5 de diciembre de 2006

MAXIM (cont.)

Como El libro de arena, a la revista Maxim le crecen hojas, aparecen más autores, más culos, más todo.

Texto: Federico Levín
Fotos: Magalí Flaks



RICARDO ROMERO

¿Quién es?
Ricardo Romero nació en Paraná, Entre Ríos, en 1976. Publicó la novela "Ninguna Parte" (2003), y el libro de cuentos "Tantas noches como sean necesarias" (2006). Dirige la revista literaria Oliverio, y es editor de la colección "Laura Palmer no ha muerto" de la editorial Gárgola.
¿Es un joven editor que además escribe?
Para nada. Leyendo dos líneas al azar de cualquiera de sus páginas se nota que le gusta escribir, que lo disfruta como sólo un escritor lo puede disfrutar. Aunque la combinación suele ser incómoda: Es como ser hincha de Boca y ser directivo de River al mismo tiempo. Tiene algo incestuoso y al mismo tiempo incómodo (bailar con tu hermana nunca es aburrido, o es incestuoso o es patético).
¿Qué escribe?
Fábulas de ahora, urbanas o suburbanas. Escribe sobre personajes perdidos, desolados. Podría ser un bajón, pero todo tiene un tono festivo y oscuro al mismo tiempo. En "Ninguna parte" el protagonista es un pibe que cae a un pueblo sin saber cómo, y ahí se queda, intentando entender, buscándose en ese lugar desconocido. En el libro de cuentos hay un basquetbolista frustrado, un negro yanqui de dos metros, que tiene los ojos más tristes del mundo. Se huele, en sus textos, una poética que tiene mucho de películas como "Magnolia" y de songwritters alcohólicos como Leonard Cohen o Tom Waits.
¿Por qué hay que leer el libro de cuentos?
Porque son cuentos poblados de personajes raros y muy potentes, de los que se pueden recordar para contar en una sobremesa. Los payasos depresivos, el desocupado que se fue a vivir a una fábrica, la chica que quería viajar en ambulancia, el alcohólico que se descubre suicida en una mudanza. Uno sólo espera que no sea todo autobiográfico. "Ninguna Parte" es biográfica en un sentido filosófico: estaba más perdido que perro en cancha de bochas. En los cuentos no puedo verlo tan claro, pero creo que en cualquier historia que uno escriba, siempre hay elementos biográficos, fragmentos que se deforman hasta formar otras historias y otras vidas.
Es para destacar también que no es un libro que amontona cuentos, sino que es un libro de cuentos que guardan algún contacto, una relación entre sí: todos estos personajes viven en la noche, en la misma noche: una que no se terminó nunca. En todos los cuentos está el extrañamiento porque no sale el sol, porque la noche se hace eterna. Sería raro, pero no podemos decir que no suena tentador.
Para leer escuchando: "Murder ballads" Nick Cave.Y bebiendo: vino tinto, cabernet sauvignon.





IGNACIO MOLINA

¿Quién es?
Ignacio Molina nació en Bahía Blanca en 1976. Publicó el libro de cuentos "Los Estantes vacíos" (2006). Administra el blog unidadfuncional.blogspot.com
Es bahiense y tiene treinta, ¿lo conoce a Ginóbili?
Por supuesto. Hasta jugó un partido contra él. Pero eso no viene al caso.
¿Salieron un par de reseñas de su libro, este año?
Por todos lados. Sorpresivamente "Los Estantes Vacíos", un libro de cuentos de un autor hasta entonces inédito, tuvo una presencia llamativa las reseñas de diarios, revistas e internet en general.
¿Cómo escribe?
Tanto en el libro como en su blog (en el caso de Molina el blog es un pilar de su escritura) se ve su estilo personal, reconocible: una mirada profunda sobre la realidad, una atención casi enfermiza a los detalles y una ternura extrañada ante las cosas del humano. Para todo esto, le queda muy bien el formato del texto breve. Así lo piensa él: No soy un militante acérrimo a favor del género, pero creo que un buen cuento contiene una tensión narrativa difícil de alcanzar en una novela. De todas maneras, muchos de mis relatos no obedecen a la estructura del cuento tradicional, son más bien como novelas en miniatura, o novelas llevadas a su mínima expresión.
Tiene un ritmo cansino, en el que parece que no va a pasar nada, pero se siente que algo esconde. Las tramas son sutiles y no tienen golpes de efecto; no intenta llamarte la atención de entrada ni agarrarte para que no te vayas, lo que hace que algunos crean que a los personajes de Molina 'nunca les pasa nada'. Error. Molina pinta amablemente unos cuadros, un poco intrigantes, un poco cómicos, y te pide que te quedes si tenés ganas. A los personajes les pasa de todo, pero él no va a andar diciéndolo a la vista de todos.
¿Y los cuentos del libro?
Los cuentos de "Los estantes vacíos" suceden Buenos Aires. Los personajes se mueven por la ciudad, se pierden, se buscan, se cruzan entre ellos y siguen sin conocerse, como si la misma Buenos Aires los moviera con sus manitos transparentes. Son casi todos jóvenes, todos son captados realizando pequeñas acciones, nunca nada trascendente: parecen poco importantes hasta para ellos mismos, y siempre un poco incómodos, como vestidos con trajes demasiado apretados. Una sensación que a cualquiera podría sonarle conocida.
Eso es lo impresionante del libro debut de Molina: como de a poco, mientras uno lee sintiendo pena por esos personajes, ellos se van haciendo cada vez menos visibles, menos importantes, y más parecidos al lector.
Para leer escuchando: Flopa Manza Minimal
Y bebiendo: Gin tonic.


(Y más autores acá. )

1 comentario:

Anónimo dijo...

Romero esta tocando un piano de juguete?

Molina esta pidiendo un café?