los sacudones del camino de montaña empezaron a arrullarnos. Gimena dijo “¿Me puedo poner así?” y, sin esperar que yo le contestara, recostó su cabeza sobre mi muslo izquierdo. Me quedó el brazo de ese lado en el aire; no sabía dónde apoyarlo. Todo era demasiado comprometedor: su cadera, su panza, hasta su hombro, porque para poner mi mano en su hombro tenía que posar mi antebrazo sobre sus tetas. Así que, alarmado, puse mi mano sobre el apoyabrazos de adelante, pero quedaba tan ridículo que traté de apoyarme en la ventana hacia un costado y entonces Gimena me agarró la mano y me la hizo apoyar, con toda la naturalidad del mundo, sobre la lana violeta de su suéter.
“Tenés las manos calientes”, dijo bajito. Y acurrucó sus dedos fríos en el hueco de mi mano. Yo le envolví la mano dándole calor. De golpe entrelazamos los dedos y, de a poco, las manos empezaron casi a tener vida propia, como dos animales que se estudiaban y se recorrían, como dos perros en la plaza, arrojándose uno encima del otro. Yo no sabía que se podía sentir tanto, solo con la mano. Nuestras manos se buscaban, se apretaban. De pronto era todo muy suave; yo le acariciaba el centro de la palma con el pulgar, o ella me hacía estirar la mano y me recorría los dedos; y de pronto era todo muy fuerte casi como una pulseada, un forcejeo.
Nadie nos veía. Yo miraba hacia el pasillo. De vez en cuando se levantaba alguien que cambiaba de asiento. Me acuerdo de la sensación de estar como cogiendo, pero solo con una mano, mientras el resto del cuerpo simulaba estar vestido, discreto y sentado entre los amigos del colegio. Era todo tacto, encendiéndome el cuerpo entero de los pies hasta la nuca. Yo no sabía que cabían tantos besos en una mano. El roce mínimo de sus dedos era la mariposa que del otro lado del mundo provoca el terremoto. Todas mis terminaciones nerviosas parecían estar alertas. El bulto en mi pantalón había crecido hacia un costado. El pelo de Gimena estaba derramado en catarata sobre mi pierna. Entonces, con la otra mano le pasé los dedos por el pelo. Le toqué suavecito la cabeza.
Las manos entrelazadas se calmaron un poco. Quedaron apoyadas exhaustas en la panza de Gimena. Parece una exageración pero fue así. Faltaba que cada mano se fumara un cigarrillo en la oscuridad del ómnibus. Pero el envión exploratorio seguía en mí. Le toqué el suéter, le recorrí la cintura por fuera del jean, esas costuras y remaches y bolsillos. Le busqué con el dedo índice la piel de la cintura entre el suéter y el jean, apartando capas de ropa. El suéter, y abajo un buzo creo (iba adivinando como un ciego), y abajo una remera que a esa altura estaba metida en el pantalón. Un poco más cerca de la panza, la remera estaba fuera y por fin le encontré la piel. Con dos de mis dedos acaricié un centímetro cuadrado de la panza de Gimena, que se hacía la dormida.
Fue lo más suave que toqué en mi vida, como mármol blando, como hielo caliente, la panza plana, abajo del ombligo, los cinco dedos tocando su piel, hasta el límite del elástico de la bombacha, un límite infranqueable, el hueso de su cadera, la pelusa casi imperceptible de la piel a lo largo de esa línea, y mi dedo que empujó el elástico, un poco, un dedo debajo de la tensión del elástico, dos dedos, más allá, avanzando, unos pelos más gruesos y ella de golpe se puso de costado, se ovilló acercando las rodillas al pecho. Dejé la mano del delito sobre su suéter, asustado, casi pidiéndole perdón y Gimena me la agarró y se la llevó a la boca. Se metió mi dedo en la boca. La boca mojada, la lengua, los dientes. Me chupó dos dedos, me dio como unos mordisquitos primero, hasta que me mordió fuerte. Me hizo doler. Y me siguió mordiendo despacio el pulgar, el borde de la mano. Después me volvió a agarrar la mano y la apretó contra ella, como cerrando el asunto, hasta que encendieron las luces del interior del ómnibus y hubo unas quejas de los encandilados y nos soltamos.
Cuando llegamos al hotel, ella me volvió a pasar por arriba y al oído me dijo “¡shh!", para que todo quedara en secreto entre nosotros. Yo cumplí, porque esta es la primera vez que lo cuento. Lo demás fue tristeza. Gimena se arregló con mi amigo antes de que terminara el viaje.
12 de octubre de 2007
La prueba de vida
-No lo reconozco para nada-, dijo papá inspeccionando un dedo morado que le habían enviado los secuestradores de Agustín como prueba de vida-. Para nada-, repitió.
-Pero Don Marcelo, ya le mandamos la oreja, ahora el dedo, no nos queda nada para mandarle-, dijo la voz del teléfono.
-Entonces no pago. Si ustedes creen que ese dedo hinchado y esa oreja sangrienta son pruebas de vida están muy equivocados. Y no crea que me lo tomé a la ligera. Agarré la oreja con la punta de los dedos enfundados en un guante de goma, porque cabe destacar que la mandaron toda ensangrentada y sucia (y no lo digo enojado porque ¿qué podían hacer ustedes?, gente sin educación) y se la probé a, uno por uno, todos mis hijos. La sostuve contra su oreja, un poco más arriba para ver las dos y comparar cómodamente, para ver si se parecían pero ningún parecido. En el turno de Martina, mi hija del medio, vimos un pequeño parecido, debo reconocerlo, pero no podemos asegurar que sea la oreja de Agustín. [SIGUE ACÁ]
11 de octubre de 2007
El hombre con la cara del Che - Cucurto
Siguen los videos invisibles. Ahora, Cucurto leyendo un poema sobre su padre.
Y otro más, de su veta homoerótica: Entre hombres
P.D: Este sí se ve, Cucurto lee "Mike Tyson "y otros poemas en una mesa de Chile.
10 de octubre de 2007
Poesía en Bahía Blanca

8 de octubre de 2007
Polvo serás, mas polvo sublevado
a incrédulos, reverentes, ansiosos acusadores, fieles;
quienes antes del tercer flash te negaron tres veces;
y preguntaron "quien es éste" y respondiste majestad de muerto,
siendo el que fue, cualquiera y todos..."
6 de octubre de 2007
Noé
en el sueño
los hocicos húmedos
forman un frente
continuo
de respiración salvaje
el pis de los cuadrúpedos
es denso
se pega a la nariz
gotea
sobre el pasto acumulado
finas líneas de luz
pasan
entre las uniones de las tablas
el salvataje
se hace casi a oscuras
afuera
la lluvia percute
golpea los techos de los autos
colapsa las cañerías
se despierta
antes de escuchar
la alarma del despertador
se levanta sin ganas
prepara el desayuno
en el viaje al trabajo
dibuja en el revés
de la tarjeta de subte
hace cálculos mentales
separa carnívoros de herbívoros
se pregunta
cuántos animales pueden entrar
en un container
***
www.jonasland.blogspot.com
5 de octubre de 2007
4 de octubre de 2007
Corre la voz
"En una media mañana Mogólica, una de las tantas estrellas maradonianas alumbró generosa los altosbajos botines aguerridos guachos de tiempo..." [SIGUE ACÁ]
Otro que la pasó mal con el rugby
Cuando cumplí ocho años, Roberto Casciari me lo puso bien claro: "O tomás la Comunión o vas a Rugby", me dijo, "pero no te quiero los fines de semana durmiendo hasta las doce". [acá el texto de Casciari en Orsai]
Socorrista
el pibito absorto en sus pensamientos
mete un pie después el otro
ese hijo que nunca voy a tener
que nunca vamos a tener
se tira a la pileta tirita y sale
chorreando agua por la
escalerita
me mira con curiosidad sonríe
parece que va a preguntarme algo
pero su mamá que no sos vos
lo llama desde lejos:
ven aquí niño, deja tranquilo al socorrista
*
3 de octubre de 2007
La importancia del deporte
1 de octubre de 2007
La educación
A veces despertabas y la ciudad estaba inmersa en la niebla.
Las luces nocturnas aún encendidas, los autos como
formas oscuras y razantes, las ventanas apagadas,
hileras de personas encapuchadas
esperando el colectivo.
Tenías que salir en bicicleta
con una bufanda alrededor de la cara
y las manos moradas y pálidas, atravesar
a ciegas las calles, rodeado por la niebla.
Al llegar al colegio tenías el pelo húmedo
y algo había cambiado, sí,
aunque te sentaras en el mismo estúpido lugar,
eras otro ahora, eras el que había vencido
a la ciudad fantasma.
Tenías en vos un parásito inmortal.
[ACÁ HAY MÁS]
Entrevista al Arquero Absoluto
29 de septiembre de 2007
El día de los perros - Daniel Durand
No se ve nada; sólo las manos de Durand sosteniendo unos papeles mientras lee este poema inédito. Fue en el ciclo Es a propósito, en el CCPachamama.
Y acá hay otros tres de El estado y él se amaron (Mansalva):
Inquina se apila: "Muove los colores agua barro verde..."
Frozen cum: "El compositor nórdico tenía la verga re larga..."
Nueces mojadas en los pastizales: "...puntos luminosos entre los árboles..."
21 de septiembre de 2007
Acceso Oeste
p.mairal
Aprendiendo recién ahora a usar el movie maker de windows (una de esas teconologías que están a punto de caducar). Acá va un collage dinámico, o como quiera que se llame esto. Antes los hacía con fotos impresas en papel, pero era muy caro. Ahora no salgo de lo digital. Se ve poco, pero en la pantalla grande de la página de youtube se ve mejor. Iremos aprendiendo, mejorando lo que se pueda, poniéndonos insoportables con el movie maker. Se vienen tiempos audiovisuales para el Sr. de Abajo.
20 de septiembre de 2007
19 de septiembre de 2007
Recuerdos del poeta incómodo
Como no pude asistir al entierro de Joaquín, tampoco pude cerrar el vínculo que nos había unido. En algún lugar recóndito de mi estado de ánimo, él seguía sentado frente al gran ventanal de su departamento, observando el inmenso jardín con la pasión de un entomólogo metafísico. Por eso no me sorprendió que varios meses después, caminando por el barrio de Once, me lo cruzara. Iba caminando despacio, con su campera beige. Apuré el paso y cuando estuve a la par, me di cuenta de que no era él, que era su doble. Recordé que los grandes poetas, si realmente lo son, cuando llegan al final de su vida logran el milagro alquímico de construir un doble. Cuya finalidad es recordarnos que ellos están ahí, dando vueltas en un universo paralelo que, cuando menos lo esperamos, puede irrumpir en nuestro mundo. Poco antes de morir, la editorial Emecé le había editado su obra completa, un libro monumental que hasta el día de hoy se sigue vendiendo de a poco pero con persistencia. Este libro tuvo la particularidad de poner de nuevo en carrera a varios libros de Giannuzzi que estaban agotadísimos. Ahora, ediciones del Dock acaba de publicar Un arte callado, un volumen que recopila sus poemas inéditos y agrega los que nunca antes fueron publicados en un libro. Leer estas poesías produce un efecto conmovedor. No es un rejunte del cajón de sastre de esos que se hacen arañando al vacío. Es un libro contundente en el que los poemas muestran los diferentes tonos que ha tenido Giannuzzi a lo largo de su vida. Desde que apareció casi sobre el final de la elegíaca generación del 40. Hay poemas de amor hiperlíricos, poemas sofisticados, poemas de saque y volea (clásicos de Joaquín) y versos especulativos. Y también están los poemas que intentan hacer un croquis de determinados personajes. Es como si después de haber escuchado un disco hermoso, pasara un largo silencio hasta que irrumpe un bonus track revelador. Es así, fue un gran poeta hasta el final, se dice uno con el libro en las manos.
Exactamente un individuo
¿Qué es un gran poeta? Podríamos pasarnos horas hablando en torno de lo que definiría de manera científica a uno de ellos. Y no llegaríamos nunca a un acuerdo. Prefiero parafrasear a Alberto Girri y decir que a un gran poeta no se lo define, se lo reconoce. Hay una escena capital en una película de Peter Brook basada en el libro de Gurdjief llamado Encuentros con Hombres Notables. En ella, un Gurdjief joven se cruza con un hombre que está sentado a una mesa, tomando café. Gurdieff se acerca movido por una extraña curiosidad y el hombre le dice, sin inmutarse: "¿Querés saber quién soy? ¿No reconocés a un maestro apenas lo ves? Gurdieff asiente: "sí, es usted un maestro", dice. Creo que uno no llega a reconocer a un maestro por la inteligencia, sino por la intuición, que es un sentido más definitivo. Encontrarse con un maestro produce felicidad. Yo la tuve cuando hurgando en una mesa de saldos di con Señales de una causa personal, libro de Giannuzzi de 1977. Primero sentí cierta incomodidad. Para ser un libro de poemas, era demasiado prosaico. Pero enseguida, como cuando uno se acostumbra a la voz de un cantante extravagante, me sentí cautivado. Este poema de ese libro me liquidó, se llama "Basuras al amanecer": "Esta madrugada/ en la calle/ dominado por una especie de /curiosidad sociológica/ hurgué con un palo en el mundo surrealista/de algunos tachos de basura./ Comprobé que las cosas no mueren sino que son asesinadas/ Vi ultrajados papeles, cáscaras de frutas, vidrios/ de color inédito, extraños y atormentados metales, / trapos, huesos, polvo, sustancias inexplicables/ que rechazó la vida/ me llamó la atención / el torso de una muñeca con una mancha oscura, / una especie de muerte en un campo rosado./ Parece que la cultura consiste/ en martirizar a fondo la materia y empujarla/ a lo largo de un instestino implacable./ Hasta consuela pensar que ni el mismo excremento/ puede ser obligado a abandonar el planeta". Señales de un causa personal es el libro central de J. O. Giannuzzi. Creo que ahí está en todo su esplendor. Y el poema que acabo de citar muestra la idiosincrasia de su poesía. Por lo general, arrancaba con una observación, enumeraba ciertos rasgos del objeto observado que era deglutido por adjetivos perfectos y, casi sobre el final, remataba con una conclusión inesperada. Si bien el tono del poema llevaba irremediablemente a una definición deceptiva, lo que finalmente decía, brillaba como un hallazgo: "ni el mismo excremento puede ser obligado a abandonar el planeta". Los comienzos de los poemas de Giannuzzi también eran increíbles: "Por alguna razón, al anochecer,/ mi corazón late como una ametralladora. El cardiólogo me ha dicho: /Controle su vida emocional". Los versos se dejaban imantar por la música de la especulación. Y la especulación de Giannuzzi seguía los pasos de Pascal: "Puesto que la verdadera naturaleza se ha perdido, todo puede ser naturaleza".
Cuando el Diario de Poesía, en 1994, le dedicó un dossier consagratorio, D. G. Helder escribía en la nota introductoria: "El presente dossier sobre la obra poética de Joaquín Giannuzzi no pretende paliar la relativa indiferencia que manifiestan, con respecto a ella, la crítica universitaria, la crítica de los medios masivos y la crítica escrita en general". Este párrafo daba cuenta del estado de las cosas. A Giannuzzi, salvo un grupo reducido, no lo leía nadie. Y quizá, involuntariamente, haya sido el propio Giannuzzi el que provocó esto. No fue vanguardista, ni guerrillero heroico, no cayó en el chauvinismo ni en los golpes bajos ni fue un outsider drogadicto o borracho en la veta maldita de la poesía yanqui. No escribió poesía especulativa de autoayuda. No se le conocen escándalos. Fue un hombre, como decía Celine, "sin importancia colectiva, exactamente un individuo". Sus poemas reflejan la mediocridad dramática y a veces hilarante de nuestros días mortales: un trapo tirado en la cocina, un hombre que no sabe si hacerse el nudo de la corbata o ahorcarse, un insecto que cae en la mesa del poeta para fenecer. Y también espléndidas naturalezas muertas sobre las dalias que se inclinan en la tarde o el olor del café y las manzanas después de almorzar.
Poeta de clase media
James Joyce se ufanaba de que con sus libros se podría reconstruir en el futuro el Dublín de su época. Del mismo modo, los poemas de Giannuzzi podrían servirnos como un mapa mental de los terrores y ansiedades del hombre de clase media que habitó Buenos Aires durante buena parte del siglo XX. Una clase media que en nuestro país no tiene épica ni heroicidad, y por lo general es mezquina y salvaje. Se preocupa sólo por su bienestar y mientras sus ahorros estén a resguardo, que te garúe finito. Aunque puede decirse peronista o radical, en realidad está con todos los gobiernos que la dejen tranquila. Joaquín Giannuzzi decribiéndose de manera implacable, la describió como si diseccionara un insecto. Cuando le preguntaban su opinión sobre su poesía, decía: "Soy un poeta menor de todas las antologías, incluso de la mía". También agregaba: "Gelman y Leónidas Lamborghini son grandes poetas, yo hago lo que puedo". Le gustaba bromear: "¿Viniste a ver a tu viejo maestro moribundo?", decía, mientras abría la puerta de calle de su casa. Después rengueaba cuando te acompañaba hacia el ascensor. Uno lo notaba y le preguntaba: "¿Qué le pasa, Joaquín?". "Creo que me tienen que amputar la pierna", remataba. Y se ponía a recitar a Rimbaud: "Las mujeres cuidan a los feroces enfermos que regresan de los países cálidos". También recitaba a menudo el "Segundo Advenimiento", de Yeats. O fragmentos de los "Cuatro Cuartetos" de Eliot, a quien admiraba, junto con Eugenio Montale. Ya en su casa, te acercaba un café –lo estoy viendo– y se sentaba frente a vos, en un inmenso sillón que daba al ventanal y al jardín. Si todavía pudiéramos hablar, me gustaría decirle que los poetas más jóvenes buscan sus libros como se busca una revelación, que hace poco estuve en México y que vi, emocionado, cómo los escritores jóvenes y no tanto del D.F. vaciaban la góndola con los libros de su obra poética que se vendían en la librería Gandhi local. Que ayer agarré Un arte callado y abrí al azar en el poema que le pone título al libro y leí: "Nuestros pies perfeccionan/el arte de entrelazar los dedos./Unidas en la almohada/ nuestras cabezas apuestan/ a una boda perpetua./ Expatriados,/cerradas las puertas y las ventanas,/ abrazados al desnudo oponemos/ una ideología de lo callado/ a la manera en que marcha el mundo/ según la pantalla de la televisión".
foto: p.mairal
17 de septiembre de 2007
Revista Rigoleto - 3 textos
Al costado de la vía
acostaron un cartel
de NO AVANZAR,
en la ventanilla del tren
que pisa las monedas obsoletas
me seco la saliva que dejan
caer, como gotas en cascada,
(un dos) tres nenas
desde aquel puente negro, se ven
los hoyitos,
las curvas,
del CLUB
de Golf
(conforme
seguimos, a todo
se lo come el horizonte)
PRECAUCION
Paso a nivel
SI PARA SERÁ DEPORTado…
Ahí
veníamos seguido (a coger)
desde que apareció (en telediario)
la mujer abusada,
entre esos tamariscos
todavía sigue (me saluda)
la bolsa negra que anudamos.
Milton López
*********************************************************************
solo unos días que se prestan a pasar
solo una tarde en que se puede respirar
un diminuto instante inmerso en el vivir.
Después mirar la realidad
y nada más; y nada más.
Silvio Rodríguez
Gabriel Anderete
*******************************************************
Sentados en caminito, rodeados de colores no combinados, miramos un colectivo, lustrado y con sapitos, y reímos.-Qué capo ese colectivero.
Vos mirás tus pies y yo tus manos, que no son tan pequeñas y tienen sus dedos quemados por la insistencia del golpe sobre un bombo porteño.
Tu lucha. Tu pelo semilargo y joven. Tus dedos tapados con curitas. Tu pequeña mano. Tus ojos llenos de luces. Tu sonrisa que se niega a ser.
Y me contás, todo lo que haces y todo lo que es ese lugar donde vivís y La Boca en la que naciste. Puteas a Macri y me decís que me apure, porque a esa hora no podés andar conmigo, con una chica como yo, por ahí. Y tenés tanta razón. Y estás tan cansado de todas tus razones, y me señalás a alguien que duerme bajo la autopista y volvés a putear a Macri.
Caminamos y no soltás mi mano, ni siquiera cuando la meto en mi bolsillo. Empieza a hacer frío y subimos a un bondi que viste que tiene toda la onda. Metés esas monedas que no te sobran, porque tu papá es un empleadito, y me dejas elegir un asiento junto al tuyo. Y nos besamos y sabemos que la Buenos Aires es linda, y nos volvemos a besar y acomodo tu pelo semilargo, que tapa esos grandes rasgos en tu pequeña cara.
Nos despedimos y lo lamento. Me decís que me quede a vivir ahí. Me río. No contesto.
Me pierdo entre la gente,
Desaparecemos.
Mariela Gouric
15 de septiembre de 2007
12 de septiembre de 2007
Acerca del grosor de lo humano
Por Gustavo Ferreyra
¿Y si todo se va haciendo lámina? Si aun lo feo y lo desagradable y lo desvencijadamente triste se hace lámina? Estos interrogantes parecen subyacer en El Trabajo, la última novela de Jarkowski. Novela extraña si las hay porque justamente los personajes ya están resignados desde el vamos a ser láminas. Láminas en escenarios porque ya no hay más que escenarios en esta realidad bidimensional. Oficinas, dormitorios, la misma calle no son más que escenario para las láminas. Los cuerpos se han desvanecido y no queda más que su representación. Pero representando al cuerpo lo refutan. Y en tanto láminas los personajes se niegan a hablar. Todos sin excepción. No porque sean lacónicos ni porque guarden una sabiduría ancestral ni tampoco porque se resuelvan en el hacer, se niegan a hablar porque son láminas. Apenas si dicen frases de dos o tres palabras. No tienen fuerza para nada más.
Las láminas –entre ellas Diana, la protagonista- buscan trabajo. Son bien conscientes de ser láminas y están resignadas a ello. Diana encuentra trabajo como lámina. Vive como lámina, o sea no vive (en el sentido que no es un sujeto acabado) sino que transcurre por el espacio de una ciudad. El yo de la novela, un personaje, es el que debe registrar el acontecer de las láminas y su ser sujeto parece estar en otro tiempo, cuando era escritor. Existe otro tiempo en donde todos ellos pueden ser sujetos y no láminas pero no es el tiempo de la novela. Como si existiera un tiempo subterráneo, que corre por debajo de la novela. Un mundo de sujetos que hubo otrora, que corre por debajo y que eventualmente puede reaparecer en el futuro. Podemos sospechar incluso que cuando Diana va a convertirse en sujeto por la fuerza de los hechos, desaparece de escena y por lo tanto la novela termina.
Novela hipermoderna, cool, para nada elegante sin embargo (y que hasta podría confundirse con una novela erótica aunque no lo sea en absoluto) se mira, es decir, se lee, con la extrañeza que provocaría un tropel de feos y sucios irrumpiendo en el mundo de la moda. Novela realista, de un realismo tenue como la más tenue de las láminas, pareciera aspirar a su pesar a lo profético. Tal si, sin saber cómo, deslizándose el mundo en patines que ya no puede arrancarse de sus pies, llegara a la helada superficie de un espejo. Las chicas en el mundo (porque es más bien una novela de “chicas” que tienen que ganarse la vida) y el mundo en el frío espejo.
Jarkowski, que es el escritor detrás del escritor, sostiene el espejo para las chicas que se desnudan de ropa y al mismo tiempo de humanidad. Es sin duda paradójico que la desnudez y el cuerpo se hayan convertido en artificio, en pura imagen, en pábulo de lo inhumano, como si el cuerpo (al que, según Nietzsche debíamos aferrarnos) deshumanizara al hacer desaparecer al mismo tiempo al sujeto. La moda, la imagen, el cuerpo de las chicas, lo bello y su remedo, tal como en el burlesque (cuyo mundo articula la novela) el remedo de lo refinado se convierte en patético. Ya en las novelas anteriores, en Tres y en particular en Rojo Amor, Jarkowski había unido mundos diversos (Chanel y el proletariado, por ejemplo) y es en este trabajo de amalgama en donde su perspicacia de escritor revela las mejores sutilezas, los más paradójicos contrapuntos.
Sin las virulencias y la brillantez de Rojo Amor, más contenido también, tal vez más escéptico con respecto a la literatura, no menos talentoso, Jarkowski levantó su frío espejo para mostrarnos (deleuziano) que lo sexual y lo social son una misma y sola cosa.
Yo quería una vida normal
Anoche Incardona se enfervorizó tras la pelota en la vanguardia del Open Gallo y se desgarró, se autotacleó, se desplomó. Ahora, de 13 a 14:30 hay que ser Incardona sano por un rato. Pero el tipo no te cede su parla con las mujeres, su facha, su chamuyo. No. Te da su perro con correa y unos videos para devolver que si no Ayax me mea todo el depto y en el Blockbuster me cobran un día más.
p.mairal
11 de septiembre de 2007
Enroque
CONSTITUCIÓN
10 de septiembre de 2007
Mi madre era un dispositivo
(de La vida privada de los árboles, de Alejandro Zambra, Anagrama, 2007).
Acá una reseña que hice sobre esta novela.
8 de septiembre de 2007
El hombre de overol siempre sabe all


Mañana cuando estés sola, pensá en mí.
Boca abajo en la cama, rezando
en la iglesia negra, pensá en mí.
Reclinada a presión,
entre dos asientos incómodos
cruzando el océano a la velocidad del sonido,
pensá en mí. La última imagen antes de dormir
que sea para mí.
Duro de reparar, años de uso.
El hombre de overol
mueve sus herramientas
hundido en el foso del taller mecánico.
No hay caso, dice, el poema no arranca,
el matrimonio no arranca,
el día no arranca."
(fragmento de Están construyendo un edificio)

5 de septiembre de 2007
Utopía de un hombre que está cansado
por Ignacio Molina
Partamos en dos la tierra
viajemos en subte a China
y con la plata que nos sobre
levantemos una casa de madera
en las afueras de Luis Guillón.
Hagamos una pira en el fondo
veamos arder la biblioteca
todos los papeles que nos permitan
volver a recordar quiénes somos.... [sigue acá]
El tiempo no para
En El Gato Negro (Corrientes al 1669) a las 20:15

iROJO Editores invitan a la presentación de los libros Ganadores de la Convocatoria Anual en Narrativa y Poesía:
"Arqueológicas/ Memorias de (in)sepult(ados) origenes" de Daniel Cortés -Narrativa
"La tierra plana" de Horacio Beascochea - Neuquén -Narrativa
"Escenas de un verano inquietante" de Elizabeth Lerner -Narrativa
"La campeona de nado" de Clara Muschietti - Poesía
Viernes 7 de setiembre, 19.00hs en la Sala Augusto Cortázar de la Biblioteca Nacional, Agüero 2502.
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lunes 10 de septiembre
30 de agosto de 2007
Última Cena en Bogotá39

Esta foto es del escritor peruano Iván Thays, que en su blog hizo todo el recuento periodístico.
29 de agosto de 2007
coca - fragmento
entramos en la malla
del juego
en tu frenesí
saltamos a las piernas más y
más abiertas
a lo blanco del vacío
esplendor
y entre esos pelitos
todo estaba en el museo
de lo que se comieron los pibes
Venus de Milo de almacén
paraguayo
donde cambias tus monedas
y tiras unos minutos
en una luz que depura tu vida
en la excelsa carne de
la urgencia
rosada
matriz del deseo
humedecido
en el fulgor en la furia
de tu imperio
que deshace el movimiento azul
damasco de tus caderas
más abajo navegás con la boca
el goce
el abanico de desnudez en ella
y todas
las desnudeces
ahora esbelta en gotas
colgando de sus pechos
la nube de la bicicleta
ponchito de amor ese monticulo
de rizos
marcando al sueño el paso
abajo
de la raya que divide
espalda vaporosa dueña del erotismo
en acabado movimiento
ritmo de lo violento y de lo suave
elogio de Coca, flor
de un poema inexplicable
vamos siempre en nuestra espumosa pasión
cada vez que estrena
vamos con bombos y platillos
papelitos y banderas
a ver tu película
en la butaca de la nube
entre tus piernas flotadoras
azul verdoso del cuerpo exuberante
de mujer copiosa
refregándose en la blancura
de la espaciosa noche
en el 69
que cierran con sus bocas
¿y cuál es el secreto que sella?
¿la sangre? ¿el corazón?
¿el calor en el fluir del caos?
en todas sus películas
yo ví
coca y agua
agua y coca
en la vidriera del agua
nada
el cuerpo blanco de ópalo volumen
contorneándose
azul lejos cerca del ojo
en la visión
la acróbata,
coca nadadora
y esos hombres que van a ella
los que dicen “ponemos
la música con que se baila”
- uno entra cuando le toca-
y era como imaginaba
en el sueño
en las lecturas inconscientes
de los cuerpos que vienen
por los besos
y los mimos del deseo de flor
en ese perseguir primavera
los exudados y los fluidos
juntados consumados
del cosmos de la Diosa
que insemina
la alegría del cuerpo
presente vestido en gotas
de la piscina esmeralda
a la salida del agua
y ahora su cuerpo vestido de saliva
pasea por el sol más allá de la línea
si se ve incandescente genital
fascinada dibujo del placer
casi ensueño
que vuela la gracia
de esa plenitud
y estas manos gastadas
por escribir con la gota
que ahora besás
tus tetas adoradas
tus tetas blancas, derramadas
besadas en su punto
como pupila que ama la lujuria de las formas
y bebe y besa
“mis perros llevan mis collares
que nadie olvide eso”
y en eso
potra fugaz de la lluvia
de las lluvias en las sábanas
sobre carnosas camas que alimenta
blanca lechosa rosada rabiosa
-fragmento-
colgué un marco vacío
de la sombra
y comencé a llenarlo
de silencio,
en la pared
como una vertiente
de mí mismo
en otro
Y pensé en solo amar y amar
solo por amor a sus acuáticas frondosas
tetas
que todo lo colman en la pileta azul
del cráneo
película soñada al sol caliente
de los mamados cuerpos en las gotitas
tan flor en la imaginación
de los fantasmas
que vuelve sambayón frambuesa
sigo el gusto
el olor en la lengua del placer que besa
en una penumbra de labios chocados
montados seguimos
el cuerpo del sueño
volamos besamos
a cada instante la escena
todos están mirando
nadie puede dejar de mirar
se ponen cera en los oídos
dedos en los ojos ¿y las manos?
las manos...
todos llevamos oxígeno
pero otros quieren el aire
mujer sentada en la playa (balsa pedazo de cielo)
desnuda radiante con pechos que miran el voluminoso azul
rosada en la pérdida del corazón
del amor vuelve
a la pose del rodaje
-fragmento-
Coca se desliza
rola sobre la arena
voluminosa voluptuosa perlada
por el océano
y llega a Africa a la costa brava
se desliza
giganta,
bailando las nuevas canciones
del frenesí,
en la silla colgada por albatros
de los marineros
en el reverbero del hambre
todos marchamos hacia ella
celebro
grandisíma mujer de la pasión
con la que curo mi herida
el sentido del cuerpo
en su punto de impacto
corazón
y pedir más
la magia
camino de los poemas
luces campanas glicinas abejas
lejos y cerca
virgen
memento vida en la configuración del melón
devuelto del corpiño fuera de los fantasmas
y en la oscuridad
el gran escote
y lo que escribo
adicto a lo que escribo esa mujer
el fetiche
fragmento último
Toco acaricio mi adicción
por coca
enamorado en el silencio
de puta
y la elegancia
maciza plena de sus pechos y el movimiento
del deseo
en sus caderas
y boca llena
películas de coca
vistas y revistas
deslizado en el maquillaje del desnudo
en sus labios deslizado de pagina en pagina
por su monumental corpóreo
que tuve en la pantalla del sueño
deslizado en la suave pasión
y en ese temblar de perra y de color en el rubor
eyaculado
la doncella
en la música y letra de los sexos
que una vez fueron mías
Poemas suyos figuran en la antología de poetas jóvenes de Bs as del año 1987, ed hombre nuevo.
También poemas suyos han sido publicados en rev literarias como el jabalí año 2002, revista los rollos del mar muerto, y en la revista la nación del suplemento del domingo.
22 de agosto de 2007
Taller de edición independiente
Lunes de 21 a 23, en el Centro Cultural Rojas. Comienza este lunes 27 de agosto. Duración: ocho clases.
Inscripciones en Corrientes 2038, de 10 a 19 horas.
[ACÁ EL PROGRAMA Y LA MODALIDAD DEL TALLER]