Pedro Mairal
Se podría escribir un cuento de una
chica joven que se muda con un viejo escritor. El viejo no termina de
entender el porqué de la devoción de ella, que pasa todo el día en
la casa durmiendo y leyendo, y se acuesta con él de vez en cuando
con ternura, sin desprecio. A los dos años la chica se va y lo deja.
Después entendemos la verdad: ella estaba enamorada de la biblioteca
del escritor, no del escritor, y se quedó todo el tiempo que le
llevó leer sus libros.
Tuve durante diez años mi biblioteca
desparramada en distintos lugares. Mis libros iban y venían según
mi estado civil y mis metros cuadrados. En cajas, en roperos ajenos,
guardé primero, creo, los libros de teoría y ensayo, después en
bolsas de consorcio la narrativa que no fuera latinoamericana,
después me quedé solo con la literatura argentina, pero al final la
ficción también terminó en una baulera oscura... De lo que nunca
pude despegarme fue de mis libros de poesía en castellano que me
acompañan a todos lados, como el árbol de Basho que él llevaba
consigo en cada mudanza.
Intenté varios sistemas que fallaron.
En una época tuve doble fila de libros en los estantes, pero no
funciona porque el libro que no se ve no se lee. Guardé libros abajo
de la cama, pero eso tampoco es práctico y además provoca
pesadillas. A veces imagino una casa con un piso flotante y abajo
guardados los libros en escotillas traslúcidas. Sería una linda
biblioteca.
Ahora estoy logrando reunir todos mis
libros disgregados, rebobinar mi atomización. Sé que puede no
parecer motivo para la felicidad, pero estoy enamorado de mi
biblioteca, de hecho me tolero solo gracias a mis libros. Hace poco
murió un amigo de quien todavía no pude escribir una sola línea
porque ninguna partícula de mi persona se cree realmente que él ya
no esté. El asunto es que, cuando mi amigo ya sabía que se estaba
muriendo, dijo que si tuviera que elegir un epitafio sería esa frase
de Pearsall Smith: “Some people say life is the thing. I prefer
reading”. Que se podría traducir como: “Algunos dicen que lo
importante es vivir. Yo prefiero leer”.
Perfil, 10 de agosto de 2012