30 de abril de 2008

La cajita feliz

por Pedro Mairal


(Página12, Radar, 27 de abril de 2008)
Hay muchas escenas del cine que me hipnotizan o se me quedan pegadas. La escena de esa especie de esgrima flotante por el cañaveral en El tigre y el dragón de Ang Lee. O el final de Midnight Cowboy, cuando Ratso, el personaje que encarna Dustin Hoffman, se muere en el ómnibus yendo a Florida, y su amigo —mientras todos los pasajeros los miran entre curiosos y espantados— le pasa el brazo sobre el hombro y lo abraza. Pero es en el cine de Buñuel donde encuentro más escenas inexplicables, inesperadas. Sus personajes hacen cosas que a veces no se entienden, no son lógicas, pero son inolvidables. Por ejemplo, un hombre ordeña una vaca, le da un vaso de leche a una nena, y la nena se lo vuelca en la cabeza a la vaca (como en el poema de Parra). Y eso está mostrado como al pasar, dentro de otra escena más importante

cuentomilibro.com

Cuento mi libro punto com es un sitio donde los escritores latinoamericanos comparten con los lectores sus vivencias y el contenido de su última obra. La entrevista se graba en video. Pasé por ahí y hablé para la cámara. Están también Juan Incardona, Guillermo Saccomanno, Beatriz Vignoli, Martín Kohan, Yaki Setton, Leonora Djament, Fernando Iglesias, Pablo Waisberg, Felipe Celesia, Oliverio Coelho, Diego Cabot, Pablo Abiad y Rodolfo Rabanal.
p.mairal

28 de abril de 2008

La Ventana

p.mairal
Estuve en el rodaje del guión que escribí con Sorín este verano, y aprendí que la tarea de los guionistas durante la filmación es estorbar lo menos posible. Me hice amigo de los perros, saqué algunas fotos con la camarita, filmé un poco y armé este video de un minuto cuarenta y cinco segundos. Es como el making-of del making-of del making-of. Le puse música de Santa Gilda.

26 de abril de 2008

El trauma de los libros

Pedro Mairal
Los colegios suelen llevar a los chicos de excursión. Los padres firman un permiso y el alumno puede entonces ir de paseo con todos sus compañeritos al Zoológico, al Planetario, al Museo de Ciencias Naturales, a la Rural o a la Feria del Libro, bajo la custodia de dos o tres maestras al borde del colapso.
De esas salidas grupales, los niños suelen preferir la de la Rural. Ahí se pueden juntar calcomanías, hay promotoras atractivas, se pueden ver animales –como los chanchos– que presentan dimensiones genitales sorprendentes, las vacas largan sin pudor unas bostas humeantes y sonoras. Todas cosas que a los niños les encantan. Pero la Feria del Libro no presenta tantas diversiones. De hecho, esa excursión fue un momento traumático de mi infancia.
Me acuerdo de que “la Serrano”, una de las profesoras que nos llevaban, fumaba como una chimenea (en esa época todavía las profesoras fumaban al lado de los alumnos). Ese año la feria estaba dedicada a La Divina Comedia. No nos entusiasmaba mucho el programa. En la entrada había una inscripción en italiano que decía: “Lasciate ogne speranza, voi ch’intrate”. ¿Qué dice ahí, profesora? Abandonen toda la esperanza los que entran acá, dijo la Serrano.
Nos pasearon entre puestos de libros, con esa idea extraña de que la cultura se transmite por ósmosis. Era como ver tapas de videos. ¿Para qué venimos acá, profesora? La Serrano no contestaba. Seguimos por los pabellones; no había animales, ni muestras gratis, sólo unos folletos, y el Fernet que no era para niños. La quinta vez que le preguntamos a la Serrano para qué estábamos ahí, la tipa se hartó, se dio vuelta y con el pucho en la boca, dijo: “Para que vean todos los libros que van a tener que leer en su vida”. Nos quedamos callados, mirando ese océano de libros que nos rodeaba. Me acuerdo de haber pensado: ya no llego.
Debe ser por eso que cada año la feria me agobia. Voy igual, busco cosas muy específicas (libros inhallables o conferencias de autores) pero camino apurado, como temiendo quedar aplastado por ese tsunami de libros que nunca se termina de leer.

24 de abril de 2008

Plátano Verde

Dos publicaciones suicidas de Venezuela saludan a la Argentina. Las revistas caraqueñas Plátano Verde, así como su par literata 2021:Pura Ficción, estarán visitando la ciudad de Buenos Aires desde el 21 hasta el 29 de abril. Las publicaciones que han hecho marca en el sendero de la comunicación del Siglo XXI, ahora en Buenos Aires. Una agenda que incluye diseño, visuales, música y un par de lecturas feroces.

Viernes 24 de Abril / Presentación revista 2021: Pura Ficción Las literaturas portátiles y excéntricas tienen su ventana. Una revista breve, bella y efímera. Daniel Link, José Becerra, Andrés Neuman, Efraim Medina Reyes, Pedro Lemebel y más han aparecido en sus páginas. 20 hs en Librería Eterna Cadencia / Honduras 5574

Sábado 26 de Abril/ Chávez no es el único venezolano universal
Diseño + Música + Brindis. Las publicaciones plátanoverde y 2021: Pura Ficción se traen bajo la manga un montón de revistas venecas. Con el estudio NegroNoveau como invitado especial, las revistas Love, Plaza Mayor, plátanoverde, y 2021: Pura Ficción celebran el encuentro con la ciudad de Buenos Aires. En los platos tendremos a Ed Dimmock, Yudo Mode y con toda su belleza, desde Caracas: PIAN.
18:00hs. en El Diente de Oro / Malabia 1311.

Lunes 28 de Abril / Plátanos verdes presentados by Ce Sz La revista bandera de la movida emergente venezolana toma un espacio en una feria abierta por Ricardo Piglia. A nosotros nos presenta la nunca bien ponderada Cecilia Szperling, guía de aventuras más que maestro de ceremonias. Sin más. 20.30 hs en la Feria del libro de Buenos Aires / Sala Julio Cortázar

21 de abril de 2008

El bocadillo de Délfor


por Fabián Casas

Sobre la novela “Jill”, de Philip Larkin (1922-1985)

Qué pensarían de un tío viejo y solterón que se la pasa diciendo que los libros son pura mierda y que Picasso, Joyce y Miles Davis representan la enfermedad de nuestra civilización? ¿Y qué haríamos si descubrimos que en el cajón de la cómoda nuestro tío impresentable guardaba poemas hermosos que había escrito después de cenar y lavar los platos? Bueno, ese tío existió y se llamó Philip Larkin, tal vez el mayor poeta inglés posterior a Auden, si es que estos podios le sirven a alguien [SIGUE ACÁ]

Consumidor Final

18 de abril de 2008

Me estoy quemando


Están quemando

César Mermet


Están quemando,
en los pequeños patios
y detrás de las tapias opulentas
y más allá del parque, hacia los campos, arde.
Están quemando.
El verano caduco
están quemando.

[sigue acá]

15 de abril de 2008

Sandías amarillas II

Una lectora me dice en un mail:
"Volviendo al tema de las sandías... Mi familia es del interior, para ser más exacta, de un pueblito llamado Barrialito, Depto. Río Hondo, Santiago del Estero. Ellos tenían huertos, y sembraban entre tantos vegetales, sandías, y sabían decir que las sandías amarillas son como los albinos. Y también se decía que quien parte una sandía amarilla estaba destinado a casarse con un viudo/a.

Mi abuela, Maria Elijia del Rosario Sanchez, cuando era niña cortó una sandía y era amarilla, y fue así que supo, que su vida estaba destinada a un viudo. Así fue, mi abuelo, Geronimo de Jesús Lesacano, era viudo cuando se casaron (ella 29 años, él 31). Nacieron cinco hijas mujeres".
Mirta Sanchez

Postales - Bogota I

por Mario Torres

van los estudiantes ebrios de sol
por las calles de La Candelaria
siguen los pasillos de tierra y piedras
hasta las cantinas secretas
donde los terremotos acurrucan las paredes
y se puede jugar billar por siempre
yo, un día quise ser así
pero no sé abrir cervezas
con el borde de una mesa
ni puedo escuchar "Llorona"
en la voz de Chavela Vargas
sin volverme un borracho pastor de ovejas
en charcos frente al aeropuerto "Jorge Chavez"


*


http://www.naranjadas.blogspot.com/

Desde pequeño?

p.mairal
Este jueves 17 de abril a las 19hs voy a estar en el ciclo "Un autor y sus tres libros" en la librería Eterna Cadencia hablando con Alejandra Laurencich. La gacetilla dice: "El diálogo abordará la relación del narrador con los libros que rodearon su vida desde pequeño hasta la actualidad y cómo influyeron en su proceso creativo".
Haré lo que pueda y un poco más.
La entrada es libre y gratuita. Es en Honduras 5574

12 de abril de 2008

Asado Masoquismo

por Pedro Mairal


Volvió la carne. Volvieron las vacas al matadero de Echeverría. Antes eran para el Restaurador, ahora son para el restaurante. Volvió el bramido, el martillazo neumático en la frente, los grandes faenadores de botas blancas de goma, los camiones frigoríficos, el peón distribuidor hombreando la media res hasta los ganchos de las carnicerías. Las asociaciones de consumidores piden que la gente se abstenga de comprar carne hasta que bajen los precios, pero es imposible. Una semana de góndolas vacías les bajó la presión a varios.

¿Cómo aguantarse? El asado se salteó un fin de semana. Las parrillas familiares quedaron inactivas. El domingo hubo una dispersión abúlica en la familia, un guiso o un arroz que llevó al silencio y al plato individual frente a la tele. Pero algo se acumuló durante esos días. Una química extraña. Un ácido empezó a correr en las muelas, se afilaron los caninos. El carnívoro argentino se empezaba a impacientar.

Si no hay carne, no hay diálogo, no hay reunión, ni vino, ni tarde, ni solcito. No hay discusión. Porque en este país, como dice el poeta César Mermet, el verbo no se hizo carne sino que la carne se hizo verbo. Por unos días las carnicerías quedaron mudas.

Ahora, con la entrada de la hacienda en los corrales, el orden se reestablece. Los consumidores avanzan con carritos hacia las góndolas llenas o entran aliviados a las carnicerías. El ama de casa tímida y recatada vuelve a temblar cuando el carnicero con sus manazas casi le salpica de sangre la musculosa lila azotando el churrasco jugoso contra el mostrador. “¿Cuánto llevás, nena?”

Todos salen sopesando las bolsas, sonriendo, hinchados de orgullo, palpando el kilo de nalga, los dos kilos de cuadril, revoleando la costeleta. Quieren hundir el tramontina en el bife de chorizo, cortar tendones, grasa, fibra muscular, tejido conectivo, hueso. Los carniceros embalados afilan las cuchillas, con el tánatos a full. No dan abasto.

El asador promedio compra varios cortes, contento, segregando saliva; está más caro, no importa, le duele el bolsillo pero goza con todo su ser nacional. Volvamos al asado, al asado masoquismo, volvamos a reventar, a morir al sol con tinto y achuras chisporrotenantes. Volvamos a pelearnos con el cuñado blandiendo un ojo de bife bien cocido, a atorarnos con el vacío justo a punto, a avergonzar a la prima adolescente con los chistes de doble sentido que sugieren las morcillas, los chorizos, las salchichas parrilleras. Que el humo blanco del sacrificio se eleve nuevamente para calmar a los dioses.
Diario Perfil, 12 de abril de 2008

5 de abril de 2008

Canal Volver

por Pedro Mairal

Los diarios de la semana pasada, que parecían históricos, ya están en la pila que va a la basura. Esto se mueve muy rápido pero dentro de un ciclo de repeticiones, o de simultaneidades. El descubridor de los agujeros negros, John Wheeler, dijo que el tiempo es la manera en que la naturaleza evita que todo suceda de golpe. En la Argentina todo sucede de golpe. No hay tiempo o hay un tiempo ovillado, superpuesto, no lineal. La voz del discurso de la presidenta Cristina Fernández en la plaza, sonando desde el televisor del vecino, tenía el mismo tono que la voz de Eva en los documentales. Ese tono finito, omnipresente, de altoparlante emotivo. Sonaba en blanco y negro. Y sorprendían las reacciones en general: unos, que nunca antes habían manifestado sus ideas políticas, se hicieron militantes instantáneos de una especie de peronismo electrónico, vía mail; otros empezaron a hacer karaoke de la Revolución Libertadora. A gran velocidad, gente que se conoce y se quiere pasó a despreciarse, como si se hubiera despertado algo latente. No podían dialogar: se interrumpían, se pisaban la lengua, se derrocaban. La gente tomó partido, escribió, opinó, generó frases. La guerra de eslóganes fue reveladora y, por ahora, la ganó el Gobierno, con esa lógica casi escolar del peronismo, tan efectiva. Difícil superar eso de los “piquetes de la abundancia”. Al campo le faltaron frases. Recién en los discursos del 2 de abril en Gualeguaychú aparecieron algunas respuestas bien acuñadas. Antes de eso, la única frase filosa, que -aunque irrespetuosa y machista- jugaba en el mismo plano, fue la de un gaucheto que en el segundo cacerolazo llevaba un papel que decía: “Tranquila Cristina. Nadie te quiere voltear.”
(Perfil, 6 de abril de 2008)

2 de abril de 2008

Un sueño

por Adriana Battu
Doy el curso de redacción pero, en vez de ser para estudiantes en una clase, es para padres que están en un salón de juego en un cumpleaños de los hijos, un salón con pelotero. Levanto la voz, digo esas cosas como "estamos en la página 16, ¿lo encontraron? a ver quién quiere leer?" y hay un par de madres que tratan de seguirme a pesar de los chicos, tratan de leer mientras le atan la zapatilla al hijo, y el material que entregué está desperdigado por ahí. Un par de padres fuman un pucho a un costado, hablando bajito entre sí, ya totalmente desinteresados. Unos nenes se llevaron algunas hojas al pelotero y las leen en burla. Yo sigo con histrionismo deambulando entre la gente, dando el curso, explicando en voz alta. Me acerco al tipo de la cochera (ahora estamos en una cochera) y le pregunto si me sigue, al que está en la ventanilla, y me dice: "Sí, querida, pero fijate que tengo que seguir atendiendo a la gente". Doy el curso para los empleados de la cochera y para los clientes que se quedan, pero deambulan y sólo hay uno que me escucha pero no me sigue, no entiende nada, hace un esfuerzo. Los autos que entran y salen pisan las hojas tiradas.