PALOMAS EN PRIMAVERA
En la explanada encandilada
de la primera luz rasante, en fría primavera,
multitud arrullante de pesadas palomas
sobre el borde ascendente del día
picotean el adoquín brillante, hora mojada,
arrítmicos oráculos.
Generoso es el cereal del cielo esta mañana,
y entusiasta y cruel el buche tornasol
de las gordas lujuriosas y aladas;
desde viejísimas cornisas húmedas y blanqueadas
descendidas,
ojo funesto, fijo y rojo,
primas híbridas del cuervo y la gallina.
Poderosa será la luna esta jornada,
denso y adverso el hado,
y remota, inasible la vida, como tantas veces
en esta ciudad abstraída y difusa
en que un agua invisible degrada
al verídico aire terso de acústico sol de danza.
He cruzado en medio de la pereza impura
y la sonora gula de las palomas;
y descreyeron de mí, átonas y ajenas,
como si el transparente, o el ya muerto,
despojado de furia o apagado de sino,
pasara sin su sombra, con apenas un aire que el sol remueve
esponjando sus plumas y sus piojos.
Y sin embargo, aún digo "buenos días"
como quien puede,
fingiendo tener cambio.
Y entonces ya es el día
y las palomas
despaciosas remontan
un condenado barrio del bajo cielo,
trazando círculos de azul y gris rutina.
César Mermet
1975
¿César quién?
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