Por Funes
En una media mañana Mogólica, una de las tantas estrellas maradonianas alumbró generosa los altosbajos botines aguerridos guachos de tiempo (Iorio). Para ese hombre gastado de cuarenta y cortos, para el fumador compulsivo sin medias, el casi hombre de casi treinta, unotro pelado voraz de quién sabe cuántos y el Obelix de los sueños bloggers, la estrella maradoniana encandiló al perfecto ganador y dio lugar a la sorpresa, a la sombra, a la morochez de unotro equipo inasible, irrespetuoso, sospechado y sospechoso, envidiado y bautizado como El Equipo de los Sueños o Los Sin Techo.
Estos hombres, cinco valerosos hombres, distraídos en su genialidad irreverente (perdón pero me sale así), lograron el acople abrupto, la montura silenciosa de un búfalo desconsideradoarrebatadoenojado.
Este admirable despliegue de locura y, de a ratos, ceñido control de las emociones, logró un objetivo absurdo increíbleterrible en el criollo lenguaje del violento fútbol de hoy; romperle el culo a un equipazo.
La cosa fue breve, de apenas una hora (como lo bueno; que siempre se toma en frasco chico) por lo que escribir al respecto suena insolente. Pero aquí estamos, poniendo el pecho gayfriendly a los balas.
Igual que en su primera presentación contra el equipo de Vladimir, en aquella filosa Siberia como fondo de pantalla, los cinco desamparados del fútbol arrancaron ganando un enfrentamiento que sonaba épico y, cual otrora, suicida. Los Sin Techo, arremangados sin timidez para su labor, concentrados desde el minuto cero hasta el minuto golvamoscarajoterminó siempre tuvieron en mente un solo objetivo: morir con la sombra puesta.
Los Sin Techo se saben menos o, jugando; más negros, más sombra, más temibles. Los Sin Techo nunca sobraron al rival pero tampoco lo sobaron. Con un esfuerzo descomunal del internacional Samu Etoó, el fumador descalzo, descomprimiendo la presión sobre el (Inte) Lingenti Alex y el cerebro del equipo, mal llamado Willies, el partido se resolvió en los primeros dos minutos del comienzo. El goleador Intempestivo, oculto en sus cuarenta y cortos, hizo gala de su botín experimentado y puso lo justo y necesario para mantenerse arriba en la tabla de goleadores, arriba en una luminosidad cero, de equipo oscuro, misterioso.
El encuentro fue parejo, el rival atrevido y las medias tintas, un deseo incumplimentado (?) para los más cansados. Se corrió y mucho. Se metió y mucho. Se gritó y mucho. Apenas dos laterales, varios palos y un manopanza sospechoso intentaron opacar una media mañana media épica.
El prejuicio de pensar que Los Sin Techo son un equipo mediocre los transforma, a estos desamparados, en envidiables señores callados pero no sumisos, samuráis peligrosos de una esencia inmejorable; gen-ialidad inconseguible en una Europa Nacional Socialista ávida de un Messías.
¿Habrá revancha? Por supuesto que no. Porque Los Sin Techo también son prejuiciosos. Porque no quedan afuera de ese mezquino sentimiento. Y porque si jugamos de vuelta, nos ganan.
Pero los resultados, tickis mías, los resultados hablan por sí solos:
efectividad 100%
dos jugados
dos ganados.
¿Quién sigue?
En una media mañana Mogólica, una de las tantas estrellas maradonianas alumbró generosa los altosbajos botines aguerridos guachos de tiempo (Iorio). Para ese hombre gastado de cuarenta y cortos, para el fumador compulsivo sin medias, el casi hombre de casi treinta, unotro pelado voraz de quién sabe cuántos y el Obelix de los sueños bloggers, la estrella maradoniana encandiló al perfecto ganador y dio lugar a la sorpresa, a la sombra, a la morochez de unotro equipo inasible, irrespetuoso, sospechado y sospechoso, envidiado y bautizado como El Equipo de los Sueños o Los Sin Techo.
Estos hombres, cinco valerosos hombres, distraídos en su genialidad irreverente (perdón pero me sale así), lograron el acople abrupto, la montura silenciosa de un búfalo desconsideradoarrebatadoenojado.
Este admirable despliegue de locura y, de a ratos, ceñido control de las emociones, logró un objetivo absurdo increíbleterrible en el criollo lenguaje del violento fútbol de hoy; romperle el culo a un equipazo.
La cosa fue breve, de apenas una hora (como lo bueno; que siempre se toma en frasco chico) por lo que escribir al respecto suena insolente. Pero aquí estamos, poniendo el pecho gayfriendly a los balas.
Igual que en su primera presentación contra el equipo de Vladimir, en aquella filosa Siberia como fondo de pantalla, los cinco desamparados del fútbol arrancaron ganando un enfrentamiento que sonaba épico y, cual otrora, suicida. Los Sin Techo, arremangados sin timidez para su labor, concentrados desde el minuto cero hasta el minuto golvamoscarajoterminó siempre tuvieron en mente un solo objetivo: morir con la sombra puesta.
Los Sin Techo se saben menos o, jugando; más negros, más sombra, más temibles. Los Sin Techo nunca sobraron al rival pero tampoco lo sobaron. Con un esfuerzo descomunal del internacional Samu Etoó, el fumador descalzo, descomprimiendo la presión sobre el (Inte) Lingenti Alex y el cerebro del equipo, mal llamado Willies, el partido se resolvió en los primeros dos minutos del comienzo. El goleador Intempestivo, oculto en sus cuarenta y cortos, hizo gala de su botín experimentado y puso lo justo y necesario para mantenerse arriba en la tabla de goleadores, arriba en una luminosidad cero, de equipo oscuro, misterioso.
El encuentro fue parejo, el rival atrevido y las medias tintas, un deseo incumplimentado (?) para los más cansados. Se corrió y mucho. Se metió y mucho. Se gritó y mucho. Apenas dos laterales, varios palos y un manopanza sospechoso intentaron opacar una media mañana media épica.
El prejuicio de pensar que Los Sin Techo son un equipo mediocre los transforma, a estos desamparados, en envidiables señores callados pero no sumisos, samuráis peligrosos de una esencia inmejorable; gen-ialidad inconseguible en una Europa Nacional Socialista ávida de un Messías.
¿Habrá revancha? Por supuesto que no. Porque Los Sin Techo también son prejuiciosos. Porque no quedan afuera de ese mezquino sentimiento. Y porque si jugamos de vuelta, nos ganan.
Pero los resultados, tickis mías, los resultados hablan por sí solos:
efectividad 100%
dos jugados
dos ganados.
¿Quién sigue?