por Manuel J. Castilla
Junto al río Pilcomayo y a Bolivia
en el canchón de la Gendarmería
la lancha azul de los contrabandistas
está presa.
Boca abajo,
entre los yuyos verdes que la tapan
navega panza arriba las aguas de las nubes.
Cuerpo del delito, húmedo todavía.
Los gendarmes la miran igual que a un pez dormido.
Siente el agua del río chapoteándole
y un verde olor a coca y a tabaco
la aroma como un hombre,
sin marineros ya, sin heroísmos.
Cuando el gendarme armado
mira el cielo del chaco
ella boga en sus ojos, al ocaso, y cruza la frontera.