23 de diciembre de 2011
26 de noviembre de 2011
Día hábil
8 de noviembre de 2011
29 de octubre de 2011
Buscar la poesía
Pedro Mairal
Mañana voy a buscar los libros de poesía que me dejó. Repartió su biblioteca entre sus discípulos, sus amigos. Los libros de filosofía y ensayos a S., la narrativa a G., a mí la poesía. Tengo que ir a su departamento vacío y llevarme los libros. Los tengo vistos: Vallejo, Neruda, Giannuzzi, Dylan Thomas... Es un estante largo. Deben estar también mis libros de poemas ahí. Uno con la contratapa firmada por él. La última vez que lo fui a ver ya no podía hablar, así que hablé yo durante cinco minutos, que era el tiempo que él había adjudicado a las visitas. Le hablé de la efectividad de algunos ejercicios suyos en mi taller, como esa consigna que dice: por suerte, el viaje era muy largo. Le hablé de cómo va el trabajo de recopilación de la obra de César Mermet, le hablé de Entre Ríos, de la mejoría en la salud de un amigo en común y de otras cosas. Fueron siete minutos en realidad. El apenas acotó algunas palabras sin sonido en la voz, me dijo gracias, le agarré la mano y nos despedimos.
Me acuerdo de que ese día me había mentalizado para verlo así, tan horizontal, entonces yo estaba muy vertical, me sentía más alto que de costumbre, más sano y dinámico. Hasta me sentía atractivo, lindo. No sé cómo explicarlo bien, queda medio ridículo decirlo. Pero fue como una defensa. Me convertí en el Pedro más alto para aguantar. Salí de su casa y caminé, alto y hermoso. Mi amigo y maestro se estaba muriendo. Así que yo le tenía que mostrar toda mi fuerza. ¿Sería eso? Le tenía que mostrar que en mí, como en lo otros, algo de él iba seguir en la luz. Sin melancolía. Y es cierto. Incluso ahora que me volví a encorvar, ahora que me siento medio monstruoso y apaleado como un Ricardo III planeando cosas horrendas, ahora digo, algo de él va conmigo, en el envión del castellano, en la manera de sacarle el jugo verbal a lo estático y lo sucedido, la manera de rodear la experiencia hasta hacerla decir cómo fue, qué pasó, cómo era estar ahí en ese instante y metido en la totalidad del tiempo vivo. Se fue sin hacer escándalo, sin hacer bache en la reunión de amigos. En su despedida, se bebió, se fumó y, como corresponde, se habló mal de él durante un rato largo.
Perfil, 29-10-11
9 de octubre de 2011
Llega el pubis
Pedro Mairal
Parece que esta semana apareció un pubis femenino en televisión abierta y provocó gran conmoción. Después de años de bikinis encogiéndose hasta la histeria del hilo dental, finalmente llegó el pubis a todos los hogares argentinos. Tardó en llegar pero llegó. Venía de lejos, desde el fondo del tiempo, primero tapado por una hoja de parra y por puntas de mantos y harapos flameando convenientemente en los cuadros y los frescos. En Oriente ya había aparecido en grabados japoneses, pero en Occidente apareció quizá por primera vez en La maja desnuda en 1790. Courbet lo patentó el siglo siguiente, ya librado de la tiranía del rostro, en El origen del mundo, un pubis protagónico, hirsuto y alarmante. Después, Gauguin lo pintó exótico y polinesio; Toulouse Lautrec lo retrató prostibulario; Klimt, pelirrojo y Egon Schiele, por fin, dibujó el pubis trágico y erótico. Pelos, sombra sexual. Era todavía el pubis europeo de barba freudiana, tupido y poderoso. Hasta que el avance de la cultura playera, el salto a la fotografía, la masificación de las revistas de desnudos le infundieron pudor y ganas de acicalarse, y el pubis empezó a aparecer ya más prolijo, en gran abanico triangular, el pubis sesentoso, presente y arbustivo. En los ochenta, quizá el nuevo cavado de las mallas fucsias lo obligó a agudizarse y se fue angostando en su ve corta hasta quedar reducido a un bigotito Führer. Así entró en los 90, casi como postizo, una ceja vertical que en el cambio de milenio desapareció por completo y dio paso al pubis koyak, brasilero, desanimalizado, lampiño, impuesto así por la moda dominante del porno que, al considerar que el vello tapa lo esencial, desmalezó por completo el famoso Monte de Venus. La desaparición del pubis, esa nueva forma de calvicie, duró menos de una década, y el pubis se volvió a dibujar en el ideal de la intimidad sexy, la pelambre incesante volvió a ganar la partida hacia un pubis muy apocado, controlado, tapado apenas de la mirada del gran ojo de la televisión por microtangas casi simbólicas. Ahí estaba el pubis esperando en las bambalinas del canal después de recorrer todo ese camino de eclipses y ocultamientos pudorosos, quería por fin llegar a la sobremesa familiar y entrar para siempre en los hogares. Y finalmente apareció: un piolín de bikini que se desató por contrato y el pubis saludó a la teleaudiencia. ¡Buenas noches familia! Duró pocos segundos. El conductor tapó la pantalla, el canal ahora tiene que pagar una multa millonaria, pero el pubis llegó a las casas. Fue un hecho histórico.
Perfil, 8 de octubre de 2011
8 de octubre de 2011
2 de octubre de 2011
Canciones - Dentro del poema
Por fin trajo el verde Mayo
correhuelas y albahacas
a la entrada de la aldea
y al umbral de las ventanas.
Al verlo venir se han puesto
cintas de amor las guitarras,
celos de amor las clavijas,
las cuerdas lazos de rabia,
y relinchan impacientes
por salir de serenata.
En los templados establos
donde el amor huele a paja,
a honrado estiércol y a leche,
hay un estruendo de vacas
que se enamoran a solas
y a solas rumian y braman.
La cabra cambia de pelo,
cambia la oveja de lana,
cambia de color el lobo
y de raíces la grama.
Son otras las intenciones
y son otras las palabras
en la frente y en la lengua
de la juventud temprana.
Van los asnos suspirando
reciamente por las asnas.
Con luna y aves, las noches
son vidrio de puro claras;
las tardes, de puro verdes,
de puro azul, esmeraldas;
plata pura, las auroras
parecen de puro blancas
y las mañanas son miel
de puro y puro doradas.
Campea Mayo amoroso;
que el amor ronda majadas,
ronda establos y pastores,
ronda puertas, ronda camas,
ronda mozas en el baile
y el en aire ronda faldas.
Él puso a su nombre todas las olas del mar.
Se miraron un segundo
Como dos desconocidos.
Todas las ciudades eran pocas a sus ojos,
Ella quiso barcos y él no supo qué pescar.
Y al final números rojos
En la cueva del olvido,
Y hubo tanto ruido
Que al final llegó el final.
Mucho, mucho ruido,
Ruido de ventanas,
Nidos de manzanas
Que se acaban por pudrir.
Mucho, mucho ruido,
Tanto, tanto ruido,
Tanto ruido y al final
Por fin el fin.
Tanto ruido y al final...
Hubo un accidente, se perdieron las postales,
Quiso carnavales y encontró fatalidad.
Porque todos los finales
Son el mismo repetido
Y con tanto ruido
No escucharon el final.
Descubrieron que los besos no sabían a nada,
Hubo una epidemia de tristeza en la ciudad.
Se borraron las pisadas,
Se apagaron los latidos,
Y con tanto ruido
No se oyó el ruido del mar.
Mucho, mucho ruido,
Ruido de tijeras,
Ruido de escaleras
Que se acaban por bajar.
Mucho, mucho ruido,
Tanto, tanto ruido.
Tanto ruido y al final...
Tanto ruido y al final...
Tanto ruido y al final
La soledad.
Ruido de tenazas,
Ruido de estaciones,
Ruido de amenazas,
Ruido de escorpiones.
Tanto, tanto ruido.
Ruido de abogados,
Ruido compartido,
Ruido envenenado,
Demasiado ruido.
Ruido platos rotos,
Ruido años perdidos,
Ruido viejas fotos,
Ruido empedernido.
Ruido de cristales,
Ruido de gemidos,
Ruidos animales,
Contagioso ruido.
Ruido mentiroso,
Ruido entrometido,
Ruido escandaloso,
Silencioso ruido.
Ruido acomplejado,
Ruido introvertido,
Ruido del pasado,
Descastado ruido.
Ruido de conjuros,
Ruido malnacido,
Ruido tan oscuro
Puro y duro ruido.
Ruido qué me has hecho,
Ruido yo no he sido,
Ruido insatisfecho,
Ruido a qué has venido.
Ruido como sables,
Ruido enloquecido,
Ruido intolerable,
Ruido incomprendido.
Ruido de frenazos,
Ruido sin sentido,
Ruido de arañazos,
Ruido, ruido, ruido.
Espero que no te quedes con rencor ya sabes que lo mio
es puro amor hoy te fuiste y llueve tristemente la rima
rima con el nombre del dia jueves y con el dia que te vi que era numero 9
Y milagrosamente caia nieve no te olvides de mi nombre
Sara Hebe ay como me duele ay, como me duele
Dejaste tus aromas tan crueles
Por eso yo, por eso yo, por eso hoy yo yo yo
Tuve que quemar la cama
Tuve que quemar la sabana
Tuve que quemar la almohada
Tuve que quemar la foto de mi mama na na na na
Tuve que prender fuego el balcon
Tuve que quemar la cupula del congreso de la nacion
Yo! Tuve que quemar el meesenger
Tuve que quemar todo el ayer y el anteayer
Tuve que prender el gas
Tuve que explotar el balcon, el de atras
Tuve que quemar la planta
Tuve que quemar las plantas
Tuve que quemar
Quiero quemar, quiero quemar,
Quiero quemar, quiero quemar,
Quiero quemar, quiero quemar,
Quiero quemar, quiero que venga un amigo
Quiero que venga a quemar conmigo
Para olvidar y ayudarme a quemar el alcolchado
Tengo que quemar el departamento de al lado
Tengo que quemar todo lo que dejaste perfumado
Quemo quemo quemo y los labios me muerdo
Esto parece el infierno
Voy a quemar mi cuaderno
No tiene sentido lo que escribo
No tiene sentido lo que digo
Voy a quemarme, lo tengo decidido
Sigo, sigo, sigo si consigo
Quiero quemarme contigo
Tuve que quemar, tuve que quemar
Tuve que quemar
Yo! Tuve que quemar
Tuve que quemar, tuve que quemar,
Tuve que quemar, tuve que quemar,
Tuve que quemar, tuve que quemar,
Tuve que quemar, tuve que quemar,
Tuve que quemar, tuve que quemar
Yo! Tuve que quemar
Tuve que quemar a mi amigo
Tuve que quemar a los expertos
que me quisieron tratar
Tuve que quemar, tuve que quemar,
Tuve que quemar, tuve que quemar
Desgaste tu desodorante
Aprieto, sale el liquido que me hace recordarte
Me parte la mente
Como el encendedor y le doy fuerte
Quemo, quemo, quemo, olor a muerte
Quemo la mala suerte de no tenerte
Ay, que mala suerte la de no tenerte
Que mala suerte, que mala suerte
Olor a muerte, olor a muerte
Tuve que quemar, tuve que quemar,
Tuve que quemar, tuve que quemar
Yo! Tuve que quemar
Tuve que quemar las cortinas
Tuve que quemar a los tipos con gominas
Tuve que quemar a todas las minas
Tuve que quemar la lampara
Tuve que quemar este amor que me desampara
Tuve que quemar las preguntas
"como", "donde" y "Para que? se invento el amor?"
Para quemarte, para quemarte para quemarte
Tuve que quemar (Voy a quemar)
Tuve que quemar (Voy a quemar)
Tengo que quemar (Voy a quemar)
Tengo que quemar (Voy a quemar)
Tengo que quemar los parlantes
Tengo que quemar el tiempo, diamante
Los diamantes
Tengo que quemar el micrófono.
Tengo que quemar para no llamarte mas, el teléfono
Tengo que llamar a todos los que quieran quemar
vamos que vamos. Vamos a quemar
Vamos a quemar, vamos a quemar
Vengan a quemar
Tuve que quemar, tuve que quemar
Tuve que quemar, tuve que quemar
Voy a quemar
Y no! Y no te olvides de mi nombre
No te olvides de mi nombre
No te olvides de mi nombre
No te olvides de mi nombre, Sara He-be
No te olvides de tu nombre
No te olvides de su nombre
Tuve que quemar
Tuve que quemar
Tuve que quemar.
23 de septiembre de 2011
Subirse al pony

12 de septiembre de 2011
La muerte de un galeno
10 de septiembre de 2011
Últimos años de Samuel Timorato
[ACÁ LEÍDO POR NASH EN YOUTUBE]
The sunset years of Samuel Shy, Ogden Nash:
Master I may be, /But not of my fate./ Now come the kisses, too many too late./ Tell me, O Parcae, / For fain would I know,/ Where were these kisses three decades ago?/ Girls there were plenty,/ Mint julep girls, beer girls,/ Gay younger married and headstrong career girls,/ The girls of my friends/ And the wives of my friends,/ Some smugly settled and some at loose ends,/ Sad girls, serene girls,/ Girls breathless and turbulent,/ Debs cosmopolitan, matrons suburbulent,/ All of them amiable,/ All of them cordial,/ Innocent rousers of instincts primordial,/ But even though health and wealth/ Hadn't yet missed me,/ None of them,/ Not even Jenny,/ Once kissed me.// These very same girls/ Who with me have grown older/ Now freely relax with a head on my shoulder,/ And now come the kisses,/ A flood in full spate, /The meaningless kisses, too many too late. /They kiss me hello, /They kiss me goodbye,/ Should I offer a light, there's a kiss for reply./ They kiss me at weddings,/ They kiss me at wakes,/ The drop of a hat is less than it takes./ They kiss me at cocktails,/ They kiss me at bridge,/ It's all automatic, like slapping a midge./ The sound of their kisses/ Is loud in my ears/ Like the locusts that swarm every seventeen years.// I'm arthritic, dyspeptic,/ Potentially ulcery,/ And weary of kisses by custom compulsory./ Should my dear ones commit me/ As senile demential,/ It's from kisses perfunctory, inconsequential./ Answer, O Parcae,/ For fain would I know,/ Where were these kisses three decades ago?
5 de septiembre de 2011
Salta la púa
Pedro Mairal
Cómo envejecen tus divas a pesar del Fotoshop, cómo el tiempo ya hizo estragos en tus musas eróticas y tus galanes contemporáneos encanecieron a la par con el espejo. ¿En qué momento sucedió ese cataclismo, en qué momento tu mundo se desplazó veinte años más allá, adentro de la falla del olvido? De pronto los taxistas y los médicos de guardia son más jóvenes que vos y cuando das clases, tus referentes no encuentran ninguna adherencia en los cerebros veinteañeros. En sus imaginarios resbalan a la nada tus ejemplos setentosos: decir que en esa parte del texto es como que salta la púa es una frase que deja a todos perplejos, ni siquiera podés decir que salta el compact, los noventas tampoco se entienden demasiado, quizá podés decir el texto en esa parte hace un poco de ruido, eso quizás se entienda. El habla popular avanza como una ola de la que ya sos apenas la resaca. La expresión “no le sube el agua al tanque” quizá podría reemplazarse por “se le cortó el wi-fi”, pero ya en unos años tampoco se va a entender.
No queda más remedio que seguir atrapados en la caducidad del lenguaje, entregarse al resbalar del mundo en su eterna destrucción y tratar de ir dejando algunas cosas asentadas como si fuéramos arqueólogos del presente, sabiendo que las alumnas angelicales ya no serán Lolita en el 2020, que toda esta actualidad es también basura cósmica y tecnológica, habrá dentro de poco montañas de Ipads y Tablets y Kindles descartados como hay ahora montañas de monitores de PC. Tus personajes actuales hablan de internet pero eso sonará algún día como los personajes de la literatura de 1940, cuando dicen que van al biógrafo o al cinematógrafo, con la diferencia de que el envejecimiento del lenguaje ahora es más veloz, porque en tres años todo intento por hacerse el teky desemboca en papelón anacrónico. Quizá la única salvación sea mirar el presente como si ya hubieran pasado muchos años, cargar a las estrellas pop con su transformación futura, como si hubiéramos podido adivinar a la rapada monstruosa y drogada pegando paraguazos a los fotógrafos en la dulce teen Britney Spears de 1999. Ver el Increíble Hulk que todo el mundo lleva dentro, calarle el Elvis obeso y enpastillado que oculta Justin Beiber.
No es sólo amargura, no es tanto pensar en la flor seca cuando recién está floreciendo, ni gratuitamente envejecer lo que se mira, aunque sea un buen ejercicio, sino pensar en la carga temporal que tienen las cosas y la gente, y sobre todo lo mediático, las generaciones de Batman, por ejemplo, desde el cómic y el Batman televisivo y psicodélico con onomatopeyas de golpes en cada puñetazo, pasando por los Batman oscuros del cine, hasta los futuros Batman que vaya a saber uno cómo serán. Cada generación tendrá su Batman, y así sus demás referentes. Tener hijos ayuda a renovar esos referentes pero igual mejor no tratar de estar al día. Porque todo se mueve muy rápido. Cual la generación de las hojas, así la de los hombres, dice Homero, y eso no envejeció. Pero el pop se pudre rápido. Cuanto más te metés en el río del pop más fuerte es la correntada que te desplaza en el tiempo.
Perfil, 3 de septiembre de 2011
28 de agosto de 2011
Boquitas pintadas
8 de agosto de 2011
Después de acabar
Pedro Mairal
Después de acabar quedó boca arriba en la cama con los ojos cerrados, haciendo la plancha sobre las endorfinas, hamacada en la beatitud de un lento ritmo marino, porque cada respiración era como una ola serena que venía de lejos y la levantaba hasta que se llenaba de aire y volvía a bajar exhalando todo el suspiro que al irse se mezclaba con la llegada de la otra ola calma del diafragma que empujaba hacia abajo haciendo que se volvieran a llenar arriba los pulmones, se le ensanchaba de luz el pecho, las costillas se estiraban en la cresta y otra vez abajo, siempre conectada a ese vaivén del movimiento constante más allá de lo vivo, el impulso del planeta, una fuerza tremendamente suave indetenible, una corriente cálida, buscando arriba el aire y resbalando acostada así en la cama hasta que abrió después los ojos y susurró qué buena paja.
2 de agosto de 2011
Rayuela - Miércoles 3 de agosto
1 de agosto de 2011
Zambra en Irockuptibles

10 de julio de 2011
Luz de julio

9 de julio de 2011
18 de junio de 2011
8 de junio de 2011
Teatro, estreno este sábado 11 de junio
2 de junio de 2011
El kimono
Mi padre y mi madre eran sombras
dispares
que ahora, muertas, acaso se encuentran
más.
Yo recuerdo: él le regaló un kimono
y ella lloró en silencio
porque una gracia así
no concordaba
con su amor tan austero.
En la espalda del kimono
saltaba un salmón rojo.
Sobre los hombros de mi madre, el pez
parecía subir por la cascada de sus cabellos,
hermosisímos y azulados cabellos
de mestiza:
Una bella imagen que ella no podía ver.
Dígasela usted, padre,
para que deje de llorar.
29 de mayo de 2011
Meses difíciles
26 de mayo de 2011
Epifanía del perro
Repentino, veloz y sucesivo
terrestre colibrí, cuadrúpedo versátil,
con el vidente hocico el perro
persigue abecedarios dislocados en árboles y muros,
restituye en lecturas instantáneas
un fragmentario texto, evanescentes testimonios
de ausentes persistentes,
descifrando en el aire un palimpsesto,
la pululante estela, la saga tumultuosa
en volvedor olvido,
del numeroso clan que el mundo orina
delectación, saludo, reencuentro a pata alzada
y siembra de aquí estuve,
en numinosos sitios convocantes.
Remonta el perro difusos parentescos,
el linaje, la crónica, el ácido mensaje
de olores solidarios y entusiastas.
Tenaz, certero, el perro sigue
contradictorios rumbos, inspiraciones diagonales;
pero actuando conjura el habitado tiempo,
teje y reintegra una coral figura,
leva un urgente censo
de espectros fraternales que invoca remedando,
y puntualiza, suma, funda especie,
el júbilo en la especie,
y él es la especie rescatada,
toda la tribu, la memoria entera;
y en temblorosa epifanía,
él es total, el uno en muchos
y todos los transitivos en el uno.
Ahora el perro, sentado, se relame.
Altiva la cabeza, rotunda, convencida, iluminada;
magnánima, la sabia lengua pende, rezumando,
y su mirada abarca nada y todo
cielo y perro.
Entronizado el perro en perro,
jadea en plenitud, reposa, lacrimoso,
en la certeza estólida de ser la olida suma,
miríada de olfatos, moviendo las orejas.
Transeúntes, peregrinos,
efímeros, constantes, devocionales perros
en la tarea solemne de dejar anales, memorables zócalos,
patéticas señales, humedades,
en herrumbres, ladrillos y maderas.
Constelación de perros, todos en él, actuales,
todos los obsedidos corredores, presos
en laberintos del olor del aire;
de tensa cola a índigo hociqueo
dorsal flecha lanzada a la pregunta interminable
de ser o de no ser perro en los perros;
apaciguado finalmente, confirmado
en el espejo beato de su olfato crédulo.
He aquí el can ejemplar
que cree que existe por sus semejantes;
por quienes fueron, no fueron, fueron también
confusa dispersión, ávida pista, vehemente inquisición,
hallazgo y gloria;
con húmeda nariz ambulatoria,
a ijares quejumbrosos, trotaron indagando
su secreto nombre en el público olor de los sumandos;
husmeando, de piedra en árbol,
de columna en umbral y de yuyal en derrumbada rueda,
perseveraron, encontraron, fueron
la cierta, la instituida
revelación del cabal perro,
el impetrado en aspersiones, uno
que se conoce perro entre los perros.
10 de junio de 1975