26 de febrero de 2009

Fragmento del documental Oro nestas piedras



Sobre el poeta Jorge Leonidas Escudero. Directores: Cristián Costantini, Leandro Listorti, Claudia Prado.

24 de febrero de 2009

Lengua boricua


por Pedro Mairal

Me gusta conocer países latinoamericanos. Es como estar metido dentro de un diccionario de sinónimos. Uno llega, empieza a hablar, a comunicarse, y descubre que muchas cosas se dicen de otra forma, pero igual se entienden. La lengua cobra relieve, aparecen castellanos paralelos al que uno habla. Descubrimos cómo hablan los demás pero también cómo hablamos nosotros. Todo sucede como en los sueños donde la gente es conocida pero tiene otra cara; así, cuando hablamos fuera de nuestro país en Latinoamérica la vida cotidiana se distorsiona un poco, se corre de lugar unas palabras.

En Puerto Rico, donde me encuentro coordinando un taller literario de la Universidad, se habla uno de los castellanos más expresivos que escuché jamás. Esta isla es un estado asociado de los Estados Unidos. La moneda corriente es el dólar. Los habitantes pueden votar un gobernador cuya función principal es decidir cómo se distribuye el dinero que llega del norte. Las cosas son así desde 1917. Desde entonces se ha intentado mediante varias leyes nacionales borrar el español para imponer el inglés como lengua oficial. No lo lograron. No se puede borrar tan fácil la lengua que usa la gente todos los días, quizá porque es la lengua madre, y como decimos los argentinos “con la vieja no te metás”.
En el lavamanos del baño de un bar vi un cartelito oficial, seguramente establecido por ley, que dice “Employees must wash their hands” (los empleados deben lavarse las manos). Pero en la pared los graffitis están en español, uno dice “Daddy Yankee no me representa”.

Al final lo que importa es la lengua que usa la gente para escribir en las paredes del baño, la lengua que usa para amar, para reírse, para insultar. Es absurdo querer imponer un idioma. Es como si le impusieran a la gente de un lugar usar la ropa típica de otro lugar. Lo que la gente hace finalmente es tomar las cosas prácticas de esa imposición: unos botones, alguna hebilla, algún tipo de zapato. Así aparecen las palabras en inglés que tintinean en el castellano de la isla, tomadas por economía del lenguaje, por prácticas o porque en castellano no existen. El wiper se dice en lugar de nuestro larguísimo limpia parabrisas. El hamper se le llama al innominado canasto de la ropa sucia. Janguear, que viene de hang out, significa salir con los amigos a no hacer nada. En Puerto Rico no se percibe una lengua dominada por otra. Se siente la fuerza imborrable y viva del castellano que ya hace tiempo es el segundo idioma más hablado de los Estados Unidos.


(Perfil, 21 de febrero de 2009)

19 de febrero de 2009

Atrévete - Calle 13

Atrévete, te, te, te /Salte del closet, te / Escápate, quítate el esmalte/ Deja de taparte que nadie va a retratarte/ Levántate, ponte hyper/Préndete, sácale chispas al estárter/ Préndete en fuego como un lighter/ Sacúdete el sudor como si fueras un wiper/ Que tu eres callejera, "Street Fighter"

Cambia esa cara de seria/ Esa cara de intelectual, de enciclopedia/ Que te voy a inyectar con la bacteria/ Pa' que des vuelta como machina de feria / Señorita intelectual, ya se que tienes/ El área abdominal que va a explotar/ Como fiesta patronal, que va a explotar/ Como palestino...7 Yo se que a ti te gusta el pop-rock latino/ Pero es que el reggaeton se te mete por los intestinos/ Por debajo de la falda como un submarino/ Y te saca lo de indio taino/ Ya tu sabes, en tapa-rabo, mama/ En el nombre de Agüeybana/ No hay mas na', para na' que yo te vo'a mentir/ Yo se que yo también quiero consumir de tu perejil/ Y tú viniste amazónica como Brasil/ Tú viniste a matarla como "Kill Bill"/ Tú viniste a beber cerveza de barril/ Tú sabes que tú conmigo tienes refill

Hello, deja el show/ Súbete la mini-falda/ Hasta la espalda/ Súbetela, deja el show, más alta/ Que ahora vamo'a bailar por to'a la jarda/ Mira, nena, ¿quieres un sipi?/ No importa si eres rapera o eres hippie/ Si eres de Bayamón o de Guaynabo City/ Conmigo no te pongas picky/ Esto es hasta abajo, cogele el tricky/ Esto es fácil, estoy es un mamey/ ¿Que importa si te gusta Green Day?/ ¿Que importa si te gusta Coldplay?/ Esto es directo, sin parar, one-way/ Yo te lo juro de que por ley/ Aquí to'a las boricuas saben karate/ Ellas cocinan con salsa de tomate/ Mojan el arroz con un poco de aguacate/ Pa' cosechar nalgas de 14 quilates

4 de febrero de 2009

Mostrar el tiempo

(de la novela El desierto de los tártaros, de Dino Buzzati)
Dos años después, Giovanni Drogo dormía una noche en su habitación de la Fortaleza. Habían pasado veintidós meses sin traer nada nuevo y él se había quedado inmóvil, esperando, como si la vida debiera tener con él una especial indulgencia. Y, sin embargo, veintidós meses son largos y pueden suceder muchas cosas: hay tiempo para que se formen nuevas familias, nazcan niños y empiecen a hablar, para que se alce una gran casa donde antes sólo había un prado, para que una hermosa mujer envejezca y ya nadie la desee, para que una enfermedad, incluso de las más largas, se prepare (y mientras tanto el hombre sigue viviendo despreocupado), consuma lentamente el cuerpo, se retire en breves apariencias de curación, se reanude desde más hondo, sorbiendo las últimas esperanzas; queda aún tiempo para que el muerto sea enterrado y olvidado, para que el hijo sea de nuevo capaz de reír y por la noche acompañe a las muchachas por las avenidas, inconsciente, a lo largo de las verjas del cementerio.
La existencia de Drogo, en cambio, estaba como detenida. La misma jornada, con idénticas cosas, se había repetido centenares de veces sin dar un solo paso adelante.