24 de octubre de 2007

Cachiva

por Rodrigo (de Fideos con manteca)

Va por el domingo a la mañana
como empujándose o empujando paisaje,
o sacudiéndose o sacudiendo calle,
o escuchándose pajarito
o escuchando pajaritos
pampeanos y suburbanos,
o picándole el sol en la cara
o cerrándose la cara
para picarse la transpiración que le sale del cráneo.

Viene silbando la canción de la alarma
de un auto que se despertó con los pajaritos
cuando un peugeot que venía de ramos
pasó pijudo y salivando por el regaeeeetón.

Si supiese jugar al ajedrez podría pensar que era un caballo movido, perdido entre otras jugadas, mirado desde arriba como el motín de coincidencias más trillado y violento de todos los tiempos. Y así entendería muchas cosas: los árboles gigantes, las pibas gritando con otro grupo de pibes canciones frescas que todos conocen, el ruido de una botella vacía como pedazo de oración en español reventándose en el cordón,
bocacalle, boca de tormenta, pasabobo, brea, poste de luz y cables tirados, chapas, charcos, perros con la sabiduría de un ángel juzgando y enumerando con el hocico a la basura en la calle: puchitos, carilinas, chapitas, ramitas, palitos, pastillitas, cigüeñales, arenita, plumas, cartones y pies con medias y zapatillas.
La sangre lo acompaña y lo trepa hasta la punta del pelo cuando se manda por el punte de la estación, y desde arriba,
casi tan arriba como Cristo,
ve cómo el sol se mueve sobre las vías y lo ve cómo se estanca en el techo recién pintado, en los colectivos que pasan insultando al domingo, en el puesto de diarios, en la niebla gris de allá al fondo y en un grupo de angelitos que van a misa porque -desde hace ya tres meses- se preparan para la primera comunión.

21 de octubre de 2007

Más inédito imposible



Reseña de la antología poética de César Mermet, por Rodolfo Edwards hoy en Página12:





"...los textos de Mermet leídos desde hoy parecen escritos por algún poeta de los "noventa". En su poética se ven claros rasgos de objetivismo, alusión a objetos y situaciones globalizadas en medio de una cultura de masas, pero también visiones alucinadas de espacios abiertos, camperos, todo aderezado con un humor seco, muy moderno para la época. Es como si hubiese presentido futuras sensibilidades practicando una especie de "poesía de anticipación"; basta observar la fuerte narratividad y el distanciamiento irónico en poemas como "Shopping Center": "Gastar es delicia miserable, dolorosa y malignamente irreal, como un flotante orgasmo en el ajeno sueño./En estas submarinas galerías del mito del fasto,/en estas exposiciones de modelos mentales,/alusivos brillos y señales preciosas,/yo podría comprar cualquier cosa hasta cualquier hora".
Demasiado emocional para los postulados racionalistas de los poetas del cincuenta, muy tibio para los comprometidos sesenta, quizás fue acertada la decisión de Mermet de alojarse en ese silencio creativo, lleno de voces. En los enigmas y los vaivenes de la literatura argentina la poesía de Mermet ha sobrevivido sana y salva". [ACÁ LA NOTA COMPLETA]

14 de octubre de 2007

Tocar a Gimena

Pedro Mairal

Lo primero que me trae a la mente la palabra “tocar” es mi amiga Gimena, compañera de colegio, en el viaje de egresados, el último año de la secundaria. Y más específicamente el ómnibus que nos llevaba de vuelta al hotel, después de una excursión al Cerro Catedral. Mientras los demás se habían deslizado montaña abajo en unos trineos de plástico, los varones más escépticos nos habíamos escondido a fumar y a mear en la nieve, detrás de una cabaña de troncos. Yo fumaba y hacía como que vigilaba que no viniera un profesor, pero en realidad la miraba a Gimena que estaba con un suéter violeta, riéndose y sacándose fotos con las otras chicas.

Cuando nos hicieron subir de vuelta al ómnibus, logré sentarme en el fondo. No la vi venir. La vi cuando me pasó por arriba de las rodillas y se sentó a mi lado, contra la ventana. Me pasó por arriba, de frente, agarrándome fuerte del pelo, con saña y con cariño. Acá tengo que aclarar que Gimena había estado de novia con uno de mis amigos y por eso mismo estaba prohibida para mí. Nos tocábamos muy casualmente, sólo como amigos, pasándonos un brazo sobre el hombro alguna vez, cuando caminábamos todos juntos. Y uno de los últimos días de clase, cuando varones y mujeres cambiamos ropa para salir travestidos al patio, yo cambié ropa con ella. Mis pantalones grises le marcaban el culo redondo y mi corbata le caía en diagonal por la pendiente de sus tetas.

Gimena se desplomó a mi lado. El cotorreo en el ómnibus duró poco. Ya estaba oscureciendo y nadie había dormido más de cuatro horas la noche anterior. Los sacudones del camino de montaña empezaron a arrullarnos. Gimena dijo “¿Me puedo poner así?” y, sin esperar que yo le contestara, recostó su cabeza sobre mi muslo izquierdo. Me quedó el brazo de ese lado en el aire; no sabía dónde apoyarlo. Todo era demasiado comprometedor: su cadera, su panza, hasta su hombro, porque para poner mi mano en su hombro tenía que posar mi antebrazo sobre sus tetas. Así que, alarmado, puse mi mano sobre el apoyabrazos de adelante, pero quedaba tan ridículo que traté de apoyarme en la ventana hacia un costado y entonces Gimena me agarró la mano y me la hizo apoyar, con toda la naturalidad del mundo, sobre la lana violeta de su suéter.

“Tenés las manos calientes”, dijo bajito. Y acurrucó sus dedos fríos en el hueco de mi mano. Yo le envolví la mano dándole calor. De golpe entrelazamos los dedos y, de a poco, las manos empezaron casi a tener vida propia, como dos animales que se estudiaban y se recorrían, como dos perros en la plaza, arrojándose uno encima del otro. Yo no sabía que se podía sentir tanto, solo con la mano. Nuestras manos se buscaban, se apretaban. De pronto era todo muy suave; yo le acariciaba el centro de la palma con el pulgar, o ella me hacía estirar la mano y me recorría los dedos; y de pronto era todo muy fuerte casi como una pulseada, un forcejeo.

Nadie nos veía. Yo miraba hacia el pasillo. De vez en cuando se levantaba alguien que cambiaba de asiento. Me acuerdo de la sensación de estar como cogiendo, pero solo con una mano, mientras el resto del cuerpo simulaba estar vestido, discreto y sentado entre los amigos del colegio. Era todo tacto, encendiéndome el cuerpo entero de los pies hasta la nuca. Yo no sabía que cabían tantos besos en una mano. El roce mínimo de sus dedos era la mariposa que del otro lado del mundo provoca el terremoto. Todas mis terminaciones nerviosas parecían estar alertas. El bulto en mi pantalón había crecido hacia un costado. El pelo de Gimena estaba derramado en catarata sobre mi pierna. Entonces, con la otra mano le pasé los dedos por el pelo. Le toqué suavecito la cabeza.

Las manos entrelazadas se calmaron un poco. Quedaron apoyadas exhaustas en la panza de Gimena. Parece una exageración pero fue así. Faltaba que cada mano se fumara un cigarrillo en la oscuridad del ómnibus. Pero el envión exploratorio seguía en mí. Le toqué el suéter, le recorrí la cintura por fuera del jean, esas costuras y remaches y bolsillos. Le busqué con el dedo índice la piel de la cintura entre el suéter y el jean, apartando capas de ropa. El suéter, y abajo un buzo creo (iba adivinando como un ciego), y abajo una remera que a esa altura estaba metida en el pantalón. Un poco más cerca de la panza, la remera estaba fuera y por fin le encontré la piel. Con dos de mis dedos acaricié un centímetro cuadrado de la panza de Gimena, que se hacía la dormida.

Fue lo más suave que toqué en mi vida, como mármol blando, como hielo caliente, la panza plana, abajo del ombligo, los cinco dedos tocando su piel, hasta el límite del elástico de la bombacha, un límite infranqueable, el hueso de su cadera, la pelusa casi imperceptible de la piel a lo largo de esa línea, y mi dedo que empujó el elástico, un poco, un dedo debajo de la tensión del elástico, dos dedos, más allá, avanzando, unos pelos más gruesos y ella de golpe se puso de costado, se ovilló acercando las rodillas al pecho. Dejé la mano del delito sobre su suéter, asustado, casi pidiéndole perdón y Gimena me la agarró y se la llevó a la boca. Se metió mi dedo en la boca. La boca mojada, la lengua, los dientes. Me chupó dos dedos, me dio como unos mordisquitos primero, hasta que me mordió fuerte. Me hizo doler. Y me siguió mordiendo despacio el pulgar, el borde de la mano. Después me volvió a agarrar la mano y la apretó contra ella, como cerrando el asunto, hasta que encendieron las luces del interior del ómnibus y hubo unas quejas de los encandilados y nos soltamos.

Cuando llegamos al hotel, ella me volvió a pasar por arriba y al oído me dijo “¡shh!", para que todo quedara en secreto entre nosotros. Yo cumplí, porque esta es la primera vez que lo cuento. Lo demás fue tristeza. Gimena se arregló con mi amigo antes de que terminara el viaje.
*

(Publicado en la revista Don Juan, Bogotá, septiembre de 2008)

12 de octubre de 2007

La prueba de vida

por Ana Agote

-No lo reconozco para nada-, dijo papá inspeccionando un dedo morado que le habían enviado los secuestradores de Agustín como prueba de vida-. Para nada-, repitió.
-Pero Don Marcelo, ya le mandamos la oreja, ahora el dedo, no nos queda nada para mandarle-, dijo la voz del teléfono.
-Entonces no pago. Si ustedes creen que ese dedo hinchado y esa oreja sangrienta son pruebas de vida están muy equivocados. Y no crea que me lo tomé a la ligera. Agarré la oreja con la punta de los dedos enfundados en un guante de goma, porque cabe destacar que la mandaron toda ensangrentada y sucia (y no lo digo enojado porque ¿qué podían hacer ustedes?, gente sin educación) y se la probé a, uno por uno, todos mis hijos. La sostuve contra su oreja, un poco más arriba para ver las dos y comparar cómodamente, para ver si se parecían pero ningún parecido. En el turno de Martina, mi hija del medio, vimos un pequeño parecido, debo reconocerlo, pero no podemos asegurar que sea la oreja de Agustín. [SIGUE ACÁ]

11 de octubre de 2007

10 de octubre de 2007

Poesía en Bahía Blanca

Pedro Mairal
El sábado al mediodía Gustavo López me llevó a jugar al fútbol. Por las patas de palo que tengo de nacimiento, yo me había dado de baja del fútbol 5 el año pasado, pero él me obligó. El partido le hizo mucho mal a mi ego. Uno de mi equipo me apodó "Súper". "Che, Súper, cuando marques tratá de ponerte entre el jugador y el arco". Igual ganamos. Hice dos goles. No hay foto.

A la tarde, entre mates y tarta de manzana, hablamos de poesía con los poetas del proyecto Ruta 33 en la biblioteca del Club Bella Vista.
El domingo, mientras lo esperábamos a Raimondi en la plaza, la verdadera naturaleza de hombre orquesta de López se manifestó ante mis ojos cuando se volvió uno y trino.

El mega poeta bahiense Sergio Raimondi nos paseó por Puerto Ing. White, por el muelle de Cerri, por una estación abandonada, por los cangrejales que le tragaron un caballo a Fabio Cáceres, por silos cerealeros, por petroquímicas, esos paisajes de su poesía.
A la noche leímos poesía en el Hostel Bahía con Nicolás Guglielmetti, Alejandra Larosa y Mario Ortiz (foto de Abel Escudero).

A las once me tomé El Cóndor y amanecí el lunes cerca de Cañuelas.

8 de octubre de 2007

Polvo serás, mas polvo sublevado

En octubre de 1967, cuatro días después de la muerte del Che, César Mermet se puso a escribir este largo poema, impresionado por la noticia y por la foto famosa, crística, del Che muerto con los ojos abiertos. No es un poema de vivas al Che. Es más bien un saludo de respeto de un poeta que siente la muerte de un hombre y su resurrección en mito.
"...y fuiste mostrado y saludado, como siniestro recién nacido enigma,
a incrédulos, reverentes, ansiosos acusadores, fieles;
quienes antes del tercer flash te negaron tres veces;
y preguntaron "quien es éste" y respondiste majestad de muerto,
siendo el que fue, cualquiera y todos..."
Acá el poema entero: Che captián, muerto, volando

6 de octubre de 2007

Noé

por Jonás Gomez

en el sueño
los hocicos húmedos
forman un frente
continuo
de respiración salvaje

el pis de los cuadrúpedos
es denso
se pega a la nariz
gotea
sobre el pasto acumulado

finas líneas de luz
pasan
entre las uniones de las tablas
el salvataje
se hace casi a oscuras

afuera
la lluvia percute
golpea los techos de los autos
colapsa las cañerías

se despierta
antes de escuchar
la alarma del despertador
se levanta sin ganas
prepara el desayuno

en el viaje al trabajo
dibuja en el revés
de la tarjeta de subte
hace cálculos mentales
separa carnívoros de herbívoros

se pregunta
cuántos animales pueden entrar
en un container


***

www.jonasland.blogspot.com

4 de octubre de 2007

Corre la voz

(una crónica del penta-fútbol por Funes)

"En una media mañana Mogólica, una de las tantas estrellas maradonianas alumbró generosa los altosbajos botines aguerridos guachos de tiempo..." [SIGUE ACÁ]

Otro que la pasó mal con el rugby

Memorias de un ex-rugbier
Cuando cumplí ocho años, Roberto Casciari me lo puso bien claro: "O tomás la Comunión o vas a Rugby", me dijo, "pero no te quiero los fines de semana durmiendo hasta las doce". [acá el texto de Casciari en Orsai]

Socorrista

por Loyds

el pibito absorto en sus pensamientos
mete un pie después el otro
ese hijo que nunca voy a tener
que nunca vamos a tener
se tira a la pileta tirita y sale
chorreando agua por la
escalerita

me mira con curiosidad sonríe
parece que va a preguntarme algo
pero su mamá que no sos vos
lo llama desde lejos:
ven aquí niño, deja tranquilo al socorrista


*

3 de octubre de 2007

La importancia del deporte

(texto leído el 2 de octubre del 2007 en el ciclo Confesionario organizado por Cecilia Szperling en el CCRojas)
por Pedro Mairal
El jueves pasado cumplí 37 años y la gente que no me conoce me ve y cree que todavía no pasé los 30. Siempre tuve este desfasaje entre mi cuerpo y mi edad [SIGUE ACÁ].

1 de octubre de 2007

La educación

por Luciano Lamberti

A veces despertabas y la ciudad estaba inmersa en la niebla.
Las luces nocturnas aún encendidas, los autos como
formas oscuras y razantes, las ventanas apagadas,
hileras de personas encapuchadas
esperando el colectivo.
Tenías que salir en bicicleta
con una bufanda alrededor de la cara
y las manos moradas y pálidas, atravesar
a ciegas las calles, rodeado por la niebla.
Al llegar al colegio tenías el pelo húmedo
y algo había cambiado, sí,
aunque te sentaras en el mismo estúpido lugar,
eras otro ahora, eras el que había vencido
a la ciudad fantasma.
Tenías en vos un parásito inmortal.



[ACÁ HAY MÁS]

Entrevista al Arquero Absoluto

"No puedo visitar San Telmo, no puedo visitar Recoleta, no puedo visitar Puerto Madero sin sentir el odio del comerciante que me ve la cara de rata o peruano o mexicano o canuto-de-cualquier-país que no va a pagar a precio dólar el agua mineral o el mate calado o el vestidito estampado que vende…" Funes

29 de septiembre de 2007

El día de los perros - Daniel Durand

No se ve nada; sólo las manos de Durand sosteniendo unos papeles mientras lee este poema inédito. Fue en el ciclo Es a propósito, en el CCPachamama.

Y acá hay otros tres de El estado y él se amaron (Mansalva):

Inquina se apila: "Muove los colores agua barro verde..."

Frozen cum: "El compositor nórdico tenía la verga re larga..."

Nueces mojadas en los pastizales: "...puntos luminosos entre los árboles..."

21 de septiembre de 2007

Acceso Oeste



p.mairal

Aprendiendo recién ahora a usar el movie maker de windows (una de esas teconologías que están a punto de caducar). Acá va un collage dinámico, o como quiera que se llame esto. Antes los hacía con fotos impresas en papel, pero era muy caro. Ahora no salgo de lo digital. Se ve poco, pero en la pantalla grande de la página de youtube se ve mejor. Iremos aprendiendo, mejorando lo que se pueda, poniéndonos insoportables con el movie maker. Se vienen tiempos audiovisuales para el Sr. de Abajo.

20 de septiembre de 2007

El lunes 24 de septiembre...

...estuvimos hablando sobre los caminos personales de la creación poética con Ivonne Bordelois. Ella dijo esto, y yo dije esto otro (gracias a Ana Prieto por grabar y tipear).

19 de septiembre de 2007

Recuerdos del poeta incómodo


por Fabián Casas
Fue una mañana calurosa en extremo –esas mañanas que preanuncian un día completo en el horno de Banchero– cuando sonó el teléfono y me dijeron que había muerto Joaquín Giannuzzi. Llamaba una periodista y quería que le dijera unas palabras sobre el poeta. En ese entonces yo solía levantarme muy tarde, casi al filo del mediodía y –después de un manguerazo en la ducha– salir para mi trabajo. La llamada llegó apenas un rato antes de eso, me encontró groggy y transpirado y después de que corté quedé peor aún. Se había muerto Joaquín. Decían que en Salta. También decían que lo iban a enterrar allí. Me senté frente a la biblioteca, en calzoncillos, y traté de pensar lo que me estaba pasando. Traté de ordenar las sensaciones, los recuerdos. Los días enteros leyendo y releyendo sus libros, las veces en que había estado con él. Su tono de voz. Siempre, de los seres queridos que se van, lo primero que me viene a la mente es su tono de voz. Y esa voz me repetía uno de sus últimos versos geniales, del poema "Cabeza Final", donde dice que "El obrero que respiró en su interior/ ávido de oxígeno y universo continuo/ dejó caer el martillo".

Como no pude asistir al entierro de Joaquín, tampoco pude cerrar el vínculo que nos había unido. En algún lugar recóndito de mi estado de ánimo, él seguía sentado frente al gran ventanal de su departamento, observando el inmenso jardín con la pasión de un entomólogo metafísico. Por eso no me sorprendió que varios meses después, caminando por el barrio de Once, me lo cruzara. Iba caminando despacio, con su campera beige. Apuré el paso y cuando estuve a la par, me di cuenta de que no era él, que era su doble. Recordé que los grandes poetas, si realmente lo son, cuando llegan al final de su vida logran el milagro alquímico de construir un doble. Cuya finalidad es recordarnos que ellos están ahí, dando vueltas en un universo paralelo que, cuando menos lo esperamos, puede irrumpir en nuestro mundo. Poco antes de morir, la editorial Emecé le había editado su obra completa, un libro monumental que hasta el día de hoy se sigue vendiendo de a poco pero con persistencia. Este libro tuvo la particularidad de poner de nuevo en carrera a varios libros de Giannuzzi que estaban agotadísimos. Ahora, ediciones del Dock acaba de publicar Un arte callado, un volumen que recopila sus poemas inéditos y agrega los que nunca antes fueron publicados en un libro. Leer estas poesías produce un efecto conmovedor. No es un rejunte del cajón de sastre de esos que se hacen arañando al vacío. Es un libro contundente en el que los poemas muestran los diferentes tonos que ha tenido Giannuzzi a lo largo de su vida. Desde que apareció casi sobre el final de la elegíaca generación del 40. Hay poemas de amor hiperlíricos, poemas sofisticados, poemas de saque y volea (clásicos de Joaquín) y versos especulativos. Y también están los poemas que intentan hacer un croquis de determinados personajes. Es como si después de haber escuchado un disco hermoso, pasara un largo silencio hasta que irrumpe un bonus track revelador. Es así, fue un gran poeta hasta el final, se dice uno con el libro en las manos.

Exactamente un individuo

¿Qué es un gran poeta? Podríamos pasarnos horas hablando en torno de lo que definiría de manera científica a uno de ellos. Y no llegaríamos nunca a un acuerdo. Prefiero parafrasear a Alberto Girri y decir que a un gran poeta no se lo define, se lo reconoce. Hay una escena capital en una película de Peter Brook basada en el libro de Gurdjief llamado Encuentros con Hombres Notables. En ella, un Gurdjief joven se cruza con un hombre que está sentado a una mesa, tomando café. Gurdieff se acerca movido por una extraña curiosidad y el hombre le dice, sin inmutarse: "¿Querés saber quién soy? ¿No reconocés a un maestro apenas lo ves? Gurdieff asiente: "sí, es usted un maestro", dice. Creo que uno no llega a reconocer a un maestro por la inteligencia, sino por la intuición, que es un sentido más definitivo. Encontrarse con un maestro produce felicidad. Yo la tuve cuando hurgando en una mesa de saldos di con Señales de una causa personal, libro de Giannuzzi de 1977. Primero sentí cierta incomodidad. Para ser un libro de poemas, era demasiado prosaico. Pero enseguida, como cuando uno se acostumbra a la voz de un cantante extravagante, me sentí cautivado. Este poema de ese libro me liquidó, se llama "Basuras al amanecer": "Esta madrugada/ en la calle/ dominado por una especie de /curiosidad sociológica/ hurgué con un palo en el mundo surrealista/de algunos tachos de basura./ Comprobé que las cosas no mueren sino que son asesinadas/ Vi ultrajados papeles, cáscaras de frutas, vidrios/ de color inédito, extraños y atormentados metales, / trapos, huesos, polvo, sustancias inexplicables/ que rechazó la vida/ me llamó la atención / el torso de una muñeca con una mancha oscura, / una especie de muerte en un campo rosado./ Parece que la cultura consiste/ en martirizar a fondo la materia y empujarla/ a lo largo de un instestino implacable./ Hasta consuela pensar que ni el mismo excremento/ puede ser obligado a abandonar el planeta". Señales de un causa personal es el libro central de J. O. Giannuzzi. Creo que ahí está en todo su esplendor. Y el poema que acabo de citar muestra la idiosincrasia de su poesía. Por lo general, arrancaba con una observación, enumeraba ciertos rasgos del objeto observado que era deglutido por adjetivos perfectos y, casi sobre el final, remataba con una conclusión inesperada. Si bien el tono del poema llevaba irremediablemente a una definición deceptiva, lo que finalmente decía, brillaba como un hallazgo: "ni el mismo excremento puede ser obligado a abandonar el planeta". Los comienzos de los poemas de Giannuzzi también eran increíbles: "Por alguna razón, al anochecer,/ mi corazón late como una ametralladora. El cardiólogo me ha dicho: /Controle su vida emocional". Los versos se dejaban imantar por la música de la especulación. Y la especulación de Giannuzzi seguía los pasos de Pascal: "Puesto que la verdadera naturaleza se ha perdido, todo puede ser naturaleza".

Cuando el Diario de Poesía, en 1994, le dedicó un dossier consagratorio, D. G. Helder escribía en la nota introductoria: "El presente dossier sobre la obra poética de Joaquín Giannuzzi no pretende paliar la relativa indiferencia que manifiestan, con respecto a ella, la crítica universitaria, la crítica de los medios masivos y la crítica escrita en general". Este párrafo daba cuenta del estado de las cosas. A Giannuzzi, salvo un grupo reducido, no lo leía nadie. Y quizá, involuntariamente, haya sido el propio Giannuzzi el que provocó esto. No fue vanguardista, ni guerrillero heroico, no cayó en el chauvinismo ni en los golpes bajos ni fue un outsider drogadicto o borracho en la veta maldita de la poesía yanqui. No escribió poesía especulativa de autoayuda. No se le conocen escándalos. Fue un hombre, como decía Celine, "sin importancia colectiva, exactamente un individuo". Sus poemas reflejan la mediocridad dramática y a veces hilarante de nuestros días mortales: un trapo tirado en la cocina, un hombre que no sabe si hacerse el nudo de la corbata o ahorcarse, un insecto que cae en la mesa del poeta para fenecer. Y también espléndidas naturalezas muertas sobre las dalias que se inclinan en la tarde o el olor del café y las manzanas después de almorzar.

Poeta de clase media

James Joyce se ufanaba de que con sus libros se podría reconstruir en el futuro el Dublín de su época. Del mismo modo, los poemas de Giannuzzi podrían servirnos como un mapa mental de los terrores y ansiedades del hombre de clase media que habitó Buenos Aires durante buena parte del siglo XX. Una clase media que en nuestro país no tiene épica ni heroicidad, y por lo general es mezquina y salvaje. Se preocupa sólo por su bienestar y mientras sus ahorros estén a resguardo, que te garúe finito. Aunque puede decirse peronista o radical, en realidad está con todos los gobiernos que la dejen tranquila. Joaquín Giannuzzi decribiéndose de manera implacable, la describió como si diseccionara un insecto. Cuando le preguntaban su opinión sobre su poesía, decía: "Soy un poeta menor de todas las antologías, incluso de la mía". También agregaba: "Gelman y Leónidas Lamborghini son grandes poetas, yo hago lo que puedo". Le gustaba bromear: "¿Viniste a ver a tu viejo maestro moribundo?", decía, mientras abría la puerta de calle de su casa. Después rengueaba cuando te acompañaba hacia el ascensor. Uno lo notaba y le preguntaba: "¿Qué le pasa, Joaquín?". "Creo que me tienen que amputar la pierna", remataba. Y se ponía a recitar a Rimbaud: "Las mujeres cuidan a los feroces enfermos que regresan de los países cálidos". También recitaba a menudo el "Segundo Advenimiento", de Yeats. O fragmentos de los "Cuatro Cuartetos" de Eliot, a quien admiraba, junto con Eugenio Montale. Ya en su casa, te acercaba un café –lo estoy viendo– y se sentaba frente a vos, en un inmenso sillón que daba al ventanal y al jardín. Si todavía pudiéramos hablar, me gustaría decirle que los poetas más jóvenes buscan sus libros como se busca una revelación, que hace poco estuve en México y que vi, emocionado, cómo los escritores jóvenes y no tanto del D.F. vaciaban la góndola con los libros de su obra poética que se vendían en la librería Gandhi local. Que ayer agarré Un arte callado y abrí al azar en el poema que le pone título al libro y leí: "Nuestros pies perfeccionan/el arte de entrelazar los dedos./Unidas en la almohada/ nuestras cabezas apuestan/ a una boda perpetua./ Expatriados,/cerradas las puertas y las ventanas,/ abrazados al desnudo oponemos/ una ideología de lo callado/ a la manera en que marcha el mundo/ según la pantalla de la televisión".


foto: p.mairal


17 de septiembre de 2007

Revista Rigoleto - 3 textos


Al costado de la vía
acostaron un cartel
de NO AVANZAR,
en la ventanilla del tren
que pisa las monedas obsoletas
me seco la saliva que dejan
caer, como gotas en cascada,
(un dos) tres nenas
desde aquel puente negro, se ven
los hoyitos,
las curvas,
del CLUB
de Golf
(conforme
seguimos, a todo
se lo come el horizonte)
PRECAUCION
Paso a nivel
SI PARA SERÁ DEPORTado…
Ahí
veníamos seguido (a coger)
desde que apareció (en telediario)
la mujer abusada,
entre esos tamariscos
todavía sigue (me saluda)
la bolsa negra que anudamos.

Milton López

*********************************************************************
No hay nada aquí:
solo unos días que se prestan a pasar
solo una tarde en que se puede respirar
un diminuto instante inmerso en el vivir.
Después mirar la realidad
y nada más; y nada más.

Silvio Rodríguez

Siempre que el Perro se cae, se muere. Y después compramos otro perro, que se vuelve a caer, se muere y después compramos de nuevo otro perro. Papá dice que mejor es comprar las rejas que faltan en el balcón, pero Mamá dice que para eso con esa plata compramos otro perro, y se ponen a gritar y a discutir, y papá siempre termina diciendo que después de todo es solo un perro más, y que no vale la pena armar tanto quilombo por un Perro de mierda. Y mamá agarra , sale con su auto, y me trae otro perro. Y yo me pongo a pensar qué nombre le puedo poner al perro mientras juego con el perro, pero enseguida el Perro va al balcón, se cae, y se muere. Así que yo le digo Perro, y nada más.

Gabriel Anderete


*******************************************************

Sentados en caminito, rodeados de colores no combinados, miramos un colectivo, lustrado y con sapitos, y reímos.-Qué capo ese colectivero.

Vos mirás tus pies y yo tus manos, que no son tan pequeñas y tienen sus dedos quemados por la insistencia del golpe sobre un bombo porteño.

Tu lucha. Tu pelo semilargo y joven. Tus dedos tapados con curitas. Tu pequeña mano. Tus ojos llenos de luces. Tu sonrisa que se niega a ser.

Y me contás, todo lo que haces y todo lo que es ese lugar donde vivís y La Boca en la que naciste. Puteas a Macri y me decís que me apure, porque a esa hora no podés andar conmigo, con una chica como yo, por ahí. Y tenés tanta razón. Y estás tan cansado de todas tus razones, y me señalás a alguien que duerme bajo la autopista y volvés a putear a Macri.

Caminamos y no soltás mi mano, ni siquiera cuando la meto en mi bolsillo. Empieza a hacer frío y subimos a un bondi que viste que tiene toda la onda. Metés esas monedas que no te sobran, porque tu papá es un empleadito, y me dejas elegir un asiento junto al tuyo. Y nos besamos y sabemos que la Buenos Aires es linda, y nos volvemos a besar y acomodo tu pelo semilargo, que tapa esos grandes rasgos en tu pequeña cara.

Nos despedimos y lo lamento. Me decís que me quede a vivir ahí. Me río. No contesto.
-Escribime
Pongo la tarjeta.
-Avisame si andás por acá
Cruzo el molinete.
Me pierdo entre la gente,
Te pierdo entre la gente,
Desaparecemos.
Adiós


Mariela Gouric
***

12 de septiembre de 2007

Acerca del grosor de lo humano

(reflexiones y puntos de vista en torno de “El Trabajo” de Aníbal Jarkowski)

Por Gustavo Ferreyra

Si uno se mueve en cierta dirección va adquiriendo un sesgo desde el cual el grosor de lo humano va decreciendo. Queda la lámina, la lámina que sólo puede habitar un mundo puramente visual. Un mundo para ver y un mundo que eventualmente puede mirarte. Las láminas parlantes de los medios, bellas y ejemplares en su ausencia de grosor.
¿Y si todo se va haciendo lámina? Si aun lo feo y lo desagradable y lo desvencijadamente triste se hace lámina? Estos interrogantes parecen subyacer en El Trabajo, la última novela de Jarkowski. Novela extraña si las hay porque justamente los personajes ya están resignados desde el vamos a ser láminas. Láminas en escenarios porque ya no hay más que escenarios en esta realidad bidimensional. Oficinas, dormitorios, la misma calle no son más que escenario para las láminas. Los cuerpos se han desvanecido y no queda más que su representación. Pero representando al cuerpo lo refutan. Y en tanto láminas los personajes se niegan a hablar. Todos sin excepción. No porque sean lacónicos ni porque guarden una sabiduría ancestral ni tampoco porque se resuelvan en el hacer, se niegan a hablar porque son láminas. Apenas si dicen frases de dos o tres palabras. No tienen fuerza para nada más.
Las láminas –entre ellas Diana, la protagonista- buscan trabajo. Son bien conscientes de ser láminas y están resignadas a ello. Diana encuentra trabajo como lámina. Vive como lámina, o sea no vive (en el sentido que no es un sujeto acabado) sino que transcurre por el espacio de una ciudad. El yo de la novela, un personaje, es el que debe registrar el acontecer de las láminas y su ser sujeto parece estar en otro tiempo, cuando era escritor. Existe otro tiempo en donde todos ellos pueden ser sujetos y no láminas pero no es el tiempo de la novela. Como si existiera un tiempo subterráneo, que corre por debajo de la novela. Un mundo de sujetos que hubo otrora, que corre por debajo y que eventualmente puede reaparecer en el futuro. Podemos sospechar incluso que cuando Diana va a convertirse en sujeto por la fuerza de los hechos, desaparece de escena y por lo tanto la novela termina.
Novela hipermoderna, cool, para nada elegante sin embargo (y que hasta podría confundirse con una novela erótica aunque no lo sea en absoluto) se mira, es decir, se lee, con la extrañeza que provocaría un tropel de feos y sucios irrumpiendo en el mundo de la moda. Novela realista, de un realismo tenue como la más tenue de las láminas, pareciera aspirar a su pesar a lo profético. Tal si, sin saber cómo, deslizándose el mundo en patines que ya no puede arrancarse de sus pies, llegara a la helada superficie de un espejo. Las chicas en el mundo (porque es más bien una novela de “chicas” que tienen que ganarse la vida) y el mundo en el frío espejo.
Jarkowski, que es el escritor detrás del escritor, sostiene el espejo para las chicas que se desnudan de ropa y al mismo tiempo de humanidad. Es sin duda paradójico que la desnudez y el cuerpo se hayan convertido en artificio, en pura imagen, en pábulo de lo inhumano, como si el cuerpo (al que, según Nietzsche debíamos aferrarnos) deshumanizara al hacer desaparecer al mismo tiempo al sujeto. La moda, la imagen, el cuerpo de las chicas, lo bello y su remedo, tal como en el burlesque (cuyo mundo articula la novela) el remedo de lo refinado se convierte en patético. Ya en las novelas anteriores, en Tres y en particular en Rojo Amor, Jarkowski había unido mundos diversos (Chanel y el proletariado, por ejemplo) y es en este trabajo de amalgama en donde su perspicacia de escritor revela las mejores sutilezas, los más paradójicos contrapuntos.
Sin las virulencias y la brillantez de Rojo Amor, más contenido también, tal vez más escéptico con respecto a la literatura, no menos talentoso, Jarkowski levantó su frío espejo para mostrarnos (deleuziano) que lo sexual y lo social son una misma y sola cosa.

Jueves


Yo quería una vida normal


Venías con tu día normal (o más o menos) y de pronto a la media hora todo se enrarece y estás paseando un perro y vos nunca tuviste perro, y estás yendo a devolver unas películas en un Blockbuster y vos no sos socio de ningún Blockbuster. ¿Qué pasó? ¿Qué hago siendo arrastrado por este perro enorme, esperando que deje su firma chorreante contra la pared de la esquina? ¿De quién es esta vida? ¿Quién alquiló "los heroes no deben llorar" o algo así? ¿Adónde estoy? ¿Cómo sigue esto?

Anoche Incardona se enfervorizó tras la pelota en la vanguardia del Open Gallo y se desgarró, se autotacleó, se desplomó. Ahora, de 13 a 14:30 hay que ser Incardona sano por un rato. Pero el tipo no te cede su parla con las mujeres, su facha, su chamuyo. No. Te da su perro con correa y unos videos para devolver que si no Ayax me mea todo el depto y en el Blockbuster me cobran un día más.

p.mairal

11 de septiembre de 2007

Enroque

por Pedro Mairal
Hice dos intentos por mandar textos a la antología Buenos Aires - Escala 1:1 que acaba de salir. Los dos salieron mal. El primero era sobre un pasea perros en Plaza Las Heras que se tenía que quedar con un caniche horrible porque al llevarlo de vuelta descubría que la dueña viejita se había muerto (pero qué sé yo de pasear perros?). El otro era una especie de autobiografìa a toda velocidad mostrando -como un via crucis- las esquinas de mis humillaciones a lo largo de la avenida Las Heras. Este tampoco lo mandé. No me convencía. A los dos textos tendría que reescribirles o tacharles partes.
Recién ahora me doy cuenta de que quizá podría haber mandado esto que copio más abajo, sobre las idas a Constitución con Cucurto, y haber hecho ese enroque: Cucurto en Barrio Norte y yo en Constitución. Pero bueno. Como le dijo el Bambino Veira al conserje del hotel de Río que le advirtió que la chica con la que quería subir a la habitación era un travesti: "¡Tarrrde, querido!".


CONSTITUCIÓN

Una noche, hace varios años, Cucurto me quiso hacer un tour guiado por Constitución. Pasé a buscarlo por Honduras y Bulnes, y después nos tomamos el 168. Era invierno y hacía un frío horrible. Estábamos los dos con gorro de lana, hablando de cualquier cosa mientras el colectivo cruzaba Once y después Congreso. Cada vez que subía una chica linda, el diálogo se interrumpía por unos segundos. [SIGUE ACÁ]

10 de septiembre de 2007

Mi madre era un dispositivo

“Mientras el padre y los niños juegan al Metrópolis, la madre rasguea, con trabajosa exactitud, una canción de Violeta Parra. Mi madre, piensa Julián, cantaba canciones de izquierda como si fueran canciones de derecha. Mi madre cantaba canciones que no le correspondía cantar. Se echaba en el sillón, por la noche, para entretenerse, para soñar con un dolor verdadero. Mi madre era un dispositivo que convertía las canciones de izquierda en canciones de derecha. Mi madre cantaba, a cara descubierta, las mismas canciones con que otras mujeres, vestidas de negro, velaban a sus muertos”.

(de La vida privada de los árboles, de Alejandro Zambra, Anagrama, 2007).
Acá una reseña que hice sobre esta novela.

8 de septiembre de 2007

El hombre de overol siempre sabe all

El arbolito de enfrente (un duraznero?) floreció, el frío se fue, ya se puede estar sentado en la compu con la ventana abierta, y Vox acaba de sacar El hombre de overol y otros poemas, de Fabián Casas, que viene en una cajita con dibujos de Martín Legón.
"[...]

Mañana cuando estés sola, pensá en mí.
Boca abajo en la cama, rezando
en la iglesia negra, pensá en mí.
Reclinada a presión,
entre dos asientos incómodos
cruzando el océano a la velocidad del sonido,
pensá en mí. La última imagen antes de dormir
que sea para mí.

Duro de reparar, años de uso.
El hombre de overol
mueve sus herramientas
hundido en el foso del taller mecánico.
No hay caso, dice, el poema no arranca,
el matrimonio no arranca,
el día no arranca."

(fragmento de Están construyendo un edificio)


5 de septiembre de 2007

Utopía de un hombre que está cansado

Viajemos en subte a China

por Ignacio Molina

Partamos en dos la tierra
viajemos en subte a China
y con la plata que nos sobre
levantemos una casa de madera
en las afueras de Luis Guillón.

Hagamos una pira en el fondo
veamos arder la biblioteca
todos los papeles que nos permitan
volver a recordar quiénes somos.... [sigue acá]

El tiempo no para


jueves 6 de septiembre

Invitados a leer Natalia Moret y Pedro Mairal
en la presentación de la revista Los Asesinos Tímidos Nº9
En El Gato Negro (Corrientes al 1669) a las 20:15

***
viernes 7 de septiembre

iROJO Editores invitan a la presentación de los libros Ganadores de la Convocatoria Anual en Narrativa y Poesía:
"Arqueológicas/ Memorias de (in)sepult(ados) origenes" de Daniel Cortés -Narrativa
"La tierra plana" de Horacio Beascochea - Neuquén -Narrativa
"Escenas de un verano inquietante" de Elizabeth Lerner -Narrativa
"La campeona de nado" de Clara Muschietti - Poesía
Viernes 7 de setiembre, 19.00hs en la Sala Augusto Cortázar de la Biblioteca Nacional, Agüero 2502.
***

lunes 10 de septiembre


30 de agosto de 2007

Última Cena en Bogotá39

por Adriana Battu

El bogotazo estuvo tan bueno (para algunos fue Bogotá69) que nos quedamos todos mudos y agotados. Ni Miguel ni Mairal quieren escribir. Andan con una saudade incurable. Yo, que soy la más durita, de a ratos me acuerdo de la pachanga y se me cuelga el sistema. Nos hicimos amigos, hermanos. Los autores salían en los diarios, iban a verlos multitudes a bibliotecas, universidades, escuelas. Los entrevistaban, los fotografiaban, los aplaudían. Ahora hay que volver a la cola del súper.

[más fotos acá y allá y por este otro lado]


Esta foto es del escritor peruano Iván Thays, que en su blog hizo todo el recuento periodístico.


29 de agosto de 2007

coca - fragmento


por Pablo Queralt

entramos en la malla
del juego
en tu frenesí

saltamos a las piernas más y
más abiertas
a lo blanco del vacío

esplendor



y entre esos pelitos



todo estaba en el museo


de lo que se comieron los pibes











Venus de Milo de almacén
paraguayo
donde cambias tus monedas


y tiras unos minutos
en una luz que depura tu vida

en la excelsa carne de
la urgencia



rosada


matriz del deseo
humedecido
en el fulgor en la furia
de tu imperio


que deshace el movimiento azul
damasco de tus caderas



más abajo navegás con la boca
el goce


el abanico de desnudez en ella
y todas
las desnudeces






ahora esbelta en gotas
colgando de sus pechos

la nube de la bicicleta





ponchito de amor ese monticulo
de rizos


marcando al sueño el paso

abajo

de la raya que divide


espalda vaporosa dueña del erotismo


en acabado movimiento





ritmo de lo violento y de lo suave




elogio de Coca, flor
de un poema inexplicable






vamos siempre en nuestra espumosa pasión
cada vez que estrena


vamos con bombos y platillos
papelitos y banderas



a ver tu película


en la butaca de la nube
entre tus piernas flotadoras



azul verdoso del cuerpo exuberante
de mujer copiosa



refregándose en la blancura
de la espaciosa noche



en el 69
que cierran con sus bocas


¿y cuál es el secreto que sella?



¿la sangre? ¿el corazón?

¿el calor en el fluir del caos?






en todas sus películas
yo ví





coca y agua
agua y coca

en la vidriera del agua
nada



el cuerpo blanco de ópalo volumen
contorneándose
azul lejos cerca del ojo

en la visión


la acróbata,


coca nadadora





y esos hombres que van a ella
los que dicen “ponemos
la música con que se baila”









- uno entra cuando le toca-
y era como imaginaba

en el sueño





en las lecturas inconscientes
de los cuerpos que vienen


por los besos
y los mimos del deseo de flor
en ese perseguir primavera













los exudados y los fluidos
juntados consumados
del cosmos de la Diosa
que insemina




la alegría del cuerpo





presente vestido en gotas
de la piscina esmeralda


a la salida del agua




y ahora su cuerpo vestido de saliva





pasea por el sol más allá de la línea


si se ve incandescente genital
fascinada dibujo del placer




casi ensueño
que vuela la gracia
de esa plenitud




y estas manos gastadas
por escribir con la gota



que ahora besás



tus tetas adoradas
tus tetas blancas, derramadas


besadas en su punto




como pupila que ama la lujuria de las formas
y bebe y besa









“mis perros llevan mis collares
que nadie olvide eso”




y en eso

potra fugaz de la lluvia
de las lluvias en las sábanas
sobre carnosas camas que alimenta



blanca lechosa rosada rabiosa



-fragmento-



colgué un marco vacío
de la sombra


y comencé a llenarlo
de silencio,
en la pared

como una vertiente
de mí mismo


en otro





Y pensé en solo amar y amar

solo por amor a sus acuáticas frondosas
tetas


que todo lo colman en la pileta azul
del cráneo


película soñada al sol caliente



de los mamados cuerpos en las gotitas





tan flor en la imaginación
de los fantasmas

que vuelve sambayón frambuesa


sigo el gusto


el olor en la lengua del placer que besa
en una penumbra de labios chocados




montados seguimos
el cuerpo del sueño
volamos besamos
a cada instante la escena







todos están mirando
nadie puede dejar de mirar

se ponen cera en los oídos
dedos en los ojos ¿y las manos?

las manos...









todos llevamos oxígeno
pero otros quieren el aire
mujer sentada en la playa (balsa pedazo de cielo)
desnuda radiante con pechos que miran el voluminoso azul



rosada en la pérdida del corazón
del amor vuelve




a la pose del rodaje


-fragmento-


Coca se desliza
rola sobre la arena

voluminosa voluptuosa perlada
por el océano





y llega a Africa a la costa brava


se desliza
giganta,

bailando las nuevas canciones

del frenesí,



en la silla colgada por albatros

de los marineros



en el reverbero del hambre


todos marchamos hacia ella









celebro



grandisíma mujer de la pasión
con la que curo mi herida


el sentido del cuerpo
en su punto de impacto



corazón
y pedir más



la magia

camino de los poemas


luces campanas glicinas abejas




lejos y cerca
virgen


memento vida en la configuración del melón
devuelto del corpiño fuera de los fantasmas





y en la oscuridad

el gran escote



y lo que escribo
adicto a lo que escribo esa mujer
el fetiche

fragmento último


Toco acaricio mi adicción
por coca





enamorado en el silencio
de puta






y la elegancia
maciza plena de sus pechos y el movimiento
del deseo
en sus caderas




y boca llena














películas de coca
vistas y revistas
deslizado en el maquillaje del desnudo
en sus labios deslizado de pagina en pagina
por su monumental corpóreo


que tuve en la pantalla del sueño


deslizado en la suave pasión

y en ese temblar de perra y de color en el rubor
eyaculado




la doncella

en la música y letra de los sexos
que una vez fueron mías
***
Pablo Queralt nació en Bs. as. Publicó cansancio de lo escrito Ed tsé- tsé 2001, un seductor mañana ed alción 2004, la flecha de Agustín ed alción 2004, reescritos infinitos ed alción 2006, primer paso ed eloísa cartonera 2006 y pueblo de agua ed alción 2007.
Poemas suyos figuran en la antología de poetas jóvenes de Bs as del año 1987, ed hombre nuevo.
También poemas suyos han sido publicados en rev literarias como el jabalí año 2002, revista los rollos del mar muerto, y en la revista la nación del suplemento del domingo.

22 de agosto de 2007

Taller de edición independiente

a cargo de Washington Cucurto y Santiago Llach

Lunes de 21 a 23, en el Centro Cultural Rojas. Comienza este lunes 27 de agosto. Duración: ocho clases.

Inscripciones en Corrientes 2038, de 10 a 19 horas.


[ACÁ EL PROGRAMA Y LA MODALIDAD DEL TALLER]

21 de agosto de 2007

Tangos - Dentro del poema - 2013




1921

Música: José Ricardo / Carlos Gardel
Letra: Celedonio Flores

Se te embroca desde lejos, pelandruna abacanada,
que has nacido en la miseria de un convento de arrabal...
Porque hay algo que te vende, yo no sé si es la mirada,
la manera de sentarte, de mirar, de estar parada
o ese cuerpo acostumbrado a las pilchas de percal.
Ese cuerpo que hoy te marca los compases tentadores
del canyengue de algún tango en los brazos de algún gil,
mientras triunfa tu silueta y tu traje de colores,
entre el humo de los puros y el champán de Armenonville.

Son macanas, no fue un guapo haragán ni prepotente
ni un cafisho de averías el que al vicio te largó...
Vos rodaste por tu culpa y no fue inocentemente...
¡berretines de bacana que tenías en la mente
desde el día que un magnate cajetilla te afiló!

Yo recuerdo, no tenías casi nada que ponerte,
hoy usas ajuar de seda con rositas rococó,
¡me reviente tu presencia... pagaría por no verte...
si hasta el nombre te han cambiado como has cambiado de suerte:
ya no sos mi Margarita, ahora te llaman Margot!

Ahora vas con los otarios a pasarla de bacana
a un lujoso reservado del Petit o del Julien,
y tu vieja, ¡pobre vieja! lava toda la semana
pa' poder parar la olla, con pobreza franciscana,
en el triste conventillo alumbrado a kerosén.



1926

Letra: Francisco García Jiménez
Música: Anselmo Aieta

Bajo Belgrano... Cómo es de sana
tu brisa pampa de juventud,
que trae silbido, canción y risa
desde los patios de los studs.
¡Cuánta esperanza la que en voz vive!.
La del peoncito que le habla al crack:
-Sacame 'e pobre, pingo querido,
¡no te me manques pa'l Nacional!...

Calle Blandengues... donde se asoma
la morochita linda y gentil,
que pone envueltas con su mirada
sus simpatías sobre un mandil...
En la alborada de los aprontes,
al trote corto del vareador,
se cruza el ansia de la fortuna
con la sonrisa del buen amor...

La tibia noche de primavera,
turban las violas en "El Lucero",
se hizo la fija del parejero
y están de asado, baile y cantor.
Y mientras pierde la vida un tango
que el ronco fueye lento rezonga,
se alza la cifra de una milonga
con el elogio del cuidador.

Bajo Belgrano... cada semana,
el grito tuyo que viene al centro:
-¡Programa y montas para mañana...
Las ilusiones prendiendo va...
Y en el delirio de los domingos
tenés reunidos, frente a la cancha
gritando el nombre de tus cien pingos
los veinte barrios de la ciudad!...


1928

Letra y música: Enrique Santos Discépolo

Por ser bueno,
me pusiste a la miseria,
me dejaste en la palmera,
me afanaste hasta el color.
En seis meses
me comiste el mercadito,
la casiya de la feria,
la ganchera, el mostrador...
¡Chorra!...
Me robaste hasta el amor...
Ahura,
tanto me asusta una mina,
que si en la calle me afila
me pongo al lao del botón.

¡Lo que más bronca me da,
es haber sido tan gil!

Si hace un mes me desayuno
con lo qu' he sabido ayer,
no er'a mí que me cachaban
tus rebusques de mujer...
Hoy me entero que tu mama
"noble viuda de un guerrero",
¡es la chorra de más fama
que ha pisao la treinta y tres!
Y he sabido que el "guerrero"
que murió lleno de honor,
ni murió ni fue guerrero
como m'engrupiste vos.
¡Está en cana prontuariado
como agente 'e la camorra,
profesor de cachiporra,
malandrín y estafador!

Entre todos
me pelaron con la cero,
tu silueta fue el anzuelo
donde yo me fui a ensartar.
Se tragaron
vos, "la viuda" y "el guerrero"
lo que me costó diez años
de paciencia y de yugar...

¡Chorros!
Vos, tu vieja y tu papá,
¡Guarda!
Cuidensé porque anda suelta,
si los cacha los da vuelta,
no les da tiempo a rajar.

¡Lo que más bronca me da,
es haber estao tan gil!




1929

Música: José María Aguilar
Letra: Celedonio Flores

Recitado:
Cotorro al gris. Una mina
ya sin chance por lo vieja
que sorprende a su garabo
en el trance de partir,
una escena a lo Melato
y entre el llanto y una queja
arrodillada ante su hombre
así se le oyó decir:

Me engrupiste bien debute con el cuento ‘e la tristeza,
pues creí que te morías si te dejaba amurao...
Pegabas cada suspiro que hasta el papel de la pieza
se descolaba de a poco hasta quedar descolgao.

Te dio por hacerte el loco y le pegaste al alpiste,
te piantaron del laburo por marmota y por sobón...
Yo también al verte enfermo empecé a ponerme triste
y entré a quererte, por sonsa, a fuerza de compasión.

Como quedaste en la vía y tu viejo, un pobre tano,
era chivo con los cosos pelandrunes como vos,
me pediste una ayuda entonces te di una mano
alquilando un cotorrito por el centro pa’ los dos.

Allá como a la semana me mangaste pa’ cigarros,
después pa’ cortarte el pelo y pa’ ir un rato al café;
una vez que discutimos me tiraste con los tarros,
que si no los gambeteo estaba lista, no sé...

Te empezó a gustar el monte y dejaste en la timba
poco a poco la vergüenza, la decencia y la moral,
como entró a escasear el vento me diste cada marimba
que me dejaste de cama con vistas al hospital...

¿Decime si yo no he sido para vos como una madre?
¿Decime si yo merezco lo que me pensás hacer?

Bajó el bacán la cabeza y él, tan rana y tan compadre,
besándole los cabellos lloró como una mujer



1930
Letra y música: Enrique Santos Discépolo

Cuando la suerte qu' es grela,
fayando y fayando
te largue parao;
cuando estés bien en la vía,
sin rumbo, desesperao;
cuando no tengas ni fe,
ni yerba de ayer
secándose al sol;
cuando rajés los tamangos
buscando ese mango
que te haga morfar...
la indiferencia del mundo
-que es sordo y es mudo-
recién sentirás.

Verás que todo el mentira,
verás que nada es amor,
que al mundo nada le importa...
¡Yira!... ¡Yira!...
Aunque te quiebre la vida,
aunque te muerda un dolor,
no esperes nunca una ayuda,
ni una mano, ni un favor.

Cuando estén secas las pilas
de todos los timbres
que vos apretás,
buscando un pecho fraterno
para morir abrazao...
Cuando te dejen tirao
después de cinchar
lo mismo que a mí.
Cuando manyés que a tu lado
se prueban la ropa
que vas a dejar...
Te acordarás de este otario
que un día, cansado,
¡se puso a ladrar!




1930

Música: Guillermo Barbieri
Letra: Celedonio Flores

Campaneá cómo el cotorro va quedando despoblado
todo el lujo es la catrera compadreando sin colchón
y mirá este pobre mozo cómo ha perdido el estado,
amargado, pobre y flaco como perro de botón.

Poco a poco todo ha ido de cabeza p'al empeño
se dio juego de pileta y hubo que echarse a nadar...
Sólo vos te vas salvando porque pa' mi sos un sueño
del que quiera Dios que nunca me vengan a despertar.

Viejo smocking de los tiempos
en que yo también tallaba...
¡Cuánta papusa garaba
en tus solapas lloró!
Solapas que con su brillo
parece que encandilaban
y que donde iba sentaban
mi fama de gigoló.

Yo no siento la tristeza de saberme derrotado
y no me amarga el recuerdo de mi pasado esplendor;
no me arrepiento del vento ni los años que he tirado,
pero lloro al verme solo, sin amigos, sin amor;

sin una mano que venga a llevarme una parada,
sin una mujer que alegre el resto de mi vivir...
¡Vas a ver que un día de éstos te voy a poner de almohada
y, tirao en la catrera, me voy a dejar morir!

Viejo smocking, cuántas veces
la milonguera más papa
el brillo de tu solapa
de estuque y carmín manchó
y en mis desplantes de guapo
¡cuántos llantos te mojaron!
¡cuántos taitas envidiaron
mi fama de gigoló!



1935
Música: Gardel
Letra: Lepera

Yo adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos,
van marcando mi retorno.
Son las mismas que alumbraron,
con sus pálidos reflejos,
hondas horas de dolor.
Y aunque no quise el regreso,
siempre se vuelve al primer amor.
La quieta calle donde el eco dijo:
"Tuya es su vida, tuyo es su querer",
bajo el burlón mirar de las estrellas
que con indiferencia hoy me ven volver.

Volver,
con la frente marchita,
las nieves del tiempo
platearon mi sien.
Sentir, que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada,
que febril la mirada
errante en las sombras
te busca y te nombra.
Vivir,
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo,
que lloro otra vez.

Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida.
Tengo miedo de las noches
que, pobladas de recuerdos,
encadenen mi soñar.
Pero el viajero que huye,
tarde o temprano detiene su andar.
Y aunque el olvido que todo destruye,
haya matado mi vieja ilusión,
guarda escondida una esperanza humilde,
que es toda la fortuna de mi corazón.


1939

Letra: Homero Manzi
Música: Antonio de Bassi

Dónde vas, carrerito del Este,
castigando tu yunta de ruanos,
y mostrando en la chata celeste
las dos iniciales pintadas a mano...?
Reluciendo la estrella de bronce
claveteada en la suela del Once...
cruzando ligero las calles del Sur...?
¡Porteñito! ¡Manoblanca!
¡Vamos, fuerza, que viene barranca...!
¡Manoblanca! ¡Porteñito!
¡Fuerza, vamos, que falta un poquito...!
¡Bueno, bueno...! ¡Ya salimos"
Ahora sigan parejo otra vez,
que esta noche me esperan sus ojos
en la avenida Centenera y Tabaré.
¿Dónde vas, carrerito y porteño,
con tu chata flameante y coqueta,
con los ojos cerrados de sueño
y un gajo de ruda detrás de la oreja...?
El orgullo de ser bien querido
se adivina en tu estrella de bronce...
Carrerito del barrio del Once,
que vuelves trotando para el corralón...
¡Porteñito! ¡Manoblaca!
¡Vamos, fuerza, que viene barranca...!
¡Mano blanca! ¡Porteñito!
¡Fuerza, vamos, que falta poquito...!
¡Bueno, bueno...! ¡Ya salimos!
Ahora sigan parejo otra vez, 
mientras sueño en los ojos aquellos
de la avenida Centenera y Tabaré.





1943
Música: Francisco Canaro
Letra: Ivo Pelay

Se dice de mí...
se dice de mí...
Se dice que soy fiera,
que camino a lo malevo,
que soy chueca y que me muevo
con un aire compadrón,
que parezco Leguisamo,
mi nariz es puntiaguda,
la figura no me ayuda
y mi boca es un buzón.

Si charlo con Luis,
con Pedro o con Juan,
hablando de mí
los hombres están.
Critican si ya,
la línea perdí,
se fijan si voy,
si vengo o si fui.

Se dicen muchas cosas,
mas si el bulto no interesa,
¿por qué pierden la cabeza
ocupándose de mí?

Yo sé que muchos
me desprecian compañía
y suspiran y se mueren
cuando piensan en mi amor.
Y más de uno se derrite si suspiro
y se quedan, si los miro,
resoplando como un Ford.

Si fea soy, pongámosle,
que de eso aun no me enteré.
En el amor yo solo sé
que a más de un gil, dejé a pie.
Podrán decir, podrán hablar,
y murmurar y rebuznar,
mas la fealdad que dios me dio
mucha mujer me la envidió.
Y no dirán que me engrupí
porque modesta siempre fui...
¡Yo soy así!

Y ocultan de mí...
ocultan que yo tengo
unos ojos soñadores,
además otros primores
que producen sensación.
Si soy fiera sé que, en cambio,
tengo un cutis de muñeca,
los que dicen que soy chueca
no me han visto en camisón.

Los hombres de mí
critican la voz,
el modo de andar,
la pinta, la tos.
Critican si ya
la línea perdí,
se fijan si voy,
si vengo, o si fui.

Se dicen muchas cosas,
mas si el bulto no interesa,
¿por qué pierden la cabeza
ocupándose de mí?



1948

Música: Aníbal Troilo
Letra: Hombero Manzi

San Juan y Boedo antigua, y todo el cielo,
Pompeya y más allá la inundación.
Tu melena de novia en el recuerdo
y tu nombre florando en el adiós.
La esquina del herrero, barro y pampa,
tu casa, tu vereda y el zanjón,
y un perfume de yuyos y de alfalfa
que me llena de nuevo el corazón.

Sur,
paredón y después...
Sur,
una luz de almacén...
Ya nunca me verás como me vieras,
recostado en la vidriera
y esperándote.
Ya nunca alumbraré con las estrellas
nuestra marcha sin querellas
por las noches de Pompeya...
Las calles y las lunas suburbanas,
y mi amor y tu ventana
todo ha muerto, ya lo sé...

San Juan y Boedo antiguo, cielo perdido,
Pompeya y al llegar al terraplén,
tus veinte años temblando de cariño
bajo el beso que entonces te robé.
Nostalgias de las cosas que han pasado,
arena que la vida se llevó
pesadumbre de barrios que han cambiado
y amargura del sueño que murió.






1944

Música: Virgilio Expósito
Letra: Homero Expósito

Era más blanda que el agua,
que el agua blanda,
era más fresca que el río,
naranjo en flor.
Y en esa calle de estío,
calle perdida,
dejó un pedazo de vida
y se marchó...

Primero hay que saber sufrir,
después amar, después partir
y al fin andar sin pensamiento...
Perfume de naranjo en flor,
promesas vanas de un amor
que se escaparon con el viento.
Después...¿qué importa el después?
Toda mi vida es el ayer
que me detiene en el pasado,
eterna y vieja juventud
que me ha dejado acobardado
como un pájaro sin luz.

¿Qué le habrán hecho mis manos?
¿Qué le habrán hecho
para dejarme en el pecho
tanto dolor?
Dolor de vieja arboleda,
canción de esquina
con un pedazo de vida,
naranjo en flor.




1956

Música: Aníbal Troilo
Letra: Cátulo Castillo

Lastima, bandoneón,
mi corazon
tu ronca maldición maleva...
Tu lágrima de ron
me lleva
hasta el hondo bajo fondo
donde el barro se subleva.
¡Ya sé, no me digás! ¡Tenés razón!
La vida es una herida absurda,
y es todo tan fugaz
que es una curda, ¡nada más!
mi confesión.

Contame tu condena,
decime tu fracaso,
¿no ves la pena
que me ha herido?
Y hablame simplemente
de aquel amor ausente
tras un retazo del olvido.
¡Ya sé que te lastimo!
¡Ya se que te hago daño
llorando mi sermón de vino!

Pero es el viejo amor
que tiembla, bandoneón,
y busca en el licor que aturde,
la curda que al final
termine la función
corriéndole un telón al corazón.
Un poco de recuerdo y sinsabor
gotea tu rezongo lerdo.
Marea tu licor y arrea
la tropilla de la zurda
al volcar la última curda.
Cerrame el ventanal
que arrastra el sol
su lento caracol de sueño,
¿no ves que vengo de un país
que está de olvido, siempre gris,
tras el alcohol?...





1962
Música: Aníbal Troilo
Letra: Catulo Castillo


Estás desorientado y no sabés
qué "trole" hay que tomar para seguir.
Y en este desencuentro con la fe
querés cruzar el mar y no podés.
La araña que salvaste te picó
-¡qué vas a hacer!-
y el hombre que ayudaste te hizo mal
-¡dale nomás!-
Y todo el carnaval
gritando pisoteó
la mano fraternal
que Dios te dio.

¡Qué desencuentro!
¡Si hasta Dios está lejano!
Llorás por dentro,
todo es cuento, todo es vil.

En el corso a contramano
un grupí trampeó a Jesús...
No te fíes ni de tu hermano,
se te cuelgan de la cruz...

Quisiste con ternura, y el amor
te devoró de atrás hasta el riñón.
Se rieron de tu abrazo y ahí nomás
te hundieron con rencor todo el arpón

Amargo desencuentro, porque ves
que es al revés...
Creiste en la honradez
y en la moral...
¡qué estupidez!

Por eso en tu total
fracaso de vivir,
ni el tiro del final
te va a salir.


20 de agosto de 2007

Plaza del chorro de Quevedo - Bogotá

Bien ahí las pibas!

por Adriana Battu


En el diario El Tiempo de Bogotá, ayer domingo, salió esta contralista, paralela a los seleccionados en Bogota 39. Leer con atención:

Si ganaba esa tal Eloísa, ¿viajaba Cucurto con peluca?

Acá se habla del "boliviano Pedro Mairal". Y acá, si clikeás la foto del de camisa azul, sale su verdadera naturaleza.

Viajamos con el team colombiano de la revista Maxim en el avión, y Miguel quedó con hernia ocular, no puede mirar de frente ahora; para mirarte te busca medio de reojo. Seguiremos ampliando.

19 de agosto de 2007

Resistencia, 13º Foro, 2008

Me invitaron al 13º Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura en Resistencia, Chaco, organizado por la Fundación Mempo Giardinelli.

Primero visité la Escuela Técnica Nº21. Los chicos me recibieron con un mural y en el salón de actos repleto, me hicieron muchísimas preguntas inesperadas que me hicieron trabajar la cabeza. Les agradezco a todos, a la gente de la biblioteca y a la profesora Gladys Etelechea.




Diego me dibujó mientras yo hablaba.


La vista desde mi ventana. Hacía calor, daban ganas de quedarse.

En el Domo del Centenario, el auditorio, había 1500 personas. La mayoría profesores y maestros de distintos lugares del país.



En nuestra mesa hablamos sobre "Nuevas tecnologías: cómo afectan los modos de leer", junto con Alejandro Piscitelli, Olga Dri, Alejandra Correa y Sealtiel Alatriste.

Después cada uno leyó algún cuento corto o un poema. Noé Jitrik se llevó los aplausos leyendo un diccionario de palabras inventadas como "Lacraniano", "Peronga", "Conculinato".



Mempo Giardinelli y su mujer Natalia Porta López organizan el foro todos los años.


Óscar Collazos (Colombia), Guillermo Saccomano, P.M. y Sealtiel Alatriste (México).



Adiós a Resistencia y muchas gracias a la Fundación Mempo Giardinelli por tratarnos tan bien.