30 de diciembre de 2006
Juega Loyds
29 de diciembre de 2006
La mirada
28 de diciembre de 2006
27 de diciembre de 2006
26 de diciembre de 2006
El Edificio
El gigante torpe que vive hacia el fondo de la calle
dejó caer la cuchara
y el ruido sonó como un cañonazo
e hizo saltar a las palomas.
Las pertenencias de Juan
caben en el perímetro de luz.
Salvo eso, todo el edificio está a oscuras.
El Identikit da vueltas por la ciudad.
La gente, cuando cae la noche, apura el paso.
En el patio interno del hospital,
unos cincuentones charlan y fuman
mientras esperan que el médico de guardia
les diga sí habrá un lugar vacante
en el póker del próximo domingo.
Juan, estás solo como un perro,
sos el Mejor Amigo del Hombre.
(de Welcome to the Horla City)
25 de diciembre de 2006
S’amor non è, che dunque è quel ch’io sento? (verano)
23 de diciembre de 2006
Espacio rítmico
Más Gondry - Gondry - Gondry - Gondry - Gondry - Gondry - Gondry - etc.
22 de diciembre de 2006
El perro de los vecinos
El perro de los vecinos mordió una vez al dueño. Lleva tres años encadenado al portón del garaje. Hoy volví de noche y vi ese bulto negro dormir con los ojos abiertos.
Venía de verte después de varios meses de incomunicación. Mentí cuando hablé de progreso, como antes mentía sobre la fidelidad. En la mesa contigua había más cervezas que personas y en la nuestra, cuando te inclinabas, me cegaba desde atrás un reflector.
Ahora pienso en la mirada hueca del que ya no es una mascota y en que no soy peor que mis vecinos.
Un día voy a liberar a ese perro. Un día seré yo el del resplandor en la cabeza.
(de Chan Marshall, 2005)
19 de diciembre de 2006
18 de diciembre de 2006
Del Libro de las crónicas inexistentes
17 de diciembre de 2006
La casa de Cacho
Junto a la casa de mi hermano Cacho, en Quilmes
-¡qué casa tan fea llena de chapas oxidadas!-
cuánto barro y perros se amontonan a su alrededor
dos paredes ennegrecidas por la lluvia y un montón de
chapas, fierros y ladrillos rotos.
Cachito tiene dos hijas, una rubia y otra negra.
Ahí está parado con un sábalo en la mano
que acaba de comprar en la Feria.
-¡Pilito vamos a comernos este sábalo a la parrilla!
Qué lejos está de mí Cachito, es como si hubiera vuelto a la infancia
y yo me hubiera quedado parado enfrente de su casa…
Mi hermano Cacho, vendedor en campitos de fútbol, mercados de verduras
y estaciones de micros… acá lo estoy mirando tal vez por última
vez, después de una nueva inundación, es como si el aire de los olmos
le hubiera soplado el pelo y lo hubiera levantado de su casa,
como a sus chapas.
Mi hermano Cacho volando por todos los rancheríos de Quilmes
como un Abdel Zalim o un Alí Babá de Domínico.
Fui a visitarlo después de la inundación con los muebles en el techo,
los gatos moqueando, los críos llorando, el barro en todas partes,
¡Roberto Carlos Vega!, querido, volvamos a nuestra infancia…
El barrio se convirtió en un delta sin islas, un delta de casitas de chapa
y latas de cervezas.
La ruta lejos… el asfalto un sueño imposible…
¡Esto es Florencio Varela hoy día, 2007, a doscientos años de la Revolución Tecnológica y a 50 años de la Revolución Cubana!
Y el Che, ¿por qué carajo se murió en medio de una selva sin monos?
Era lindísimo el Che. Y la Revolución Cubana, ¿qué hizo por nosotros?
Acá seguimos inundados a 200 años de algo y a 50 años de otro algo…
Como un jilguero, como una golondrina quilmeña mi hermano Cacho,
47 años bajo el sol y el agua.
Cachito… un corazón de oro
Cachito… se saca la camisa y te la da.
Cachito… enojado con Mostaza, le pide dos millones a Racing.
“-Mostaza, así se funden los clubes, se rompe el corazón del hincha.
Se muere el fútbol, ¡Mostaza!”
Acá estamos, Rev. Cubana, bajo la inundación más grande en Quilmes
como la nevada de Rawson en el 72,
el lugar común de las cartas, la nevada de Rawson. Hoy,
en Quilmes, la inundación.
16 de diciembre de 2006
La misma luz en todas partes
Empecé otro
sobre bichitos de luz, aviones
y ruidos de gente sola que se conecta
a cualquier hora o
llama por teléfono y todo se mezcla
con el pedo de mi viejo un verano
a las tres de la tarde,
cuando no es mi viejo todavía,
es mi papá,
y falta un rato para que empiece a entender,
tengo los pies metidos en el barro.
O las luces de los aviones
o las de los bichitos de luz,
o las que se reflejan en las caras de los
que hacen fuerza con los dedos,
los codos, los hombros y teclean:
serán las tres?
Son las tres o las diez,
hay sol, en algunas partes soy el uno
que se ceba un mate en un pe hache
en planta baja, arriba duermen ellas,
se dan vuelta, me tropiezo con un zapato,
pateo una caja de pastillas,
está oscuro.
Ay, cómo me duele la nuca
de tanto mirar de los aviones las luces
de los bichitos que andan al ras del piso
y se apagan, allá está, no, está allá, está:
el movimiento
para agarrar un bichito
de luz debe ser armónico
y calculado,
inclinando apenas los hombros y pensando vas a ver
bichito, vas a ver.
Después, cerrar las manos como un cuenco para estudiarlo.
Si se prende es porque está asustado,
si se apaga es porque está buscando novia
y piensa que para buscar novia
hay que ser medio canuto.
Ay, esa rama de sauce que una tarde mete
y saca del agua mi viejo, hace calor,
sigue sentado con el agua hasta
las rodillas al lado del titi,
su mejor amigo, me acerco y los miro.
¿Están en pedo?
Sí, están en pedo.
Todos merecemos estar en pedo.
Todos merecemos estar en pedo.
Todos merecemos estar en pedo.
Ayyy, cómo me duele la nuca
de tanto mirar aviones, luces, no es verano,
es primavera y el cielo está más negro
que nunca las estrellas esplenden porque la luna
se ve entera exactamente al otro
lado del mundo, o no, donde un joven maestro
chino la mira brillar y piensa con desdén
en los que están de este lado,
tengo los pies en el barro frío
y de abajo brota un olor húmedo y verde,
quiero fumar para secarme la boca.
El piloto, el copiloto y la azafata
cruzan el cielo manejando
y ven apenas un manchoncito de luz
que viene a ser el pueblito dónde mamá me dice que
qué ando haciendo en el bajo a esta hora,
cazando bichitos enamorados, mami,
los tripulantes me miran desde la cabina
y soy esta sombra buscándole la vuelta a esto,
se me va de la cabeza,
mi viejo no deja de sorprenderse
mientras mete y saca la rama del agua,
le pone el ojo, digamos, y después
lo mira al titi que asiente y mi primo me codea
(están en pedo, dice)
y a mí me gustaría poder contar
ahora una historia, sólo para ser bueno,
sólo para salvarme,
que tiene a una chica apenas iluminada
por el resplandor de su pantalla
a las tres de la mañana,
el pelo negro. Le gustaría estar durmiendo
para responder al otro día: estoy bien.
En una casa que no es su casa,
se mueve, va a su cuarto de dormir sola,
¿hay una escalera?,
corre algunos libros y abajo la pantalla se
apaga, pac, automática.
Y mi viejo que vuelve
a sacar la rama del agua, está en cuero,
el titi tiene la camisa desabrochada
medio flameando, al contrario de
sus rulos, firmes, ¿se quedará pelado
en alguna parte de esto
que va, viene y no sabe
para donde agarrar?
El uno baja al chino a comprar
cigarrillos y con la primera pitada
se empieza a llenar toda su casa de luz,
es decir que los dientes, los pulmones, el corazón
del uno brillan en la oscuridad
y le hace señas de luces al piloto diciendo
ey, entregá la azafata que acá abajo,
nunca, dice el piloto, acá estamos iluminados
por las luces del tablero.
La chica de nuevo baja las escaleras
haciendo el ruido
de la noche. El ruido de la noche es
igual y distinto en todas partes:
es el ruido del teclado,
de las ranas, de las puertas,
del ventilador de la cpu,
de la respiración pesada de los que duermen bien,
de la liviana de los que duermen mal,
de los ojos bien abiertos de
los que no pueden dormir y
agarran un cigarrillo con la mano izquierda
y con la derecha el encendedor,
e inclinan apenas las cabezas
que ahora también resplandecen, débiles.
Buenos Aires es un panal
de bichitos en el horizonte.
Que lo parió, dice mi papá,
y me mira. Se apaga
el sol, la siesta entera queda
a oscuras, y sólo mi papá y yo,
iluminados, empezamos a explicarnos
con los pantalones arremangados,
y una rama en la mano
que entra y sale de lo oscuro
por la que sube un caminito de hormigas
que después de estar un rato
abajo del agua sin respirar, no se ahogan.
No se ahogan. No se mueren.
¡Es raro!
¿Entendés?
sí
todos merecemos estar en pedo
todos el uno el miguel la guadalupe la chichita la cecilia la cecilia la cecilia la cecilia lupe eleonora el chichí el puto elías el todos taco julia gaby fernanda josé silvia ilona todos ilu uli merecemos marina todos merecemos germán mariano nico estar julia marianino juancito ariel en pedo todos merecemos papá estar todos merecemos estar mamá en pedo
Todos merecemos estar en pedo
Todos merecemos estar en pedo
Todos merecemos estar en pedo
estar en pedo
estar en pedo
El heredero
Cuando mi hermana tuvo un hijo
no sabíamos qué tendría.
El crecimiento de la cifra de la superpoblación mundial,
un nuevo consumidor en el mercado,
o un agente de polución ambiental.
No sabíamos si mi hermana lo tenía
como una artista dispuesta a lo nuevo,
o como una perra resignada al trabajo de parto
que ofrece la cría al amo del Estado.
Cuando mi hermana tuvo una criatura
no sabíamos si traía
mano de obra desocupada.
Un obrero más sin autonomía
(mano de obra no calificada).
Y le pusieron Agustín en el Registro Civil.
Porque los pobres merecen el nombre
de sus Césares paganos y
de sus Santos patrones.
Y casi no teníamos nada para él
-tan nuevo y tan inempleable-.
Sólo teníamos para ese hijo
la bienvenida al mundo del trabajo.
Bienvenido –le decíamos-.
Bienvenido a las clases y a las calificaciones.
Bienvenido a los automóviles usados que repararás
en el taller, como tu linaje de mecánicos.
Bienvenido a la destrucción del Amazonas
y al Discovery Channel.
Bienvenido a la clase obrera.
(de La guerra civil, Norma, 2000)
13 de diciembre de 2006
Platón, humorista cordobés
(Fedón, o De la inmortalidad del alma)
12 de diciembre de 2006
Lourdes
vine en tren desde Nantes vine caminando un poco vi la pila de muletas de
piernas ortopédicas en la entrada pensando yo no me sacrifiqué así
virgencita lo mío es más complejo lo mío no se ve yo
no quiero morir como John John él no vio el horizonte en
la noche no distinguió cielo y agua cuando creía elevarse se hundía yo
quiero mi horizonte separando el arriba del abajo una voz diciendo
tibio o frío si estoy con los ojos vendados dormí pensando en la conspiración
a personas como yo la de allá me mira raro desde hoy me lee los labios ni
un millón de duraznos podrá salvarme por favor virgencita yo también
soy un fiel cordero, amén.
11 de diciembre de 2006
La pepa de Dalí
-Maestro, ¿cuál es la fuente de su genio?
-Yo creo que la fuente de mi genio es la estructura molecular del ácido desoxirribonucleico.
-¿Usted lo toma, o cómo es esto?
(vía Voyeur)
10 de diciembre de 2006
8 de diciembre de 2006
Nicoleta y sus guardaespaldas
Lectura de Fernanda Nicolini, Ramón Paz y Washington Cucurto.
6 de diciembre de 2006
Ensayo sobre las tetas
5 de diciembre de 2006
MAXIM (cont.)
Texto: Federico Levín
Fotos: Magalí Flaks
RICARDO ROMERO
¿Quién es?
Ricardo Romero nació en Paraná, Entre Ríos, en 1976. Publicó la novela "Ninguna Parte" (2003), y el libro de cuentos "Tantas noches como sean necesarias" (2006). Dirige la revista literaria Oliverio, y es editor de la colección "Laura Palmer no ha muerto" de la editorial Gárgola.
¿Es un joven editor que además escribe?
Para nada. Leyendo dos líneas al azar de cualquiera de sus páginas se nota que le gusta escribir, que lo disfruta como sólo un escritor lo puede disfrutar. Aunque la combinación suele ser incómoda: Es como ser hincha de Boca y ser directivo de River al mismo tiempo. Tiene algo incestuoso y al mismo tiempo incómodo (bailar con tu hermana nunca es aburrido, o es incestuoso o es patético).
¿Qué escribe?
Fábulas de ahora, urbanas o suburbanas. Escribe sobre personajes perdidos, desolados. Podría ser un bajón, pero todo tiene un tono festivo y oscuro al mismo tiempo. En "Ninguna parte" el protagonista es un pibe que cae a un pueblo sin saber cómo, y ahí se queda, intentando entender, buscándose en ese lugar desconocido. En el libro de cuentos hay un basquetbolista frustrado, un negro yanqui de dos metros, que tiene los ojos más tristes del mundo. Se huele, en sus textos, una poética que tiene mucho de películas como "Magnolia" y de songwritters alcohólicos como Leonard Cohen o Tom Waits.
¿Por qué hay que leer el libro de cuentos?
Porque son cuentos poblados de personajes raros y muy potentes, de los que se pueden recordar para contar en una sobremesa. Los payasos depresivos, el desocupado que se fue a vivir a una fábrica, la chica que quería viajar en ambulancia, el alcohólico que se descubre suicida en una mudanza. Uno sólo espera que no sea todo autobiográfico. "Ninguna Parte" es biográfica en un sentido filosófico: estaba más perdido que perro en cancha de bochas. En los cuentos no puedo verlo tan claro, pero creo que en cualquier historia que uno escriba, siempre hay elementos biográficos, fragmentos que se deforman hasta formar otras historias y otras vidas.
Es para destacar también que no es un libro que amontona cuentos, sino que es un libro de cuentos que guardan algún contacto, una relación entre sí: todos estos personajes viven en la noche, en la misma noche: una que no se terminó nunca. En todos los cuentos está el extrañamiento porque no sale el sol, porque la noche se hace eterna. Sería raro, pero no podemos decir que no suena tentador.
Para leer escuchando: "Murder ballads" Nick Cave.Y bebiendo: vino tinto, cabernet sauvignon.
IGNACIO MOLINA
¿Quién es?
Ignacio Molina nació en Bahía Blanca en 1976. Publicó el libro de cuentos "Los Estantes vacíos" (2006). Administra el blog unidadfuncional.blogspot.com
Es bahiense y tiene treinta, ¿lo conoce a Ginóbili?
Por supuesto. Hasta jugó un partido contra él. Pero eso no viene al caso.
¿Salieron un par de reseñas de su libro, este año?
Por todos lados. Sorpresivamente "Los Estantes Vacíos", un libro de cuentos de un autor hasta entonces inédito, tuvo una presencia llamativa las reseñas de diarios, revistas e internet en general.
¿Cómo escribe?
Tanto en el libro como en su blog (en el caso de Molina el blog es un pilar de su escritura) se ve su estilo personal, reconocible: una mirada profunda sobre la realidad, una atención casi enfermiza a los detalles y una ternura extrañada ante las cosas del humano. Para todo esto, le queda muy bien el formato del texto breve. Así lo piensa él: No soy un militante acérrimo a favor del género, pero creo que un buen cuento contiene una tensión narrativa difícil de alcanzar en una novela. De todas maneras, muchos de mis relatos no obedecen a la estructura del cuento tradicional, son más bien como novelas en miniatura, o novelas llevadas a su mínima expresión.
Tiene un ritmo cansino, en el que parece que no va a pasar nada, pero se siente que algo esconde. Las tramas son sutiles y no tienen golpes de efecto; no intenta llamarte la atención de entrada ni agarrarte para que no te vayas, lo que hace que algunos crean que a los personajes de Molina 'nunca les pasa nada'. Error. Molina pinta amablemente unos cuadros, un poco intrigantes, un poco cómicos, y te pide que te quedes si tenés ganas. A los personajes les pasa de todo, pero él no va a andar diciéndolo a la vista de todos.
¿Y los cuentos del libro?
Los cuentos de "Los estantes vacíos" suceden Buenos Aires. Los personajes se mueven por la ciudad, se pierden, se buscan, se cruzan entre ellos y siguen sin conocerse, como si la misma Buenos Aires los moviera con sus manitos transparentes. Son casi todos jóvenes, todos son captados realizando pequeñas acciones, nunca nada trascendente: parecen poco importantes hasta para ellos mismos, y siempre un poco incómodos, como vestidos con trajes demasiado apretados. Una sensación que a cualquiera podría sonarle conocida.
Eso es lo impresionante del libro debut de Molina: como de a poco, mientras uno lee sintiendo pena por esos personajes, ellos se van haciendo cada vez menos visibles, menos importantes, y más parecidos al lector.
Para leer escuchando: Flopa Manza Minimal
Y bebiendo: Gin tonic.
(Y más autores acá. )
4 de diciembre de 2006
3 de diciembre de 2006
Entre culos
*
*
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Se viene
Jueves 7 de diciembre
19hs. Presentación de video arte San Pedro. A cargo de Fátima Da Rocha Souza, del grupo Núcleo Danza, de Fortaleza Brasil.
20hs. Lectura de los poetas Eva Lamborghini y Marta Miranda.
20:30 hs. Presentación de revista Rigoleto.
Presentación del libro de poemas visuales de Clemente Padín
Viernes 8 de diciembre
19hs. Presentación de la artista Rene Hayashi. El Despacho, México. Participante del Programa de Residencias El Levante, Rosario.
19:30 hs. Disonancias existentes con el circuito del chileno enrelación a los circuitos internacionales a cargo de Jorge Sepúlveda,curador independiente, Luis Guerra, artista visual, Justo PastosMellado, crítico de arte y curador independiente invitado, Paula Coboy Paulina Marconi, directoras de TRASCHI.
20hs. Lectura de los poetas Fernanda Nicolini , Ramón Paz , Washington Cucurto.
21hs. Sergio Rios, México, Gerardo Jorge, Carla Sagulo.
Sábado 9 de diciembre
19hs. Lectura de las poetas Santiago Llach, Laura Wittner, Laura Crespi.
20hs. Editorial Mansalva presenta a dos de sus monstruos Alfredo Prior yRaúl Escari en un contrapunto impredecible.
21hs. El campo cultural del nordeste del Brasil. Fátima Da RochaSouza, Fortaleza, Brasil
Espacio Borges 2º piso. Capacidad limitada.